El falso consuelo del perfeccionismo: saber mucho y hacer poco

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David Corbera destacó en La Fórmula Podcast que las lealtades silenciosas, especialmente hacia los padres, condicionan decisiones clave en la vida, limitando el crecimiento personal al seguir expectativas ajenas

En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, David Corbera, psicólogo y académico especializado en el desarrollo de la conciencia y el bienestar personal, explicó el concepto de las lealtades silenciosas, especialmente con figuras como los padres, quienes influyen en decisiones clave de la vida. Remarcó que el perfeccionismo y la falta de exposición a desafíos dificultan el crecimiento personal y profesional, y destacó la importancia de ser valiente, ya que las relaciones auténticas requieren sacrificio, entrega y la disposición para enfrentar los conflictos y madurar. Podés escuchar el episodio completo en Spotify y YouTube.

Corbera es director académico del Enric Corbera Institute y ha sido fundamental en la expansión del método Bioneuroemoción, una disciplina que integra ciencia y espiritualidad para fomentar el bienestar emocional. Durante más de una década, ha formado a miles de personas en todo el mundo, guiándolas a descubrir su poder interno y vivir en coherencia con su verdadero ser. Además de su labor académica, Corbera se dedica a crear contenidos y a impartir conferencias que invitan a cuestionar creencias limitantes y a adoptar nuevas perspectivas sobre la realidad. Su enfoque práctico y accesible convierte conceptos complejos en herramientas útiles para el crecimiento personal. En sus presentaciones, como la próxima conferencia Regálate ser tú, que se llevará a cabo el 31 de mayo en la Sala Picasso del Paseo de la Plaza, en Argentina, comparte ideas clave para reconocer el camino hacia la autenticidad y facilitar el proceso de ser uno mismo.

Según Corbera, el éxito no se basa solo en los logros profesionales, sino en el coraje de ser auténtico en la vida personal (Imagen Ilustrativa Infobae)

— Hay un término que te escuché mencionar y me llamó mucho la atención: lealtades silenciosas. ¿Podés contarme qué significa exactamente?

— El concepto es de Iván Borja Miyagui, que es un psicoanalista. El concepto de lealtades silenciosas o invisibles como usa el término, se refiere básicamente a esas ataduras para con el sistema familiar que somos incapaces de darnos cuenta. Hay gente que considera que elige el tipo de vida que tiene, el tipo de trabajo que ejerce, el tipo de relaciones sentimentales con las que se compromete. Cree que las hace desde la más absoluta libertad. Pero en realidad, si hurgan un poquito más, si escarban, se darán cuenta de que obedecen a los intereses de terceros, normalmente papá y mamá, que son las principales figuras que básicamente han conformado gran parte de nuestra personalidad adulta. Hablamos de sus expectativas, de sus deseos frustrados y de toda una serie de constructos que al final se aterrizan en no quién queremos ser nosotros, sino cómo somos útiles para ellos. De hecho, es un poco la posición natural que asume cualquier ser humano al nacer, porque naces en un sistema particular y tú te ves impelido a adaptarte a sus demandas y a sus necesidades, porque básicamente te va la vida. Entonces hay mucha energía y mucha intencionalidad de su parte de papá y mamá a la hora de traer una vida al mundo y de que esa vida pues cumpla con determinados roles o funciones y deshacerse de todo eso, te puede llevar una vida entera. Yo creo que también, aunque no lo queramos y si nos lo paramos a pensar, la carrera, los estudios que elegimos también obedecen, al menos en parte, a estas predisposiciones o estas lealtades.

El concepto de “lealtades silenciosas”, explicado por David Corbera, revela cómo las influencias familiares, especialmente las de los padres, pueden condicionar las elecciones de carrera, relaciones y proyectos personales sin que la persona sea plenamente consciente (Imagen Ilustrativa Infobae)

— Elegiste la psicología, teniendo a tu papá como referente en Bioneuroemoción. ¿Cómo fue para vos seguir un camino tan parecido al suyo?

— Sí, tener un padre con esa notoriedad tiene ventajas y desventajas. Ventajas porque él, de alguna manera, su actitud nunca ha sido la de un padre tiránico, sino que siempre me ha permitido crecer a su lado, desarrollar mi propio criterio, poder elucubrar acerca de mis ideas o de mi proceder, o de la forma incluso de implementar la misma metodología. Pero siempre está ese agravio comparativo. Recuerdo que cuando empezaba los cursos con él, íbamos a Estados Unidos, a México o Argentina y él daba clase la gente estaba encantadísima, superfeliz. Luego sal tú y a ver si eres capaz de mantener, aunque sea sin que caiga mucho el nivel y la academia. Pero al final lo importante es que lo disfrutes, te apasione y le eches ganas. Es un poco el camino de cenizas que uno tiene que recorrer para llegar a un punto en el que se sienta cómodo, agradecido y también capaz de asumir esos retos sin que flaquees. De hecho, recientemente, hicimos un taller en Madrid y él hizo la primera parte a la mañana y yo la parte de la tarde. Y la verdad es que hemos llegado a un punto de una muy buena conjugación. Pero claro, evidentemente eso pasa por creerte que no eres merecedor, que estás colocado allí por quién eres, no por merecimiento propio. Un montón de pensamientos negativos. O sea, siempre, tiene un punto de salto al vacío porque ¿cuándo es suficiente? ¿Cuántos libros necesitas leer o estudiar? Son órdenes o dimensiones distintas. Es decir, el salto a dar una clase o desempeñar la primera entrevista o hacer cualquier cosa, no depende de lo que sabes, que sí es importante eso, pero hay un punto en el que el atrevimiento tiene que superar el intelecto.

Normalmente, la persona que se prepara mucho tiende al perfeccionismo y este es un freno porque como la perfección no existe, básicamente estás tratando de alcanzar lo inalcanzable con todo aquello que haces. Yo conozco a muchos perfeccionistas igual que yo, que no terminan asumiendo ningún reto, no terminan avanzando precisamente porque su ideal inalcanzable los hace no estar nunca satisfechos con lo que tienen y con lo que saben. Siempre tienes que hacer el salto desde la inseguridad porque las ideas nunca nacen completas. Cualquier proyecto empieza flaqueando y con defectos por allí. Pero a través de eso es cuando tú conoces tus propias limitaciones y las cosas a corregir. O sea, el feedback de la gente una vez que tú te expones. Yo, por ejemplo, cuando me expongo y hablo y comparto mis ideas, sé qué ideas gustan, sé qué ideas disgustan, sé cuáles no están bien articuladas, cuáles sí. El feedback, la fricción con el otro, es lo que te permite darte cuenta de dónde estás, lo que tienes por crecer y lo que tienes por corregir. Si no hay fricción, si no hay exposición, entonces el mundo no te conoce. No tienes, no aportas nada y tampoco sabes quién eres. En última instancia, también renuncias a tu propia identidad porque vives en el mundo de las posibilidades, no en algo tangible o material.

En su charla con la Fórmula Podcast, Corbera subrayó que la valiente exposición a los desafíos y la fricción con los demás son esenciales para el crecimiento, ya que permiten conocer las propias limitaciones y aprender de los errores, especialmente en un entorno académico y profesional

— Y el mundo de las posibilidades es un mundo peligroso.

— Sí, es el mundo que Marie-Louise von Franz llamaba el perfil del púber eterno, del niño eterno. Es aquella persona que no se atreve a hacer nada por miedo al juicio y vive una vida provisional porque no hay realmente un compromiso para con nada. Y la exposición, el compartir tus ideas, el decir: “Mira, yo soy este. Soy este ahora. Mañana no lo sé, pero soy este ahora”, evidentemente requiere de una valentía, de un coraje y de un compromiso para con algo y para con un mensaje. Entonces esta actitud es fundamental.

— ¿Para vos la definición de éxito es ser valiente?

— Yo creo que va por ahí. Y ojo, que quizá lo estamos enfocando en lo profesional. Pero para mí lo realmente valiente es la esfera íntima y personal. Para mí ahí sobre todo hay valentía, sacrificio, entrega y al final es lo que vale la pena. Todo esto está muy bien, pero es pasajero. Pero digamos que sí, que hay gran parte del éxito en ponerle todo el amor, la entrega, toda tu energía en algo que quizá ahora no da sus frutos, pero con ese empeño en el fondo lo dará. Y además creo que esto, llevado al tema de las relaciones, creo que hay una falta de valores que se traduce en una falta de compromiso y en relaciones instrumentalizadas o superfluas o superficiales, porque la gente no tiene espíritu de sacrificio. Al primer problema o conflicto, pues lo que hacen es decir: “Esto no es lo mío o ésta no es la persona”. O abandonan precisamente porque aparecen los problemas. Cuando gracias a ese problema, de nuevo tú puedes madurar en la relación, en el proyecto y en cualquier propósito que tú tengas. El conflicto es lo que te permite justamente reajustar las cosas. Los problemas en una relación son señal de avance, no de retroceso, porque significa que mi identidad entra en fricción con la tuya y por lo tanto estamos en un punto en el que tenemos que cuestionar quiénes somos, nuestro sistema de valores, de creencias, en tanto poder encontrar un punto en común.

David Corbera reflexionó sobre la importancia de enfrentar los conflictos y la fricción en las relaciones, considerando que estos desafíos permiten un crecimiento genuino, sin los cuales las relaciones pueden caer en la superficialidad (Imagen Ilustrativa Infobae)

— Jacobo Bergareche suele decir que las parejas no se terminan por falta de amor, sino por aburrimiento. Según él, deberíamos prometer “hasta que el tedio nos separe”

— Qué responsabilidad que la otra pareja sea quien me proporcione la aventura de vivir. También es un peso muy grande para la otra persona. O sea, no soy yo mismo el que tengo que buscar una vida estimulante intensa, sino que la otra persona tiene que proporcionarme esa vida. Y eso realmente es imposible. Aparte de muy egoísta, esto sí me parece realmente egoísta. O sea, cada uno. El tedio en la pareja es el resultado del tedio individual. Fíjate cómo una relación se puede volver realmente estimulante. Cuando tú dices: “Pues, he decidido cambiar de trabajo y abrir mi proyecto personal”, el aburrimiento se termina al minuto siguiente y saber si la pareja apoya ese tipo de decisiones. Muchas veces no tomamos determinadas decisiones que sentimos en nuestro corazón por no poner en riesgo el vínculo que tenemos con otra persona. Entonces yo creo que es el final. Es la inercia natural del hombre y la mujer contemporáneos llegar a la mediana edad con una vida que obedece a un falso yo o a una máscara social, pero que realmente no se vincula con su verdadera identidad. Con eso volvemos un poco a las lealtades invisibles, constituye una vida, una personalidad y una conducta que supuestamente me tenía que hacer feliz, y no lo soy. Y las crisis aparecen a la mediana edad. Crisis del tipo enfermedades, despidos, separaciones. ¿Por qué? Porque todo lo que yo he construido queda muy lejos de mí, de mi verdadero sentir. Me he conformado con una vida que no me representa y no he querido asumir en su momento, cuando así lo sentía, el riesgo de cambiar, de probar un proyecto diferente, de tener una conversación sincera con mi pareja, de las cosas que realmente me preocupan en el momento en que las siento, no ha pasado el tiempo. Porque ¿qué sucede cuando las cosas no se hablan, cuando duelen o cuando suceden? se acumulan. Y luego es mucho más difícil gestionarlas y digerirlas. Asumes el riesgo en ese momento, no lo pospones, o eres pasivo frente a eso por miedo a lo que haces. Cuando atiendes las pequeñas crisis, no suceden las grandes crisis porque has ido haciendo el trabajo de a poquito y el trabajo de a poquito es sencillamente dar legitimidad a tus estados emocionales.

En su charla, Corbera abordó la crisis de mediana edad, señalando que muchas personas enfrentan un despertar emocional al darse cuenta de que han construido una vida basada en expectativas externas y no en su verdadera identidad y deseos

— Prestar atención a las pequeñas señales requiere conciencia y autoconocimiento. A veces, sin darnos cuenta, vamos tolerando lo que no está bien, como un mal trabajo, pareja o hábitos, y vamos permitiendo que la distancia crezca.

— Es correcto. Es un cúmulo de situaciones que cada vez te desconectan más de tu corporalidad y de tu verdadero sentir, al punto que no sabes identificar esa voz y lo que realmente pide tu corazón. Es una especie de alexitimia exacerbada, al punto que ni tan siquiera sabes lo que sientes. Aunque parezca una tontería es uno de los males del siglo XXI que la gente ni tan siquiera sabe lo que siente. En muchas ocasiones no sabe lo que siente o se han olvidado de sentir. Y llenamos la vida con estímulos, con movimiento y con hacer un montón de cosas. Nos cuesta un montón estar parados y en silencio porque nos aterra conectar con el cuerpo y evaluar: ¿aquí estoy bien o estoy mal? ¿Cómo me hace sentir esto y lo otro? ¿En qué estoy disconforme? ¿Y qué voy a hacer con eso?

— ¿Qué le recomendarías a alguien que, como mencionamos al principio, tiene muchas ideas y sabe lo que quiere hacer, pero no sabe por dónde empezar?

— Normalmente, una persona que se encuentra con eso es una persona que no quiere equivocarse. Eso es lo que suele pasar. “Yo tengo muchas ideas, no sé por dónde tirar o no sé cómo hacer”, dicen. Bueno, pues prueba con una y si no sale, pues sigue con otra y etcétera. Hay mucha gente que quiere hacerlo bien a la primera y, por lo tanto, se priva de la experiencia porque teme al error. Y esto también, como no hemos tenido quizá un padre o una madre lo suficientemente tolerantes para con nuestros procesos de aprendizaje y quizá al mínimo fallo recibamos un castigo. O el padre se metía con nosotros o nos avergonzaba o lo que fuere. Fíjate que se vincula nuevamente con el perfil del perfeccionista. El perfeccionista es: tengo muchas posibilidades, tengo conocimientos, muchas ideas, pero no aterrizo en nada. El preludio del experto es el novato, es el que hace el ridículo, el que cae, el que tropieza, el que no sabe hacer las cosas, el que es señalado por no saber hacerlas es quien pasa vergüenza.

Durante su participación en La Fórmula Podcast, David Corbera explicó que el perfeccionismo puede frenar el desarrollo personal y profesional, ya que muchas personas evitan tomar riesgos por miedo a no cumplir con estándares inalcanzables (Imagen Ilustrativa Infobae)

— La última pregunta se la hago a todos los invitados es: si tuvieras que compartir algo que te haya inspirado o dejado pensando en el último tiempo, puede ser un libro, una película, una frase, una anécdota, lo que sea, ¿qué elegirías para compartirnos hoy?

— El otro día estaba compartiendo en una clase un clip de vídeo de la película “Un monstruo viene a verme” que la recomiendo encarecidamente porque es una película que se basa en muchos principios psicoanalistas. Es sobre un chico de 12 o 13 años y su madre está enferma de cáncer, se está muriendo. Él vive solamente con su madre. Su padre abandonó el hogar. Y él, a pesar de tener 12 o 13 años, es muy responsable, cuida del hogar, lava los platos, la ropa, cuida de su madre, le administra los medicamentos, lo hace todo. Es un chico que además sufre bullying en el cole. Entonces ese niño tiene un sueño recurrente. Por las noches no podía dormir porque el niño sueña con que está paseando con su madre y de repente hay un terremoto. Su madre se está cayendo y agarra la mano de su madre que está colgando desde el precipicio, le resbala la mano y su madre muere. En la película la sombra del niño, es decir, sus aspectos, sus sentimientos negativos y reprimidos, son representados por un árbol gigante que lo acompaña siempre y que le cuenta diferentes historias en su proceso de desarrollo.

El árbol le dice: “Tú tienes que contarme tu historia, es decir, cómo acaba el sueño” porque el niño no quiere compartir eso. ¿Por qué? Porque ese sueño obedece a un deseo que él reprime, que es que desea que su madre se muera. Y esto puede sonar muy duro, pero si nos ponemos en la piel de ese chico, sabe en el fondo que su madre no se está curando y sufre cada día la expectativa. El dolor emocional de saber que se va a quedar solo, de que se va a quedar sin su madre. Hasta hace un punto que es agonizante y no puede más con esa sensación y desea su muerte. Como no se permite expresarlo, ese deseo aparece en su mundo onírico, en el sueño, cuando confiesa esto y se lo cuenta al árbol, le dice el árbol: “Da igual lo que pienses, lo único importante es lo que hagas”. Y él le dice: “Entonces, ¿qué tengo que hacer?”. Y el árbol le responde: lo único que tienes que hacer es decir la verdad, que es lo que acabas de hacer. Decir la verdad. Me quedo con esa lección porque eso obedece a esa sinceridad emocional de muchas veces las verdades que tapamos por condescendencia y por adaptación a los demás y por no molestar o por no generar conflicto. Es una verdad no expresada que por no hacer daño, nos hacemos daño, y a veces el respeto hacia uno mismo no es comprendido por los demás y corremos nuevamente ese riesgo. Pero quien dice la verdad está más cerca de sí mismo. Nietzsche decía: “El hombre siempre se verá obligado a pelear contra su tribu”. A veces estarás solo, a veces estarás asustado, pero el precio de ser uno mismo, esto es impagable. Entonces creo que eso está muy vinculado a decir la verdad.

Fuente: https://www.infobae.com/tag/policiales

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