Barbara Kingsolver recibirá la medalla del National Book Award por su obra literaria

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Barbara Kingsolver será honrada el 20 de noviembre en Manhattan

Barbara Kingsolver, galardonada con la medalla del National Book Award -uno de los mayores premios literarios de Estados Unidos-, recuerda bien los años en los que no podía imaginar recibir tales honores. “Sentía este escepticismo continuo, no de los lectores, sino de los críticos y los guardianes. Era por dos motivos,” dijo Kingsolver, de 69 años. “Uno: Porque era una escritora rural y vivía en un lugar rural. No soy neoyorquina. No escribo sobre cosas de la ciudad, así que eso siempre me ha posicionado como una forastera. Dos: Soy una mujer y, ciertamente hace 30 años, eso era un obstáculo para la escritora.”

El viernes 6 de septiembre, la Fundación del Libro Nacional anunció que Kingsolver era la 37.ª ganadora de su medalla por Contribución Distinguida a las Letras Americanas (DCAL), que anteriormente ha sido otorgada a Toni Morrison, Philip Roth y Joan Didion, entre otros. Las novelas de Kingsolver, incluyendo El árbol de los frijoles, La Biblia envenenada y Animales en los árboles, han vendido millones de copias y han tocado temas sociales como la inmigración y el abuso de drogas hasta el medio ambiente y la desigualdad de ingresos.

Las nominaciones para la medalla, que incluye un premio en efectivo de 10.000 dólares, son realizadas por antiguos ganadores del National Book Award, finalistas, jueces y otros miembros de la comunidad literaria. Kingsolver será honrada durante una ceremonia de cena el 20 de noviembre en Manhattan, cuando se anunciarán los ganadores en cinco categorías competitivas.

“Siento que he estado en este curso constante, y es un sentimiento notable y maravilloso ser apreciada y honrada de esta manera por mis colegas,” dijo Kingsolver. “No es alguien fuera del campo. Son las personas que ven la literatura como nuestro sustento y nuestro ancla espiritual. Y eso significa el mundo para mí.”

La carrera literaria de Kingsolver comenzó con un concurso local de cuentos

En la ceremonia, la Fundación del Libro también presentará una medalla por logros de toda una vida al activista-editor W. Paul Coates por “servicio sobresaliente” a la Comunidad Literaria Americana. Será presentado por su hijo, el autor-periodista Ta-Nehisi Coates, él mismo ganador del Premio Nacional del Libro. Kingsolver recibirá su premio de manos de su agente, Sam Stoloff de la agencia Frances Goldin, cuyo fundador epónimo era como “una madre” tanto para Sam como para ella; “así que me pareció perfecto que estuviéramos juntos en esta ocasión especial”, dijo.

Kingsolver está siendo celebrada en un momento en que su carrera nunca ha sido más fuerte; su novela más reciente, Demon Copperhead fue su éxito más grande hasta el momento. Una reimaginación de David Copperfield, de Charles Dickens, con el joven narrador como un niño de los Apalaches, Demon Copperhead fue endorsada por Oprah Winfrey, ganó el Premio Pulitzer en 2023 y se vendió tan bien durante tanto tiempo en tapa dura, que solo este otoño está saliendo en una edición de bolsillo.

Kingsolver ha recibido numerosos otros premios, incluyendo una Medalla Nacional de Humanidades, el Premio Dayton de Literatura por la Paz y el Premio de Ficción para Mujeres –en dos ocasiones–. Incluso estableció su propio premio, el Premio Bellwether para el Cambio Social, que ha reconocido libros de Lisa Ko y Gayle Brandeis, entre otros.

“La escritura de Barbara Kingsolver abarca lo personal y lo político, examinando temas complejos de justicia social, exaltando el mundo natural y explorando el cambio social progresivo con cuidado y especificidad,” dijo la directora ejecutiva de la Fundación, Ruth Dickey, en un comunicado. “Para Kingsolver, escribir es una herramienta para el activismo comunitario –una forma de arrojar luz sobre algunas de las injusticias ambientales y sociales más intrincadas de nuestro tiempo, y una forma de arte a través de la cual puede compartir historias de sus amadas Apalaches con el mundo–. Todos nos hemos beneficiado de su brillantez.”

Kingsolver es originaria de Annapolis, Maryland, y ha vivido en lugares como la República del Congo y Tucson, Arizona, entre otros. Pero se identifica más fuertemente con los Apalaches, donde pasó gran parte de su infancia y ha vivido durante los últimos 20 años, en una granja en el suroeste de Virginia con su esposo, Steven Hopp. Kingsolver se especializó en ciencias en la Universidad DePauw y la Universidad de Arizona, trabajó como periodista independiente en Arizona después de graduarse y lanzó extraoficialmente su carrera literaria cuando ganó un concurso local de cuentos.

Kingsolver compara su trabajo con una conversación que busca conectar con los lectores

Durante la última generación, Kingsolver ha visto cambios que cree han permitido que se escuchen voces como la suya. Cuando comenzó, dice, las listas negras anticomunistas de los años 1950 y 60 todavía habían dejado el paisaje artístico “cicatrizado,” reacio a abordar temas más allá de las familias y las relaciones. Pero más recientemente ha dado la bienvenida a lo que llama “briznas de pasto verde,” escritores como Jesmyn Ward y Colson Whitehead que abordan la raza, o la ficción ambientalista de Richard Powers. Su propio trabajo demuestra que se pueden plantear preguntas más amplias y mantener un público masivo.

“En otra parte de mi vida, escribo piezas de opinión, escribo cartas al editor de mi periódico local, asisto a reuniones de la junta escolar. Sé cómo hacer eso,” dice. “Pero eso no es literatura. La literatura no es decirle al lector qué pensar. Hay una dosis de condescendencia en cualquier trabajo didáctico que haces. Dejo eso a la puerta de mi escritura. Nunca condesciendo a mis lectores. Nunca asumo saber algo que ellos no saben.”

Como autora de bestsellers, tiene la rara suerte de recorrer el país para sus libros y conocer al menos a algunos de sus fans –aquellos, señala, que están “en libertad de asistir a una lectura,” a menudo en entornos urbanos–. Kingsolver piensa en lectores que no esperaría que aparecieran. Recibe cartas de África, de prisiones, de personas que crecieron en hogares de acogida.

“Todos ellos saben cosas que yo no sé,” dice. “Entro en esto como entraría en una conversación con un amigo. Digo, ‘Aquí hay algo que me preocupa. Me pregunto si te preocupa a ti. Vamos a dar un paseo. Te voy a dar una historia. Te voy a dar una razón para pasar la página mientras damos este paseo.’”

“Estoy escribiendo para cualquiera que quiera dar ese paseo conmigo.”

Fuente: AP

[Fotos: EFE/ Andreu Dalmau]

Fuente: https://www.infobae.com/tag/policiales