¿Tu pareja te engaña o solo estás proyectando tus inseguridades? Cuando ves en el otro lo que no te gusta de vos

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En una relación, es común que surjan escenas de celos, un comportamiento que suele estar relacionado con el miedo a la infidelidad. Muchas veces, una persona expresa su temor a que le sean infiel, lo cual puede reflejar una inseguridad personal. Sin embargo, más allá de una simple preocupación, este sentimiento puede estar relacionado con un fenómeno psicológico conocido como proyección .

En una relación, es común que surjan escenas de celos, un comportamiento que suele estar relacionado con el miedo a la infidelidad. Muchas veces, una persona expresa su temor a que le sean infiel, lo cual puede reflejar una inseguridad personal. Sin embargo, más allá de una simple preocupación, este sentimiento puede estar relacionado con un fenómeno psicológico conocido como proyección.

La proyección ocurre cuando una persona atribuye a su pareja u otra persona sus propios miedos, deseos o comportamientos, incluso sin que estos estén presentes en la otra persona. En el caso de los celos, esto se da cuando alguien teme que su pareja le sea infiel, pero en realidad está proyectando su propia conducta o temores. Por ejemplo, una persona que ha sido infiel en el pasado o que tiene la tentación de serlo, puede temer que su pareja haga lo mismo, aunque no haya indicios reales de infidelidad. En este caso, el miedo no proviene de una amenaza real, sino de una proyección de sus propias inseguridades y actitudes hacia la otra persona.

Este mecanismo psicológico tiene un trasfondo más profundo que involucra el autoestima y las inseguridades personales. La proyección permite que una persona “coloque” sus propios temores y emociones en el otro, lo que puede distorsionar la percepción de la realidad y generar conflictos innecesarios. Al comprender la proyección, se puede identificar cuándo los celos son un reflejo de nuestras propias inseguridades y no de una amenaza externa real.

Para comprender mejor este complejo fenómeno, El Tribuno dialogó con el licenciado en Psicología y profesional salteño, Iván Bikauskas (MP 1705).

Ver en los demás lo que no nos gusta de nosotros mismos es una tendencia común en las personas. Este mecanismo de proyección es, en realidad, una defensa inconsciente que emplea el individuo para reducir el sufrimiento interno. Al proyectar, se “externalizan” las propias emociones, pensamientos o características indeseadas, colocándolos en otras personas. Así, en lugar de confrontar esos aspectos de uno mismo, el inconsciente los traslada a los demás, lo que impide que se resuelvan los conflictos internos. Aunque la proyección puede ofrecer alivio temporal, a largo plazo, impide que se aborden las raíces del sufrimiento y, por lo tanto, no resuelve el problema subyacente.

Por ejemplo, una persona que se siente rechazada o no aceptada por su grupo de amigos podría, inconscientemente, empezar a acusar a los demás de ser distantes o indiferentes. En lugar de enfrentar su propio miedo al rechazo, proyecta esas inseguridades en los demás, creando un conflicto innecesario. De esta forma, aunque el dolor de sentirse excluido no se resuelve, la persona se enfoca en lo que percibe como rechazo por parte de los demás, sin abordar su propia sensación de insuficiencia.

¿Qué significa proyectar?

En los últimos años, el término “proyectar” se ha popularizado entre los jóvenes para describir el acto de atribuir cualidades negativas propias a otra persona. Un ejemplo común de esto es cuando alguien critica los defectos físicos de otra persona, cuando en realidad, esas críticas reflejan inseguridades sobre su propio cuerpo.

Desde el psicoanálisis, Bikauskas explicó que proyectar implica que una persona atribuye a otra los aspectos de sí misma (generalmente negativos) que solo percibe en los demás. Sin embargo, no puede reconocer estos aspectos en sí misma, ya que confrontarlos generaría angustia. Es decir, proyectar actúa como una defensa psicológica que permite evitar enfrentarse con los propios miedos o imperfecciones.

El licenciado utilizó el conocido refrán: “vemos la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el nuestro”, para ilustrar este fenómeno. Este dicho popular refleja cómo, a menudo, somos rápidos para señalar los defectos de los demás, mientras que somos incapaces de ver nuestras propias fallas, incluso cuando son mucho más evidentes.

Además, Bikauskas añadió que una modalidad de proyección se da en los manipuladores, quienes, al no reconocer sus propios errores o responsabilidades, tienden a culpar a los demás de sus fallos. De esta forma, no solo evitan enfrentar sus propias imperfecciones, sino que transfieren la culpa hacia otros, creando un ciclo de evasión y distorsión de la realidad.

El rol del autoestima

Se habla constantemente de la importancia del autoestima en la vida de una persona: si alguien tiene el autoestima baja o alta. Pero, realmente, ¿sabemos lo que significa este concepto tan fundamental para nuestro bienestar emocional?

El especialista definió el autoestima como “el valor que nos damos a nosotros mismos como personas; puede estar relacionado con el físico, la inteligencia, las capacidades, las habilidades sociales y los comportamientos”. Es decir, el autoestima abarca cómo nos percibimos en distintos aspectos de nuestra vida, desde nuestra apariencia hasta nuestras habilidades y relaciones interpersonales.

Este aspecto fundamental de los seres humanos comienza a formarse desde la infancia y adolescencia, cuando somos valorados (positiva o negativamente) por nuestros padres, familiares, amigos, profesores, entre otros. Bikauskas explicó que toda esta información se va “introyectando” en nuestra mente, es decir, la absorbemos de manera inconsciente, y es así como empieza a desarrollarse nuestra autovaloración.

El licenciado señaló que, cuando una persona tiene una autoestima sólida y bien forjada, es capaz de mantenerse firme incluso si una persona externa intenta descalificarla o hacerla sentir mal. Esto demuestra que el autoestima fuerte no depende de la aprobación externa, sino de la seguridad interna. Por ello, es crucial que los niños crezcan en un ambiente que les ofrezca mensajes positivos y de apoyo. Crecer rodeado de críticas y descalificaciones constantes puede dificultar el desarrollo de una autoestima saludable en la adultez.

Además, Bikauskas destacó que la sociedad y la cultura juegan un papel clave en la formación del autoestima. Estos factores establecen ideales de belleza, éxito profesional y comportamientos “normales”, que influyen directamente en cómo nos vemos a nosotros mismos. Por ejemplo, la presión social por cumplir con ciertos estándares de belleza o alcanzar un nivel determinado de éxito puede afectar negativamente nuestra autopercepción, si no estamos preparados para enfrentarlo.

La influencia del autoestima en la proyección

Cuando alguien no tiene seguridad en sí mismo, suele buscar maneras de sentirse mejor, y una de las formas en que puede lograrlo es descalificando a los demás. Un ejemplo claro de esto se ve en el miedo al engaño: acusar al otro de “mentiroso” o “infiel” puede ser un reflejo de la falta de confianza en sí mismo. En estos casos, la persona proyecta en la pareja sus propios miedos y dudas internas.

El autoestima y la proyección están estrechamente relacionados. Como explicó Bikauskas, “una persona con autoestima alta proyectará en los demás cualidades positivas, como confianza y seguridad. En cambio, una persona con autoestima baja proyectará sus propios miedos, vergüenzas, inseguridades, su sentimiento de incompetencia, y tristeza”. Esto significa que la manera en que nos percibimos influye directamente en cómo percibimos a los demás.

Autoestima falsa o inflada

Además, la proyección también puede manifestarse en personas que tienen una autoestima falsa o inflada. Este tipo de personas tiende a alardear de sus habilidades o logros y, al mismo tiempo, critica a los demás. En este caso, la proyección se produce porque, aunque aparentan tener una alta autoestima, en realidad temen enfrentarse a sus propias debilidades o limitaciones. Al proyectar estas inseguridades en otros, intentan protegerse de la vulnerabilidad que les genera reconocer sus propios miedos o carencias.

La proyección en las relaciones interpersonales

La baja autoestima tiene un impacto significativo en la capacidad de una persona para formar, o incluso intentar formar, relaciones saludables. La seguridad en uno mismo es esencial para poder relacionarse de manera sana con los demás. Sin una autoestima sólida, es más probable que se desarrollen inseguridades que interfieren con la confianza mutua y la comunicación abierta.

“Cuando te revisan el teléfono”

Como explicó Bikauskas, “un ejemplo muy común es la persona que acusa a su pareja de serle infiel, y la controla o revisa el teléfono. Cuando, en realidad, es ella misma quien está involucrada en esas situaciones”. Este comportamiento refleja una proyección clara, donde la persona, al sentirse insegura o culpable por sus propios temores o acciones, los atribuye a su pareja. De este modo, no solo se crea una desconfianza injustificada, sino que también se impide la resolución de los conflictos internos, lo que podría llevar a una mayor tensión y ruptura en la relación.

Este fenómeno no solo ocurre en situaciones de celos o infidelidad, sino también en otras dinámicas interpersonales, como la crítica constante o la descalificación. En relaciones de pareja, amistad o familiares, cuando alguien tiene una baja autoestima, puede proyectar sus inseguridades, miedos y dudas sobre sí mismo en los demás, lo que genera conflictos innecesarios y dificulta el establecimiento de una conexión genuina y saludable.

Cómo mejorar el autoestima y evitar proyectar

Descubrir y reconocer nuestras fortalezas y cualidades es fundamental para fortalecer el autoestima y mejorar la seguridad en uno mismo. Este proceso de autoexploración nos permite valorar nuestros propios logros, tanto grandes como pequeños, y aceptar que nuestras virtudes no necesitan ser validadas por los demás. Al construir una base sólida de autoestima, podemos enfrentar los desafíos de la vida con mayor confianza y equilibrio emocional.

El licenciado Bikauskas explica que, “para evitar la proyección, es necesario aprender a reconocer y asimilar los aspectos negativos de nosotros mismos. Entender que somos humanos, que no somos perfectos, que cometemos errores, tenemos defectos y experimentamos emociones negativas; así como también poseemos aspectos positivos, nos permite aceptar nuestra totalidad”. Este proceso de aceptación y autoconocimiento es clave para evitar proyectar nuestras inseguridades y emociones no resueltas en los demás.

Cómo confrontar a alguien que está proyectando

Cuando nos damos cuenta de que alguien está proyectando sus propios problemas o inseguridades sobre otra persona, puede ser tentador confrontarlo directamente. Sin embargo, Bikauskas sugiere que lo primero que debe guiar nuestra reacción es la empatía. “Es importante tratar de ponerse en los zapatos de la otra persona, comprender su perspectiva y los motivos que la llevan a proyectar”, concluye. La empatía permite que podamos acercarnos a la persona desde un lugar de comprensión, lo que favorece una conversación más abierta y respetuosa, ayudando a la persona a tomar conciencia de su comportamiento sin sentirse atacada.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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