Divididos, los cardenales se alistan para elegir al sucesor de Francisco

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La Iglesia católica entra en una etapa decisiva tras la muerte del papa Francisco, con la vista puesta en el cónclave que definirá al nuevo pontífice. A diferencia de la elección de Jorge Bergoglio en 2013, esta vez no hay una figura clara ni una corriente dominante. El escenario es de fragmentación, tensiones y ausencia de consensos.

La Iglesia católica entra en una etapa decisiva tras la muerte del papa Francisco, con la vista puesta en el cónclave que definirá al nuevo pontífice. A diferencia de la elección de Jorge Bergoglio en 2013, esta vez no hay una figura clara ni una corriente dominante. El escenario es de fragmentación, tensiones y ausencia de consensos.

El funeral del papa Francisco se celebrará este sábado 26 de abril en la Plaza San Pedro. Luego comenzarán los tradicionales Novediales, nueve días de misas en sufragio por el alma del pontífice fallecido. De acuerdo a las normas vaticanas, el cónclave no puede convocarse durante ese período (terminará el 4 de mayo), ni extenderse más allá del vigésimo día desde la muerte del papa. Con esos márgenes, se espera que el cónclave arranque entre el 5 y el 10 de mayo.

El colegio cardenalicio que participará del proceso está compuesto por 135 electores menores de 80 años, provenientes de 71 países. Este número es considerablemente mayor al de cónclaves anteriores, lo que refleja una Iglesia más internacionalizada, pero también más compleja en sus equilibrios internos. Si bien la gran mayoría (el 90 por ciento) fueron nombrados por el propio Francisco, eso no implica que compartan su línea pastoral o su visión de Iglesia. La fractura es evidente: hay bloques que impulsan la continuidad de las reformas del papa jesuita, y otros que presionan por un giro conservador, más cercano a la tradición doctrinal rígida.

No será un cónclave sencillo. Lo que está en juego no es solo el nombre del próximo pontífice, sino la orientación de la Iglesia católica en un momento de redefinición global. La universalidad que promovió Francisco con sus designaciones, lejos de homogeneizar, amplificó los contrastes culturales, teológicos y pastorales. En esta ocasión, el peso de las regiones del sur global (África, Asia y América Latina) podría ser clave, aunque los analistas vaticanos advierten que tampoco hay acuerdos sólidos en esos sectores.

En la Capilla Sixtina, donde se desarrollará la elección bajo absoluto secreto, los cardenales deberán alcanzar una mayoría de dos tercios para elegir al sucesor de Pedro. Esto significa que para ser elegido como nuevo jefe de la Iglesia Católica, el postulante necesitará 90 votos a su favor, de lo contrario las votaciones seguirán hasta que uno de ellos los reúna. Las primeras votaciones podrían reflejar esa dispersión inicial, con múltiples nombres y ninguna figura dominante.

Fuera del Vaticano, millones de fieles observarán el proceso con expectativa. Algunos esperarán continuidad, otros un cambio de timón. Lo único seguro es que, tras doce años de un papado que desafió estructuras, el sucesor de Francisco no tendrá una tarea menor: reconstruir los puentes entre visiones enfrentadas y liderar una institución que busca no solo a su nuevo jefe, sino también su nueva identidad.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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