El cine puede expresarse de múltiples formas, a través de distintos estilos y técnicas que impactan tanto a los realizadores como al público. Una de las más fascinantes, aunque utilizada de manera minoritaria, es el stop-motion. Esta técnica de animación consiste en tomar fotografías de objetos reales que se mueven ligeramente entre cada toma. Al reproducir las imágenes en secuencia, se crea la ilusión de movimiento, dando vida a personajes y escenarios que, de otra forma, estarían estáticos. Su complejidad y laboriosidad hacen que cada producción sea una obra artesanal, donde cada detalle cobra vida cuadro por cuadro.
Si bien podemos mencionar a varios pioneros y personas clave que permitieron el desarrollo del stop-motion, dos nombres destacan especialmente. El cineasta español Segundo de Chomón fue uno de los primeros en emplear esta técnica de manera innovadora, como en El hotel eléctrico (1908), donde los objetos parecían moverse solos en pantalla. Por su parte, Willis O’Brien revolucionó utilizándola en su trabajo titulado King Kong (1933), animando criaturas gigantes que dejaron una huella imborrable en la historia del cine.
Esto nos trajo varios largometrajes que hoy son clásicos queridos de la cultura popular. Entre ellos, indudablemente destaca El extraño mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas), lanzada en 1993, una película que nos presenta la historia de Jack Skellington, el Rey Calabaza de Halloween Town. Cansado de su rutinaria existencia aterrorizando a los habitantes de su ciudad, Jack tropieza accidentalmente con Christmas Town, un mundo lleno de luces y alegría que lo inspira a querer apoderarse de la Navidad. Este choque de festividades se convierte en el motor de la trama, mientras Jack intenta, con buenas intenciones pero resultados desastrosos, darle su toque macabro a la Navidad.
El extraño mundo de jack
Este proyecto surgió directamente de la imaginación de Tim Burton, conocido por su estilo oscuro y excéntrico en películas como Beetlejuice. Burton, quien había creado la historia y los personajes, no pudo dirigir la película debido a sus compromisos con la secuela de Batman Returns, por lo que cedió la dirección a Henry Selick. En ese momento, Selick era un prestigioso animador en Disney, y más tarde dirigiría otros éxitos como Coraline y Wendell & Wild. La producción fue un desafío monumental: se construyeron enormes sets y se utilizaron marionetas que se movían con precisión milimétrica, fotograma por fotograma, para crear la fluidez de la animación. Este laborioso proceso llevó más de 18 meses, con un equipo de animadores dedicados a capturar cada pequeño movimiento.
Lo interesante de este proyecto musical no solo radica en su trama, sino también en el diseño de producción y el diseño de personajes que le dan vida a Halloween Town. Este mundo está lleno de criaturas singulares, desde Sally, la muñeca de trapo con corazón de oro, hasta el villano Oogie Boogie, una entidad burlona hecha de insectos. Cada personaje tiene su historia y su importancia dentro del ecosistema de Halloween Town. El contraste entre los mundos es uno de los elementos visuales más llamativos, con los tonos oscuros y sombríos de Halloween Town frente a los vibrantes y coloridos de Christmas Town. Esta dualidad no solo refuerza el conflicto de la película, sino que también resalta el cuidado y la atención al detalle en el diseño de producción y personajes, consolidando El extraño mundo de Jack como un referente del cine.
Si bien el stop-motion puede parecer limitado, en realidad cualquier objeto puede cobrar vida con esta técnica. Una de las variantes más destacadas es el claymation, que utiliza plastilina, arcilla u otros materiales maleables para dar forma a personajes y escenarios. Esta técnica permite una flexibilidad artística única, ya que los personajes pueden ser moldeados y modificados en cada fotograma, ofreciendo un estilo visual que los distingue de otras formas de animación. Uno de los grandes exponentes de esta técnica es el estudio británico Aardman Animations, cuyo enfoque en el claymation ha generado algunos de los clásicos más queridos de la animación.
“Chicken Run” recaudó más de 220 millones de dólares en taquilla, batió récords para una película de animación rodada “fotograma a fotograma” -stop-motion- y fue candidata al Globo de Oro a la mejor comedia. EFE/Miguel Conceiçao/Archivo
Un ejemplo icónico del trabajo de Aardman es Pollitos en fuga (Chicken Run, 2000), dirigida por Peter Lord (¡Piratas! Una loca aventura) y Nick Park (El cavernícola). Aunque los personajes de esta película tienen una base articulada para facilitar el movimiento, los detalles y expresiones se logran mediante el uso de plastilina. Esto otorga a los personajes una cualidad casi artesanal. La película narra la historia de un grupo de gallinas que buscan escapar de una granja donde corren el riesgo de ser convertidas en pasteles de carne. La mezcla de una historia llena de humor, tensión y emoción, junto con la singular estética del claymation, convirtió a Pollitos en fuga en un clásico instantáneo.
Este enfoque meticuloso es una marca distintiva del estudio y se refleja claramente en sus producciones. La habilidad de Aardman para mantener esta calidad y estilo se evidencia no solo en Pollitos en fuga, sino también en otras obras emblemáticas como Shaun el cordero (Shaun the Sheep Movie, 2015) y Wallace y Gromit: La batalla de los vegetales (The Curse of the Were-Rabbit, 2005), haciendo que el sello del estudio sea inmediatamente reconocible.
Junto a estas formas de utilizar la técnica, el claymation y el stop-motion suelen asociarse con el cine infantil. Sin embargo, Anomalisa demuestra que la animación puede explorar temas adultos y profundos. Dirigida por Charlie Kaufman (¿Quieres ser John Malkovich?) y Duke Johnson (Community), esta comedia dramática utiliza marionetas impresas en 3D para contar una historia sobre la alienación y la búsqueda de conexión en la vida adulta.
Captura del tráiler oficial de Anomalisa
La trama de Anomalisa aborda cuestiones complejas como la introspección y la conexión humana, mostrando que la animación puede ser una herramienta poderosa para explorar emociones profundas. Los creadores del film tenían el objetivo de sumergir al espectador en la historia al punto de olvidar que estaban viendo una película animada. Este enfoque busca que la animación sirva como un medio para conectar genuinamente con el público y profundizar en la experiencia humana, demostrando así la versatilidad y el potencial del stop-motion para tratar temas adultos de manera efectiva.
Desde los primeros experimentos de Segundo de Chomón hasta las innovaciones de Aardman Animations y la introspectiva narrativa de Anomalisa, el stop-motion ha evolucionado y se ha adaptado a diversas formas de expresión artística. Esta técnica no solo ofrece una estética palpable, sino que también permite a los cineastas explorar una amplia gama de temas y emociones, desde lo fantástico hasta lo profundamente humano. A medida que el cine continúa evolucionando, el stop-motion sigue siendo una forma fascinante de contar historias, recordándonos que, a pesar de la tecnología moderna, la artesanía y la creatividad siguen siendo esenciales en la creación de experiencias cinematográficas memorables.