El FMI, las reservas y la competitividad del país

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Una vez aprobado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que inaugura un escenario de mayor previsibilidad económica, desde aquí hasta octubre la situación política estará dominada por un calendario electoral signado por una sucesión de elecciones locales, iniciada el domingo con la victoria del gobernador radical de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, en los comicios constituyentes de esa provincia, y del candidato peronista, Ariel Caniza, en la elección de intendente de Clorinda, la segunda ciudad de Formosa.

Una vez aprobado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que inaugura un escenario de mayor previsibilidad económica, desde aquí hasta octubre la situación política estará dominada por un calendario electoral signado por una sucesión de elecciones locales, iniciada el domingo con la victoria del gobernador radical de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, en los comicios constituyentes de esa provincia, y del candidato peronista, Ariel Caniza, en la elección de intendente de Clorinda, la segunda ciudad de Formosa.

En los próximos seis meses el gobierno tendrá que volver a pisar sobre tierra firme. Esta exigencia lo obliga a enfrentar los recientes brotes de incertidumbre económica unidos a la inevitable cuota de incertidumbre política derivada de la pulseada electoral.

La unidad del Mercosur

Para afrontar ese desafío, su mayor carta de triunfo es el respaldo político de Trump, que abre una perspectiva de asociación estratégica con Estados Unidos que brindaría a la Argentina un horizonte inédito en el presente siglo.

Conviene aquí destacar la aclaración de Milei acerca de que el gobierno argentino no busca ningún tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos sino apresurar un acuerdo puntual sobre temas comerciales y de garantía recíproca de inversiones en consonancia con la actitud moderada del gobierno brasileño ante las medidas arancelarias de Trump.

El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, expresión del ala moderada del Partido de los Trabajadores y su más probable candidato presidencial para las elecciones de 2026, destacó la importancia que tiene para Brasil su condición de socio comercial de Estados Unidos y subrayó la intención de negociar con Washington. La diplomacia del Palacio de Itamaraty es experta en el manejo de esos sutiles y muchas veces subterráneos equilibrios políticos internos e internacionales.

La aclaración de Milei y las declaraciones de Haddad alejan el riesgo de la fractura del Mercosur y suponen una coincidencia implícita sobre la necesidad de una mayor apertura comercial del bloque regional y la reformulación de sus vínculos con terceros países. Ese consenso fue confirmado la semana pasada por los cancilleres que resolvieron autorizar una rebaja arancelaria para una lista de cincuenta productos a elección de cada país. Esta perspectiva de flexibilización se acentúa ante la hipótesis, para nada desdeñable, de que en las elecciones de 2026 Brasil elija a un gobierno de centroderecha proclive a una alianza con Estados Unidos.

Las reservas

El punto de partida para el gobierno es el acuerdo con el FMI para recomponer el nivel de reservas monetarias del Banco Central, avanzar progresivamente hacia el levantamiento total del cepo cambiario y permitir el regreso de la Argentina al mercado voluntario de deuda, lo que en estas circunstancias de volatilidad internacional requeriría una tasa riesgo país menor a los 500 puntos, a fin de impulsar las inversiones necesarias para el crecimiento económico.

En un reciente artículo publicado el 8 de marzo, Milei explicó con claridad la importancia crucial que tiene esa recomposición del nivel de reservas del Banco Central, que hasta el acuerdo con el FMI eran negativas en más de siete mil millones de dólares, a pesar del éxito del blanqueo de capitales que ascendió a 20.000 millones de dólares. En esa nota, Milei subrayó la importancia de la acumulación de reservas como garantía necesaria para que el levantamiento del cepo no provoque un nuevo salto inflacionario.

En sus palabras, “el acuerdo con el FMI busca restaurar el patrimonio del BCRA para que este modo de inflación sea sólo un mal recuerdo del pasado”. Esto implicó el anuncio de que el acuerdo implicaría la fijación de metas progresivas de acumulación de reservas en el camino hacia el levantamiento del cepo cambiario.

La competitividad

Hay una relación directa entre el tipo de cambio y el nivel de competitividad de una economía. La competitividad no se reduce al plano microeconómico, sino que es un fenómeno de carácter sistémico. No compiten únicamente las empresas, sino también y sobre todo los países, es decir sistemas integrales de organización y decisión.

De allí que para determinar la competitividad de la estructura económica de cada país adquieran una importancia decisiva factores estructurales como la infraestructura, la presión fiscal y el régimen laboral, así como la calidad de los bienes públicos, desde la educación y la salud hasta la seguridad ciudadana. Con independencia de las opciones ideológicas, en estos asuntos es imposible omitir la importancia del rol estratégico del Estado.

En esta precisión reside el núcleo de un conflicto político del presente. La estrategia de modernización y apertura internacional de la economía implementada contra viento y marea por Milei tropieza con la resistencia más o menos larvada de algunos factores de poder de singular gravitación que plantean la exigencia de “nivelar la cancha” entre las empresas argentinas y sus competidoras del exterior.

Esas resistencias, que emulan a las manifestadas en la década del ’90 en el marco de la apertura económica impulsada por el gobierno de Carlos Menem, influyen en el sistema de poder empresario, como se refleja en la actitud de las conducciones de la Unión Industrial Argentina y la Asociación de Empresarios Argentinos, que reúne a los principales empresarios del país. La competitividad sistémica es fundamental para la atracción de inversiones, tanto nacionales como internacionales. Por lo tanto, la evolución de la tasa de inversión es un indicador fundamental para medir las perspectivas de desarrollo económico y la tasa de inversión en la Argentina es extraordinariamente baja.

El análisis de esta cuestión requiere una perspectiva amplia en el tiempo. Nuestro déficit de inversión presenta una particularidad que resulta difícil de explicar en el exterior. La Argentina, que demanda perentoriamente el auxilio financiero del FMI, es, después de Estados Unidos y Rusia, el país más dolarizado del mundo. Los argentinos retienen actualmente en sus manos alrededor de US$ 400.000 millones.

La razón de ese aparente contrasentido estriba en la falta de confianza derivada de la historia reciente de la Argentina. Esa limitación estructural explica el valor atribuido al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que otorga garantías de seguridad jurídica a las inversiones en rubros estratégicos como la energía y la minería, absolutamente fundamentales para el desarrollo. Pero la cuestión de la confianza tiene una dimensión eminentemente política. Para atraer una poderosa corriente de inversiones acorde, con las necesidades, no alcanza con la confianza que despierte un gobierno determinado. Lo fundamental es la confianza en la Argentina como Nación, en su previsibilidad de mediano y largo plazo.

En marzo pasado se cumplió el 70° aniversario de la realización del Congreso Nacional de la Productividad, convocado por el segundo gobierno de Perón para generar una instancia de concertación social en la que el Estado, la representación empresarial y las organizaciones sindicales pudieran acordar los lineamientos fundamentales del cambio de rumbo necesario para impulsar un aumento en la productividad sistémica de la economía argentina una vez agotado el modelo de crecimiento fundada en el aumento del consumo interno y la sustitución de importaciones. En la oportunidad se aprobó el Acuerdo Nacional de la Productividad. En el discurso de apertura del encuentro Perón afirmó que “la productividad es la estrella polar que debe guiarnos en todas nuestras concepciones económicas”. La cuestión política central para la Argentina, que excede largamente el chimenterío periodístico, los vaivenes de la coyuntura y las especulaciones electorales, es la construcción del sistema de poder indispensable para generar un clima de confianza interna y externa que nos permita encarar exitosamente las reformas estructurales necesarias para estar a la altura de las oportunidades y los desafíos que nos plantea este nuevo escenario mundial. Esta exigencia supone una reconfiguración integral del sistema político argentino, que nunca podrá tener características semejantes a las que precedieron al ascenso de Milei. Lo que venga a partir de Milei no podrá tener nada que ver con lo hubo antes.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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