Ni un poquito caminando, ni otro poquitito a pie. Jorge es un nadador nato que volvió a sentir la libertad luego de 41 años de cautiverio. Así, a puro esfuerzo y un buen aprovechamiento de las corrientes, ya nadó 780 kilómetros desde Mar del Plata hasta Rio Grande do Sul, Brasil. Tiene más de 60 años y no es un atleta, pero es un tortugo tenaz.
Jorge es un ejemplar de tortuga marina de la especie Caretta caretta que no sabía lo que era nadar en libertad desde 1984, cuando fue capturado incidentalmente en el estuario de “El Rincón”, en Bahía Blanca. Tenía aproximadamente 20 años de edad.
El pasado 11 de abril, tras un operativo del que participó Prefectura Naval Argentina, fue liberado a 15 millas náuticas de la costa de Mar del Plata, desde donde emprendió el regreso a su tierra natal. Fueron más de 40 años de una historia de encierro, paciencia y una tenacidad más fuerte que un caparazón.
En un primer momento, apenas capturado, el tortugo originario de las colonias de nidificación en Brasil fue trasladado desde Bahía Blanca hasta el Acuario Municipal de la Ciudad de Mendoza. Fueron 1.123 kilómetros para pasar de la costa atlántica a un sitio aledaño a Los Andes, en avión y sin escalas.
Allí permaneció durante 38 años. Tanto tiempo pasó, que hasta el lugar cambió de nombre y pasó a ser el Centro para la Conservación de la Biodiversidad de Mendoza. En medio de esos cambios, en 2021, al notar que las condiciones de su alojamiento no eran las adecuadas, se inició el plan para que Jorge iniciara el proceso para una probable reinserción a su medio natural.
La historia subida desde la cuenta que sigue el recorrido del tortugo Jorge
El proceso de adaptación salina progresiva se extendió durante 14 meses, incrementando gradualmente la salinidad hasta alcanzar el 33% requerido por su fisiología marina.
Finalmente, el 26 de octubre de 2022 se efectuó su traslado al Centro de Rehabilitación de Fauna Marina de Aquarium (CRFMA). En un vuelo de la empresa local Aerotec que duró unas cuatro horas, el tortugo viajó nuevamente hacia la provincia de Buenos Aires. Esta vez, el destino era Mar del Plata.
“El traslado de estos animales se hace en seco, manteniéndolo húmedo, controlando la temperatura del ambiente y en un contenedor que limite sus movimientos”, explicó en aquel momento el Jefe de Veterinaria del Aquarium, Adrián Faiella.
El tortugo Jorge, cuando aún vivía en cautiverio en Mendoza (Foto: Télam)
El entonces subsecretario de Ambiente de la Municipalidad de la ciudad de Mendoza, Sebastián Fermani, remarcó antes del traslado a Mar del Plata que había “pocos antecedes en el mundo de un caso similar al del tortugo Jorge”, por lo que el desafío era “aún mayor”. “No tenemos ejemplos de comparación”, expresó el día previo al traslado.
Por otro lado, recordó que “en el mar existen grandes peligros que podrían atentar con su propia vida, como las redes de pesca, plástico, entre otras amenazas”.
Según informaron desde la Universidad Nacional de Mar del Plata y el Conicet, al durante la estadía de Jorge en Mar del Plata “se realizó una revisión de la información existente sobre las actividades de enriquecimiento ambiental en otros centros de rehabilitación y se implementó un programa de enriquecimiento ambiental (registrando el comportamiento del animal mediante un etograma que permitiera evaluar la respuesta a las distintas herramientas de enriquecimiento ambiental proporcionadas), en colaboración con el equipo veterinario, para fomentar la realización de comportamientos naturales de alimentación y locomoción, con el propósito final de liberar la tortuga en mar abierto”.
Este último 11 de abril llegó el momento de la libertad para Jorge. Con sus más de 100 kilos de peso emprendió el regreso a casa. En 18 días, partiendo desde la costa atlántica, atravesó el Río de la Plata, las costas de Uruguay y, finalmente, llegó a su país natal.
Su recorrido es seguido gracias a un telémetro que lleva en su caparazón y transmite señal satelital. La investigadora Mariela Dassis, del Laboratorio de Mamíferos Marinos del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras dependiente de Conicet y de la Universidad Nacional de Mar del Plata, es la encargada del seguimiento.