Sheinbaum frente a Washington: una vulnerabilidad fingida

0
71
¿Quién sostiene en sus cargos a gobernadores, legisladores y alcaldes con vínculos con el narco? ¿Por qué Morena firma convenios con Cuba? ¿Quién es responsable de que la propaganda rusa en el país?

“Nada de que el presidente no sabía, no se enteraba, lo engañaban; eso es falso, el presidente de México está informado de todo lo que sucede”. Esa fue la frase lapidaria que Andrés Manuel López Obrador repitió como mantra en los primeros años de su gobierno: la usaba para retratar los gobiernos corruptos anteriores desde una endeble superioridad moral.

La contundencia de esa frase no sobrevivió al paso del tiempo. Desapareció del discurso oficial cuando salió a relucir en su gestión la estafa de Segalmex por 15 mil millones de pesos. Se extinguió por completo cuando el Instituto de Salud para el Bienestar, INSABI, con un presupuesto de 74 mil millones de pesos, fue disuelto en silencio, dejando un vacío y un desorden administrativo imposible de ocultar.

La pregunta es inevitable: ¿cuánto sabe hoy la presidenta Sheinbaum sobre las acciones hostiles que Estados Unidos ha puesto en marcha contra actores políticos mexicanos? ¿Cuál es la naturaleza de la colaboración con Washington para que la administración de Donald Trump pueda cazar y exhibir con el retiro de visas, como es el caso de la gobernadora de Baja California y su esposo? ¿Quién sigue? Es la pregunta que, desde hace semanas, recorre el círculo rojo del poder.

La paradoja: la vulnerabilidad de la presidenta es sobre todo aquello que no controla. ¿Quién sostiene en sus cargos a los gobernadores, legisladores y alcaldes señalados por vínculos con el crimen organizado? ¿Quién promovió que Morena, el partido oficialista, haya firmado convenios con el Partido Comunista Cubano?

Habrá quien considere que su única ventaja, hoy en día, frente a la Casa Blanca es precisamente que la mayoría de temas que más exasperan a los estadounidenses, no dependen de ella. Y aunque en política interior eso signifique un fracaso rotundo, se configura como una salida de escape frente al acoso de Washington.

¿Por qué se continuó con el programa de contratación de médicos cubanos cuando organismos internacionales lo han tachado como trabajo forzado? ¿Quién le abrió las puertas a la propaganda y desinformación rusa con su plataforma Russia Today, RT, que opera de manera expansiva y puede verse, incluso, al interior del metro de la ciudad de México y del metrobús?

Da la sensación de que la máxima de AMLO de que un presidente sabe absolutamente todo dejó de aplicar. Más cuando Estados Unidos señala de manera sistemática “la relación intolerable” del Gobierno de México con las organizaciones de narcotráfico.

Sin embargo, este escenario, lejos de ser una amenaza, se convierte en una conveniente coartada. La aparente vulnerabilidad ofrece una oportunidad inmejorable: dejar que Washington haga, de forma quirúrgica, lo que Sheinbaum no ha podido emprender. Cada funcionario exhibido, cada visa retirada, cada señalamiento del Departamento de Estado opera como una purga sin costo político directo.

No es la presidenta quien destituye; es la Casa Blanca la que le limpia el terreno y, de paso, puede borrar del mapa a quien le estorbe a ella. Se trata de una hipótesis que no es nueva y que en este espacio ya se había retratado. Y es que, en tan complicado contexto, emanciparse de la herencia envenenada que le dejó AMLO no es una opción ideológica, ni un gesto simbólico: es una cuestión de supervivencia.

Así, lo que parece una debilidad se transforma en un mecanismo de reconfiguración del poder. Los adversarios internos que se consideran intocables por el complejo entramado que diseñó AMLO, podrían correr un riesgo real ante el hartazgo de un Estados Unidos que tiene como colaboradora estrella a una presidenta a quien le urge tomar el mando del país. Y en esa operación, Sheinbaum puede presentarse como ajena, incluso como víctima.

Washington juega su juego, pero el resultado también beneficia a la jefa de Estado mexicano. ¿Coincidencia? Cada sanción es un actor menos en la disputa por el control real del movimiento político que la llevó al poder y que hoy en día la ignora. Cada golpe desde el exterior permite reordenar las piezas del tablero sin asumir el costo de moverlas. En la paradoja del poder contemporáneo, la intervención externa es también la vía discreta para reconstruir una autoridad que hasta ahora ha sido más simbólica que efectiva. Al tiempo.

Fuente: https://www.lapoliticaonline.com

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí