A la hora de bajar todos los discursos a la realidad

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El intercambio mediático entre el presidente Javier Mieli y la expresidenta Cristina Kirchner vaticina un final más que anunciado: polarizar para distraer, polarizar para diferenciar. Volvamos al 2017 cuando el entonces presidente Macri hablaba de la lluvia de inversiones, del segundo semestre y la inevitabilidad del éxito argentino.

El intercambio mediático entre el presidente Javier Mieli y la expresidenta Cristina Kirchner vaticina un final más que anunciado: polarizar para distraer, polarizar para diferenciar. Volvamos al 2017 cuando el entonces presidente Macri hablaba de la lluvia de inversiones, del segundo semestre y la inevitabilidad del éxito argentino.

En ese momento, Unidad Ciudadana, el precursor del fallido Frente de Todos, también sostenía un argumento económico que viraba alrededor de la caída de la industria, el levantamiento desastroso del cepo y el endeudamiento externo serial culminando con el préstamo más grande de la historia del Fondo Monetario Internacional. Volvamos al hoy y encontramos la misma dinámica. Un argumento de la oposición centrado en lo económico, un discurso del oficialismo centrado en lo económico.

A gran diferencia de la última batalla electoral entre dos modelos económicos antagonistas, en este caso Milei representa una visión marcadamente radical, sin precedente en la historia económica y política de la Argentina: dogmático en lo económico, frágil en lo político, fanático en lo financiero. Aun así, con las diferencias de época, el discurso económico vuelve a ganar centralidad por dos razones fundamentales. La primera, porque la realidad así lo dicta. La segunda porque en breves meses entraremos en un circuito electoral desembocando en la renovación del Congreso, un paso necesario para una posible reelección de Javier Milei. Repasemos.

La realidad

Primero, y lo más importante, la realidad.

El panorama económico y social es pésimo. Las razones, y las culpas, son compartidas. No hay sector político al que no le podamos pedir explicaciones del desastre. Que esté todo roto no es excusa para no pedir mejoría al gobierno de turno, menos cuando la agenda absoluta del candidato Milei fue económica.

Desde este lugar siempre hemos sostenido que las responsabilidades de gestión son absolutas. Como también la comparación de resultados entre periodos presidenciales. Atrás quedan las estadísticas de superávit gemelos. Para ser justos hay que medir con la misma vara. Hoy el gobierno de Milei logró que la preocupación más importante entre encuestados del país sea el desempleo. La inflación viene por detrás, y la educación ya le gana a la inseguridad. La realidad es que pisamos el 50% de pobreza, la actividad económica cayó 6,4% comparado con agosto 2023, y los datos del estimador mensual de actividad económica (EMAE) dan una contracción del 0,3% en Julio. Entre noviembre 2023 y mayo 2024 se perdieron 123.000 puestos de trabajo registrados en el sector privado. Si la economía argentina depende casi un tercio del consumo, la variable del salario es clave. Desde enero 2024 el salario del sector privado registrado se encuentra 6% abajo, el haber mínimo 13%, el salario del sector público 21% y el salario mínimo vital y móvil 32% abajo. La fábula de la recuperación en V fue eso, una fábula. Estos son los datos de la realidad y el resultado de la gestión actual.

Por supuesto estos datos son una foto en el tiempo. Si el gobierno cree que su plan de estabilización ultraliberal y en contra del Estado, puede funcionar, deberemos prestar atención a lo que los datos nos digan en los próximos meses y también al contenido de los presupuestos para el 2025 donde el presidente prometió defenderlo frente al Congreso en persona.

Ante estos resultados de la gestión económica, la oposición critica desde un planteo de error de diagnóstico. Si la economía de Milei depende de las condiciones financieras y monetarias, la expresidenta descree de los datos de superávit y la capacidad de pago de la deuda. Sin estas dos condiciones, Milei estaría encarando hacia el abismo. Dos modelos, dos diagnósticos, y el país en el medio. Lo cierto es que la disputa de modelos políticos desde la economía no es nueva para los procesos preelectorales del país. Si pudiésemos tener un debate con altura, con calma y con el objetivo compartido de mejorar al país, el antagonismo de modelos sería algo recontra bienvenido. La democracia es justamente eso. Hoy, no vemos las condiciones de un debate serio o por lo menos intelectualmente honesto. Por un lado, la denostación del rol fundamental de Estado en una economía normal, y del otro la incapacidad de evolucionar en prácticas económicas de reforma profunda y sinceramiento de lo hecho. Milei mira al futuro sin contemplar el pasado, la oposición mira al pasado pensando que es futuro. Ni una cosa ni la otra, menos en un periodo electoral.

Clima electoral

En octubre 2025 el Congreso renueva 127 Diputados y 24 Senadores. En la actualidad, La Libertad Avanza tiene 38 Diputados y 7 Senadores, lejísimos del quorum de 129 para la Cámara Baja y 37 para la Cámara Alta. Aun con una victoria arrasante, Milei no conseguiría una mayoría, pero si podría acercarse al tercio de las fuerzas, así bloqueando una amenaza de juicio político y alcanzando números estables para sacar leyes junto con bloques dialoguistas como el PRO. Este escenario depende exclusivamente de la calidad de gestión y el impacto real de las medidas que ejerce el gobierno. En este sentido, la estrategia parece ser un mix de tácticas reales y otras efímeras. En la primera, controlar la inflación y en la otra ofrecer toda batalla cultural posible. En ambas el gobierno ha demostrado fortaleza. Claro, con una recesión inducida e insultos mediante. Del otro lado, la oposición peronista atraviesa una etapa de crisis de liderazgo, identidad, renovación y serios problemas de introspección. Unión por la Patria tiene 99 Diputados y 33 Senadores, debiendo renovar 14 bancas en el Senado y 47 en Diputados. En ambos casos, la situación actual de la oposición puede derivar en una derrota importante perdiendo, por ejemplo, la primera minoría en ambas Cámaras. Es por esta razón que la polarización del discurso político pasa por lo económico.

¿Qué hacemos con el país?

La expresidenta, única líder de la oposición, sabe que debe ofrecer un discurso económico para diferenciar con Milei. Lo que no está claro es qué capacidad de mensaje puede ofrecer sin antes hacer introspección correctiva afianzando la honestidad intelectual que hoy también le falta al presidente. Si el discurso económico pasa solamente por un debate teórico de palabras difíciles y gráficos con muchos números, la oposición no va a poder confrontar con un gobierno que se identifica desde lo económico y, hoy, una mayoría de encuestados parece apoyar. La disputa electoral desde lo económico puede ser un peligro si no se habla con claridad al bolsillo del votante. Ambas facciones políticas tienen un desafío allí. El gobierno por demostrar que el dolor tuvo sentido, y la oposición, que lo alternativo tiene consistencia. Inauguramos un proceso electoral más, con el pedido de siempre: debatir ideas en profundidad, con evidencia, sin gritar, y con planes listos para implementación.

En Salta igual. Renovamos 3 Senadores y 3 Diputados. El discurso meramente provincialista no alcanzara si es puramente la alineación entre un cargo y una dirigencia política. Salta necesita debatir qué quiere ser en 30 años; no qué nombre se le va a poner al nuevo rejunte electoral.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/salta

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