Allí, por delante de esa cuadra tan angosta como bullanguera y febril, y por debajo de un escudo majestuoso y lleno de estrellas, está la puerta de entrada a uno de los sentimientos más grandes de los que se tenga conocimiento.
La Bombonera, cuyo nombre oficial es estadio Alberto “Jota” Armando, es mucho más que una mole de cemento, mucho más que una joya de la arquitectura que lleva 85 años maravillando a expertos, periodistas, turistas, aficionados y curiosos de todo el mundo.
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Allí adentro, en su verde césped y con sus inconfundibles tribunas como testigo inmutable, han garabateado fintas los mejores jugadores de la historia. Curiosamente, todos con una camiseta distinta: Diego Armando Maradona con la azul y amarilla local, Lionel Messi con la blanca y celeste del seleccionado nacional, Pele con la blanca y negra del Santos de Brasil y Alfredo Distefano con… la de River. Sí, con la del rival de toda la vida. Pocas canchas pueden colgarse semejante medalla.
El terreno era ciertamente pequeño. Y tenía una complicación: las vías. Estaba terminantemente prohibido invadir esa porción de tierra angosta pero extensa. Algunos sugirieron tirar la toalla y buscar otro lugar. River, precisamente, lo había hecho, mudando sus petates a ese límite difuso que separa Nuñez de Belgrano.
“Pero no, Boca es Boca y debe quedar en el barrio. Como sea, pero nuestra cancha se levantará allí”, dijeron casi a coro aquellos tanos del norte que habían fundado al club en una casa particular, no muy lejos de allí. Entonces todos pusieron manos, pero sobre todo cerebro, a la obra.
Para arquitectos y para ingenieros fue toda una aventura. Había que construir un reducto acorde a la creciente popularidad que empezaba a tener el club. Una tribuna arriba de la otra, y años más tarde una tercera estructura de lo que luego se llamarían “bandejas”.
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Forma “redondeada” en una de las esquinas, precisamente sobre las vías, ¿y del otro lado qué? Sobre Del Valle Iberlucea, esa arteria que en cinco cuadras conecta Caminito con la cancha de Boca, dos de los lugares más turísticos de Capital, de la Argentina y de Sudamerica, no hubo más remedio que hace “los palcos”, una solución extrema para la falta de espacio: una suerte de conjunto de balcones desde se podía ver los partidos asomando la cabeza.
#TipCementero
¿Por qué “La Bombonera”? Desde Cementos Avellaneda explican que esta forma de llamar al estadio estuvo presente desde un primer momento y surgió a partir de una anécdota protagonizada por el mismo Victor Sulčič, arquitecto del proyecto. Sulčič recibió una caja de bombones por su cumpleaños, cuya forma era casi exactamente igual a la del estadio que estaba diseñando. Comenzó a llevarla a sus reuniones con el ingeniero Delpini y a partir de ese momento, para todos fue “La Bombonera”, incluidas las autoridades del club.
La Bombonera en el día de su inauguración.
LA MISTICA DE LA BOMBONERA
Campeón en el amateurismo, campeón en la era profesional, campeón a nivel local, campeón de la Libertadores de América y también campeón mundial, Boca logró muchas de esas consagraciones apoyado en el efecto que logra sus rivales “La Bombonera”, de ahí el “La Bombonera no late, tiembla” que se volvió casi un grito de guerra para todos los bosteros.
Decenas de jugadores y técnicos, que enfrentaron al cuadro azul y oro allí han confesado, luego de los partidos, que “las tribunas parecen moverse y venirse sobre ti. Eso no es fácil afrontar. Realmente tienes otro jugador encima tuyo, es impresionante” han contado una, y otra, y otra vez.
A la Argentina han venido infinidad de artistas, músicos, cantantes, estrellas acostumbradas a visitar grandes escenarios de todo el planeta. Muchos de ellos, por no decir casi todos, dedican algunas horas de su estadía en el país para darse una vuelta por el barrio y conocer la Bombonera. Todos quedan maravillados.
Igual que los periodistas de todos los puntos cardinales, algunos de los cuales decidieron incluir a “un superclásico Boca-River jugado en la Bombonera” en el famoso listado de “los 50 eventos deportivos que se deben ver antes de morir”.
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Alemanes, chinos, ingleses, brasileños, fraceses, japoneses, yanquis, finlandeses, noruegos, uruguayos, chilenos, italianos, españoles, colombianos, suizos, suecos, australianos, americanos, oceánicos, asiáticos, africanos o europeos subieron a sus taxis y dijeron “Brandsen 805”. Una dirección, miles de imágenes guardadas en sus retinas.
Fuente: https://www.paparazzi.com.ar/