Milei, y el desafío de gobernar en tiempos muy tumultuosos

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Se viven tiempos tumultuosos en la Argentina. Incluso, la progresiva calma inflacionaria que fue logrando el iconoclasta Javier Milei, de la mano de Luis Caputo y Federico Sturzenegger, parece estar en un punto de riesgo. Ese logro económico llevó tranquilidad y sirvió de puntal político al gobierno libertario; no era para menos, ya que la inflación toca el punto más sensible de la economía doméstica. Y el éxito político inicial se explica por varias razones. En primer lugar, porque Cristina Kirchner, vicepresidenta de Alberto Fernández, reconocía el desastre económico al que había llevado una gestión catastrófica de un peronismo destartalado. “Estamos en plena estanflación”, dijo en diciembre de 2023. Hiperinflación y recesión.

Se viven tiempos tumultuosos en la Argentina. Incluso, la progresiva calma inflacionaria que fue logrando el iconoclasta Javier Milei, de la mano de Luis Caputo y Federico Sturzenegger, parece estar en un punto de riesgo. Ese logro económico llevó tranquilidad y sirvió de puntal político al gobierno libertario; no era para menos, ya que la inflación toca el punto más sensible de la economía doméstica. Y el éxito político inicial se explica por varias razones. En primer lugar, porque Cristina Kirchner, vicepresidenta de Alberto Fernández, reconocía el desastre económico al que había llevado una gestión catastrófica de un peronismo destartalado. “Estamos en plena estanflación”, dijo en diciembre de 2023. Hiperinflación y recesión.

Sólo cabía esperar lo peor, de inmediato. Y lo peor no sucedió.

El meteórico control del déficit fiscal y la reducción del gasto público, el ajuste tan temido, no generó el rechazo social que se esperaba. Por el contrario, desarticuló el sistema de privatización de la ayuda social, delegado por el kirchnerismo en organizaciones piqueteras, que convertían a la necesidad en fuerza de choque.

Frente a esos logros, la oposición no fue capaz de ofrecer una alternativa diferente. Sin liderazgos claros, quienes intentan mostrarse como futuros candidatos no hacen más que repetir muletillas obsoletas.

Pero la solución financiera -como única receta- empieza a mostrar sus flancos débiles. Por una parte, sin plan económico a la vista, no se ofrece una perspectiva para reactivar la inversión, el comercio exterior y el empleo genuino y en blanco. Al mismo tiempo, la intervención del Banco Central para evitar una corrida cambiaria, es decir, un brote inflacionario, vuelve a secar las reservas y obliga a recurrir a un muy negociado préstamo del Fondo Monetario Internacional, Pero el organismo pone como condición la libre flotación del dólar. Y el Gobierno de Milei no puede correr el riesgo, por ahora, de eliminar el cepo al dólar.

Esto coloca al equipo económico a adoptar medidas que, probablemente, no sean su fuerte. Es decir, la credibilidad del oficialismo está en riesgo, y la de la oposición es nula. Y el riesgo país temblequea.

Es que el deterioro acumulado de estructura productiva del país se remonta, por lo menos, a la crisis del petróleo, cuya aparición histórica está simbolizada en el shock inflacionario del 1975, el “rodrigazo”. Hace 51 años. La reducción del gasto público y la búsqueda del equilibrio fiscal, por sí solas, no van a resolver semejante desafío. Es sustancial, porque es el puntal de la credibilidad interna y externa, y por muy anarco libertario que se pretenda, Javier Milei necesitará admitir el rol imprescindible del Estado; como en cualquier país. Las reformas pendientes: tributaria, previsional, laboral y educativa, concebidas para poner a la Argentina en el punto de largada de la senda del desarrollo en términos contemporáneos, solo van a surgir de políticas de Estado consensuadas. Es decir, no lo va a hacer la mano invisible del mercado. Pero, esos avances no van a tener rédito inmediato y el costo político puede ser alto para el gobierno.

En esa coyuntura nos encontramos. Abrazado a la visión mítica de la reacción antiestatista, ignorando la dimensión social de la política, Milei y su gobierno chocarán contra un paredón. Claro, en la vereda de enfrente se encuentran los restos de un kircherismo donde Cristina Kirchner, luego de su protagonismo en cuatro gestiones, sigue intentando sobrevivir. Claro es una época muy distante de aquel 2011, año en el que tuvo su último triunfo electoral ya que en 2019 debió escudarse en Fernández y en 2023 ni siquiera se pudo presentar. La alternativa opositora son Axel Kicillof, que a pesar de su edad ya huele a pasado, o un poco sustentable Sergio Massa.

Probablemente, para entender lo que está ocurriendo resulte imprescindible comprender que el mundo transita por una nueva era, y que la democracia requiere recuperar su espíritu y modernizar sus formas.

Extremismos globales jaquean a la democracia

La prohibición dispuesta por Donald Trump para que Cristina Kirchner ingrese a territorio estadounidense debido a su situación procesal y las repercusiones internacionales (políticas y judiciales) de la intervención del Javier Milei en la publicidad de una criptomoneda ponen en evidencia, con crudeza, que más allá de las ideologías antagónicas de los “anarco libertarios” y el kirchnerismo, vivimos en un mundo global que se reacomoda en una traumática “posguerra fría”.

Un período en el que reaparecen posiciones extremas. Mientras China desafía a EEUU como superpotencia, surge una reacción conservadora que rechaza cualquier forma de gobernanza internacional, en la que se encolumnan Trump, Milei y nuevos liderazgos europeos anticomunitarios. Algunos fantasean con un proyecto extremo que rechaza a la democracia y el Estado y propone gobiernos de capitalistas. Una utopía que pretende dejar a la humanidad en manos de gerentes. Y hay una izquierda reseteada, encarnada en la cultura woke, que justifica a dictaduras como la venezolana y se entiende a la perfección con Vladimir Putin. Colateralmente, el terrorismo internacional conmueve a Europa y Medio Oriente.

Y, entre dos fuegos, la socialdemocracia y el socialcristianismo tratan de sostener los valores occidentales. Un escenario complejo, con atisbos de gran violencia y que compromete al planeta.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales