Los trenes y subtes no prestan servicio, mientras que los colectivos circulan con demoras y frecuencia reducida. A pesar de que la Unión Tranviarios Automotor (UTA) no se sumó al paro, muchas líneas operan parcialmente. En estaciones clave como Constitución y Retiro, las puertas permanecieron cerradas, generando confusión y malestar entre quienes no estaban informados.
En la calle, las filas para tomar colectivos se multiplicaron bajo la lluvia. Algunos trabajadores contaban que ya habían tomado dos o tres medios de transporte y todavía no habían llegado a destino. La frustración fue una constante entre quienes no pueden prescindir del ingreso diario y deben moverse a pesar de las dificultades.
En el ámbito educativo, muchas escuelas de gestión estatal abrieron sus puertas, pero con actividad parcial. Algunas familias llegaron sin certezas sobre si sus hijos tenían clases, y se encontraron con carteles en las puertas indicando qué grados estaban activos. En universidades públicas también hubo adhesión parcial, mientras que en las privadas la actividad fue mayormente normal.
Las calles y avenidas mostraron un incremento en el uso de vehículos particulares, con tránsito intenso en varias zonas. En las estaciones vacías, se reproducían mensajes de audio y pantallas con consignas críticas al paro.
El impacto del paro en el transporte público es significativo. Solo los trenes, en días normales, movilizan alrededor de un millón de personas. El Ferrocarril Roca es el más utilizado. En el subte, en promedio, se realizan entre 600.000 y 700.000 viajes por día. Hoy, todas las líneas están cerradas.
Fuente: https://salta.telefe.com/redes