“Ya va a cumplir 16… Igual ella tiene otra crianza”, dijo Katia con ternura al hablar de su hija, Zaira. Enseguida, sin vueltas, lanzó una frase que impactó a todos sus compañeros y los televidentes de Gran Hermano: “Yo, a los 16, ya estaba embarazada”.
No hubo lágrimas ni gestos dramáticos. Solo la crudeza de quien vivió demasiado en poco tiempo. Contó que ya a los 12 había anticipado su destino. “Cuando tenga 17 voy a tener un hijo”, le dijo La Tana a su mamá, quien le contestó tajante: “Dejá de hablar pelotudeces”.
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Pero ese pálpito se cumplió y el embarazo llegó, aunque no así la aprobación. “Mi prima, cuando se enteró, me dejó de hablar durante años. Me dolió”, confesó. Sin embargo, la palabra más fuerte vino de su padre: “Imaginate, me dijo que no quería que lo tenga”.
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Esa reacción inicial del hombre cambió, pero toda la mochila del momento ya estaba instalada. Le exigió al novio de Katia que se hiciera cargo: “Vas a tener que sacar una familia adelante como sea”.
A partir de ahí, La Tana atravesó una maternidad llena de obstáculos. Ocho años con el padre de su hija, entre idas y vueltas: “El problema era cuando yo me peleaba, me separaba, él se iba y me desconocía el chabón. No me pasaba plata para los pañales ni para la leche. Me quería morir. Y la familia de él nunca me ayudó”.
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En esa cruda realidad, su madre fue su sostén. Ella también había sido madre adolescente. La historia se repetía, pero esta vez había abrigo, aunque fuera con lo mínimo: una cama de una plaza, una bañera usada, ollas prestadas. “Porque yo no tenía para comprarme cosas”, dijo Katia, con cierta cuota de vergüenza pero orgullo por superarlo todo.
El relato tuvo su momento más tierno cuando la participante de Gran Hermano habló de Zaira, ya casi una mujer. “Mi hija ahora parece mi hermana”, dijo con una sonrisa. “Yo estoy enferma y ella me hace un té. Se siente mal y yo soy como una compañía”, agregó.
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Y si bien confesó que muchas veces pensó en dejar la casa, algo más fuerte retiene a La Tana dentro del programa. Quizás sea la necesidad de mostrarse fuerte, de romper con los patrones, o simplemente de inspirar. Porque lo que vivió, lo que sobrevivió, no se mide en votos: se mide en coraje.
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Fuente: https://www.paparazzi.com.ar/