Una historia de tres generaciones de mujeres pioneras

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El presente de Ania Paola Mendoza Rodríguez se cuenta en una historia de tres generaciones de mujeres que desarrollaron una idea en Salar de Pocitos. Leonarda Acoria, su abuela, fue la primera que se dedicó a dar de comer a los trabajadores en un pequeño comedor en el paraje perdido a orillas de un salar de la Puna salteña. Con su hija, Vilma Rodríguez, se turnaban por 15 días cada una par dar de comer en esas alturas.

El presente de Ania Paola Mendoza Rodríguez se cuenta en una historia de tres generaciones de mujeres que desarrollaron una idea en Salar de Pocitos. Leonarda Acoria, su abuela, fue la primera que se dedicó a dar de comer a los trabajadores en un pequeño comedor en el paraje perdido a orillas de un salar de la Puna salteña. Con su hija, Vilma Rodríguez, se turnaban por 15 días cada una par dar de comer en esas alturas.

En 2010, Ania y su madre asumen la responsabilidad de continuar con la noble tarea de dar de comer a los trabajadores. Denominan al emprendimiento como “Planeta Puna”, que se inició en 2011 en Salar de Pocitos como un comedor sobre todo para los turistas que iban a conocer la zona. En ese tiempo el local se llamaba “Pachamamita”, eran un pequeño comedor para turistas que iban y volvían de Tolar Grande.

El impulso para lanzar la iniciativa fue gracias a la participación en el programa de emprendedores del “Fondo Ciudadano”, del Ministerio de Turismo de la Provincia de Salta. En ese plan recibieron una ayuda económica para la compra de equipamiento y restauración de aquel entonces pequeño local.

El inicio

En 2014, un cliente del sector minero que asistía frecuentemente al restaurante les solicita un servicio de limpieza para el campamento, lo que sería el primer servicio minero de esta empresa familiar. Al mes siguiente, el mismo cliente les solicita un servicio de catering para el campamento, cumpliéndose así el objetivo de prestar servicios de catering a nivel industrial.

Pasaron seis años de esas primeras incursiones en la actividad minera y en 2020 se crea Planeta Puna SRL. La firma tiene 13 años de experiencia en el rubro, presta servicios al personal de tres campamentos mineros y cuenta con un moderno restaurante en Salar de Pocitos, lugar estratégico y de paso a los diferentes emprendimientos mineros.

“Cuando surge el gasoducto de La Puna nosotros le empezamos a dar asistencia en la limpieza en los campamentos. Por esos años muchos trabajadores venían a comer en Pocitos, pero otros comían en su campamento”, contó Ania.

“Comenzamos en la limpieza, y nosotros empezamos tomando la gente del pueblo, que eran chicas. Las teníamos que llevar y traer todos los días, porque en ese tiempo no querían que las chicas se hospeden en los campamentos mineros por la cantidad de hombres que había”, recuerda Ania. Habla del campamento Los Colorados, que está a una hora de Salar de Pocitos.

“Entonces iniciamos con el servicio de limpieza ahí. No sé por qué motivo, porque ahí tenían un servicio de catering en ese lugar, no comían en el campamento. Decían que no le gustaba esa comida y se venían a Pocitos a comer la comida de mi mamá. Los trabajadores pidieron la comida de mi mamá”, ríe. “Entonces un día no llama la jefa y nos preguntan si además de la limpieza nos animábamos a preparar la comida en el campamento porque los chicos (trabajadores) querían ir a comer a Pocitos todos los días y eso no se podía hacer. Nosotros justo habíamos ganado con un proyecto del Fondo Ciudadano, pero era para mejorar la infraestructura del local, habíamos comprado una cocina industrial, más el piso y con otras obras nos quedamos sin dinero. Antes del Fondo, mi mamá trabajaba en una cocina a leña. Pero bueno, pusimos de 10 el comedor, pero ahora teníamos otro desafío laboral”, recordó.

Animarse

Cuando le ofrecieron la oportunidad de ampliar el servicio, Ania no tenía ni para comprar los platos. Claro que se animaban, pero no tenían los recursos. Entonces la jefa le ofrece un adelanto de lo que sería la facturación estimada por el primer mes de servicio para que al menos compren el uniforme para la gente, para los cocineros, compraron los vasos y los platos y comenzaron. La devolución de ese adelanto se hizo en cómodas cuotas que se descontaron en los siguientes meses.

Esa “jefa”, que dice Ania, es María Jora, de la firma Mega SRL, una constructora de Cerrillos. Ania está muy agradecida con María. “Ella fue nuestra mentora. Ella tuvo la visión y nos ayudó un montón. Estaremos siempre agradecidas con ella”, dijo Ania.

Roster y el equipo de trabajo

Pasaron de tener a 3 chicas que iban por roster a tener más de 80 trabajadores como los que tienen en la actualidad. El roster son los ciclos de 14 días de trabajo por 14 de descanso. Ellas estaban en sala de depósitos y trabajaban 14 días, y después entraban otras tres; todas eran del pueblo. Cuando comenzaron con la comida ya tenían un cocinero y un ayudante también por roster. Ya eran 5, todos de Pocitos. Además tenían que seguir con el comedor. Se iba complicando, todo iba en aumento, pero el desafío le encantaba a Ania.

Manejar 85 trabajadores

“Todo eso pasó cuando yo estaba en la universidad. Entonces, de repente, salió este servicio y tuve que empezar con la parte administrativa, inscribirme en el monotributo. ¿Quién nos enseñaba todo lo que es facturación o certificar? El contador que ellos tenían. Entonces yo iba a la empresa, me sentaba con el contador, hacía los números, mi mamá también, a ver el tema de cheques, todo. O sea, realmente nos pusieron la gente que necesitábamos para que nos ayudara. Nos dieron financiación, el empujón que necesitábamos para poder hacer el servicio. Es un agradecimiento total el que tenemos”, concluyó Ania Rodríguez.

Para tener una idea de la juventud de Ania al comienzo, debemos decir que hoy ella tiene 32 años y su mamá, 52. Eran muy chicas las dos.

De esos 5 trabajadores que tenían en los campamentos, hoy cuentan con 85 personas trabajando en todos los proyectos donde están presentes. De ese total, la mitad pertenece a la zona andina, y aún siguen apostando al crecimiento.

Fondo Ciudadano

“Hasta el día de hoy tengo guardado el proyecto del Fondo Ciudadano, porque eran, si mal no recuerdo, 19.000 pesos. Con esos $19.000 hicimos un montón de cosas en el local. Y después lo rendimos, obviamente, rendimos todo. Fue espectacular ese programa, fue muy bueno, nos ayudó un montón. Y fue desde el gobierno. Ahí fue cuando también sentimos ese empujoncito”, contó Ania. Ese recuerdo no se borra. Es que ese crédito le ayudo para arrancar con su sueño.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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