Ángeles y demonios en la corrupción

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De cómo la confianza mata al hombre, podría ser el título de esta reflexión. Sin embargo, desde el punto de partida de esta inusitada historia la línea de crecimiento literario lo deja atrás por los increíbles episodios suscitados, rayanos en la peor ridiculez, patéticos por las actuaciones que involucran al presidente, a la vicepresidenta de la nación, y al Senado.

De cómo la confianza mata al hombre, podría ser el título de esta reflexión. Sin embargo, desde el punto de partida de esta inusitada historia la línea de crecimiento literario lo deja atrás por los increíbles episodios suscitados, rayanos en la peor ridiculez, patéticos por las actuaciones que involucran al presidente, a la vicepresidenta de la nación, y al Senado.

Un senador, ya ni siquiera importa el nombre, viajó a medianoche con su secretaria -una pareja sospechada de cercanía más que administrativa-, y cruzó la frontera con Paraguay en un recorrido familiar para ellos.

Los descontroles en esta ocasión fallaron (vaya a saberse por qué botoneada), y la pareja fue detenida un poco más adentro del país vecino, donde le descubrieron que no había declarado que llevaba 200 mil dólares, 650 mil pesos argentinos, y un millón de guaraníes: el senador llevaba, en realidad, una canasta de monedas.

El segundo hito importante de la historia es la negación de la propiedad del dinero por parte del legislador: “la plata no es mía”. El funcionario público detenido deslizó que toda esa plata era de su secretaria, quien iba a hacer compras para vender en Argentina. “La plata no es mía”, repetía mientras de su mochila salían -antes que la plata- sus propios documentos de identidad. “La plata no es mía”, vino a desplazar el slogan más conocido de los últimos tiempos: “no hay plata”.

Mientras el hombre sudaba tinta frente a los fiscales paraguayos, y aparecía a la vez en todos los medios periodísticos, en Argentina se comenzó a destejer la trama secreta del historial de vida del senador, quien obviamente llegó a su cargo después de pasar por varias instancias del poder en forma silenciosa, discreta. Hasta el traspié en la frontera era poco conocido, incluso como senador, pero aquí entró en acción el diablo para luchar contra las fuerzas del cielo.

La tentación nació en el paraíso terrenal, pero la maneja mejor el infierno. El actual gobierno argentino viene peleando desde diciembre de 2023 para conseguir la aprobación de sus leyes, en ambas cámaras. Luchó denodadamente para lograrlas con el esfuerzo de pelear al mismo tiempo con los arrebatos del presidente. Pero con el senador detenido se abrió otra clase de juego, uno de la casta más tradicional: maniobras de técnicas legislativas con el Ejecutivo para lograr la aprobación de la Ley Bases y, a la vez, disimular el acuerdo que le confirió al detenido la presidencia de la Comisión de Inteligencia de la cámara alta, entre otras cosas.

El lugar en Inteligencia estaba destinado a un senador del PRO, que se quedó sin nada y sin saber por qué.

Todo esto no fue gratis, la principal fuerza de oposición habituada a las agachadas, y origen de donde provenía el senador detenido, lo dio por vendido al oficialismo y se lo sacó de encima, mientras otros opositores no kirchneristas -sin conocer las maniobras tras bambalinas- vociferaban que había llegado al Senado elegido por el kirchnerismo. Esto, era lo de menos, quizás una ingenuidad.

Para que esto sucediera las malas lenguas dicen que hubo visitas del senador a la Casa Rosada donde se acordó el pago de este apoyo con la presidencia de Inteligencia, y algo más.

Esta muestra cinematográfica se agigantó con el correr de los minutos cuando la vicepresidenta de la nación, a su vez presidenta del Senado de la Nación, convocó irritada a una sesión de urgencia para expulsar a Edgardo Kueire, y como dijo, “limpiar la basura”.

No hubo cálculos en esta convocatoria, sino puro impulso, porque desde el Ejecutivo no se movían las piezas para tomar decisiones de castigo al corrupto y solo reaccionó ante la amenaza de la expulsión con un grito de Javier Milei acerca de que, entonces, “hay que echar a todos los senadores involucrados en causas judiciales”. Ya se había expuesto el oficialismo al bregar por la falta de quorum para aprobar la “ficha limpia” en la Cámara de Diputados. La corrupción se subió a la mesa para ser aprovechada precisamente por aquellos que hicieron de ella una política.

La discusión en el recinto fue apoteótica y las divisiones de los bloques aliados del gobierno quedaron expuestas como una fractura de rodilla. No pudieron ponerse de acuerdo para impulsar la “suspensión” de Kueire y desaforarlo como pidió la jueza Arroyo Salgado; muchos, desorientados, terminaron votando la expulsión junto al kirchnerismo que ahora tendrá un senador más en su camada mientras el oficialismo perdió uno. El PRO, único partido que creyó en la suspensión, quedó pagando.

El titular del PRO, Mauricio Macri, creyó nuevamente que su bloque había sido “destratado”, pero la verdad es que el comunicado que emitieron en plena sesión había llegado demasiado tarde. La lentitud en política es sinónimo de suicidio.

Tras el resultado, desde la Casa Rosada enarbolaron la “nulidad de la sesión” por cuanto la vicepresidenta Victoria Villarruel no debía estar presidiéndola, sino actuando como presidente de la nación en ausencia de Javier Milei que viajó a Roma. Los trámites para que Virrarruel fuera a firmar el acta de traspaso del mando fueron desprolijos y extemporáneos desde la Rosada, y ella no atendió los mensajes que la convocaban.

La Justicia ya la dio por válida.

Desde Roma, el primer mandatario argentino, pidió a periodistas simpatizantes que le hicieran una entrevista para acusar a Villarruel de no haber firmado el acta y dejar en acefalía al gobierno nacional. La interna de la Libertad Avanza es más fuerte que el prestigio del partido gobernante. Milei insistió en que hay que declarar nula a la sesión y volver a convocarla porque “total, los números van a ser los mismos, y Kueire estará afuera”. Una barbaridad nunca vista, únicamente posible gracias al amateurismo oficialista y la falta de muñeca que da la experiencia política.

Lo que nadie dice, ni pregunta, es quien le dio los 200 mil dólares al senador demorado en Paraguay. El hombre está alojado en una lujosa propiedad en un barrio exquisito de Asunción porque su abogado pagó la fianza de 150 mil dólares por el senador y otro tanto por su secretaria, alias “la compradora”.

Se descarta que cuando Kueire sea juzgado en Paraguay, el resultado puede incidir en la política argentina. ¿Qué puede decidirse en el país vecino si él insiste en que el dinero no es suyo? ¿La secretaria ya dijo que el dinero era de él?

La justicia argentina los espera si es que algún día ponen un pie en el territorio.

Por el momento los argentinos ven que cuando se trata de corrupción participan tanto ángeles como demonios.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales