Streaming: terminó la espera y ya se puede ver El Eternauta

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Para dimensionar cabalmente lo que significa el estreno de la serie El Eternauta es necesario hacer la siguiente cuenta. La historieta firmada por Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López se publicó por primera vez en el semanario Hora Cero, en formato episódico, en 1957. Si asumimos que sus primeros fans tenían alrededor de diez años en aquel momento, hoy ya deben andar por los ochenta. Es decir, en términos sociológicos podemos hablar de, por lo menos tres generaciones, que esperaron ansiosos ver cómo aquellas viñetas que primero fueron fascículos y después se transformaron en tomos, cobraban vida.

Para dimensionar cabalmente lo que significa el estreno de la serie El Eternauta es necesario hacer la siguiente cuenta. La historieta firmada por Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López se publicó por primera vez en el semanario Hora Cero, en formato episódico, en 1957. Si asumimos que sus primeros fans tenían alrededor de diez años en aquel momento, hoy ya deben andar por los ochenta. Es decir, en términos sociológicos podemos hablar de, por lo menos tres generaciones, que esperaron ansiosos ver cómo aquellas viñetas que primero fueron fascículos y después se transformaron en tomos, cobraban vida.

No es la primera vez que se habla de llevar la historia al formato audiovisual. Sin embargo, durante décadas, cada chispa de esperanza se transformó en desilusión cuando el anuncio de una posible adaptación se frustraba. De Adolfo Aristarain a Pino Solanas y Lucrecia Martel; de Federico Luppi y Lito Cruz, hasta Leo Sbaraglia o Facundo Arana, muchos quisieron pero ninguno pudo. Los eternos vaivenes económicos de la Argentina tornaron imposible afrontar una producción tan costosa; y tampoco era cuestión de que, en pos de aliviar gastos con un formato de coproducción, Juan Salvo terminara teniendo el tono manchego de Antonio Banderas. Hasta que la llamada “era de las plataformas” ofreció una solución: hoy El Eternauta es una realidad, pero la pregunta es: ¿la serie de Netflix está a la altura del mito que representa?

La tarea del director Bruno Stagnaro -también adaptador de la obra original junto a Ariel Staltari- era titánica. Según a quién se le pregunte El Eternauta es un cuento de ciencia ficción enraizado en Buenos Aires, pero también una alegoría sobre el concepto de “héroe colectivo”, e incluso una metáfora sobre la resistencia humana y cultural frente al avance de un gobierno dictatorial, representado en la historieta por los extraterrestres. Y hasta, por qué no, una obra anacrónica para los usos y costumbres de la sociedad actual.

Ante el desafío, Stagnaro y equipo decidieron elegir un camino, no que contentara a todo el mundo, sino que los entusiasmara a ellos. Por eso, en esta mega producción de seis capítulos que ya está disponible en Netflix, aparecen algunos cambios sustanciales en torno al original, a la vez que se intenta mantener la esencia pergeñada por su autor.

El primero y más evidente es la motivación de Juan Salvo (Ricardo Darín) para enfrentarse a la nevada mortal, que interrumpe aquella famosa partida de truco con sus amigos. Elena (Carla Peterson) y Martita (que aquí pasa a llamarse Clara, y está interpretada por la actriz Mora Fisz) no están con él. El personaje está separado de su esposa, y al ver las consecuencias de aquellos absurdos copos de nieve en temporada estival, se obsesiona por conocer el paradero de su hija. No hay “héroe colectivo” que valga, la motivación es estrictamente personal. Lo mismo pasa con Favalli (César Troncoso), Lucas (Marcelo Subiotto), Omar (Ariel Staltari, personaje creado para la serie), y el resto. Esto, lejos de ser un desvalor permite ver cómo Salvo también tiene que aprender aquello de “nadie se salva solo”, concepto bastante más arraigado en la época del original, pero que en estos tiempos individualistas y virtuales es imperante que vuelva a subrayarse fuerte y claro.

Otro cambio sustancial es que desaparece la figura del narrador, representada en la historieta por el propio Oesterheld. Ya no se trata de un largo flashback, sino que todo sucede en el presente. Esta decisión, además de aportar a la propuesta una estructura más lineal y acorde a un producto de plataformas, plantea un interrogante en torno al desenlace (aquella poética vuelta de tuerca del comic) y hasta incluso pone en duda el título la obra: el porqué se autodenominaba “El Eternauta”, antes estaba claro desde el inicio, ahora apenas se deja entrever sobre el final.

También, y quizás donde más se ponga el foco en las próximas semanas, sea la falta de metáforas sobre el “enemigo externo”, el poder o la dictadura militar. Los responsables de la adaptación han obviado intencionalmente cualquier diálogo que se pueda entender como referencia. Apenas hay en el pasado del Salvo de Darín una conexión con la Argentina de comienzos de la década del 80 que, si bien no vale la pena spoilear, justifica sus condiciones de hábil tirador.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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