Nuestro Papa, de Argentina para el mundo, ha fallecido este lunes. Pienso en su vida sencilla, su carisma infinito, su ternura, su mirada compasiva y esperanzada del mundo y todas sus realidades. En los innumerables gestos cotidianos que nos enseñó para aprender a ser constructores de paz. Desde el lugar que recorro a diario miro al hombre que puso a la educación como esperanza. Que imaginó un escenario donde cada niño y cada joven tenga oportunidad de crear futuro.
El 19 de septiembre de 2019 convocó a un Pacto Educativo Global, por una humanidad más fraterna, iniciativa lanzada al mundo con el objetivo de unir esfuerzos para realizar una transformación cultural profunda, integral y a largo plazo a través de la educación, y ofrecer a los niños y a los jóvenes un presente de paz y un futuro de esperanza. Enmarcado dentro de este Pacto Global se lanzó el Jubileo 2025 cuyo lema “Peregrinos de la esperanza”, nos congrega, una vez más, a reflexionar sobre el papel trascendental que desempeña la educación.
Humildemente creo, y más allá de credos, que nuestro mejor homenaje será entonces renovar nuestro compromiso con la educación. Todos los actores educativos, estudiantes, docentes, familias, comunidades, gobiernos fuimos llamados a construir un futuro más esperanzador. Una convocatoria que nos invita a mirar hacia adentro, a conectar con nuestro ser docente y nuestra forma de entender y hacer educación, a reflexionar sobre nuestro rol como educadores en la construcción de un mundo más justo y solidario. “La educación es ante todo una cuestión de amor y responsabilidad “sus palabras, con ellas me quedo. Que esta esperanza renazca a diario, con la primera campanada que llama a clases y la última puerta que cerramos de la escuela al salir.
* Mariana Comba, Licenciada en Educación