Brasil oxigena a la dictadura de Maduro: mientras Lula pide una solución pacífica para Venezuela, su principal asesor dice que no confía en las actas de la oposición

0
18
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (EFE/André Borges) EFE

Aunque el debate brasileño se centra estos días principalmente en las próximas elecciones municipales de octubre, ya que faltan menos de dos meses, el tema de la crisis venezolana sigue agitando la política interna. La Comisión de Relaciones Exteriores del Senado aprobó el jueves dos pedidos de audiencia tanto para el ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, como para el asesor especial de Lula para política internacional, Celso Amorim, que había sido enviado por Lula a Venezuela para acompañar de cerca el proceso electoral a pesar de las críticas de Maduro a la credibilidad del sistema electoral brasileño. La del Senado es formalmente una invitación que puede ser rechazada según el reglamento del Congreso. Sin embargo, los rumores apuntan a que ambos citados han aceptado comparecer. Amorim tiene previsto presentarse el 15 de agosto, mientras que Vieira regresará de un viaje oficial dentro de tres semanas. En cambio, Glivânia Maria de Oliveira, actual embajadora de Brasil en Venezuela, no ha sido invitada. Antes de ser nombrada embajadora en Caracas, había sido Directora General del Instituto Río Branco, la escuela del Itamaraty responsable de la formación de los nuevos diplomáticos. Durante su dirección en abril de 2023, el Instituto Río Branco acogió una clase magistral del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov. Ante los futuros funcionarios de la cancillería brasileña, Lavrov comparó las declaraciones de Europa sobre el conflicto en Ucrania con la propaganda nazi de Goebbels.

En cuanto a Amorim, en los últimos días ha estado en el centro de una dura polémica por una entrevista concedida a la televisión Globo en la que dijo no fiarse de las actas electorales de la coalición opositora Plataforma Unitaria Democrática de María Corina Machado y del candidato presidencial Edmundo González Urrutia. Antes había dicho que “es evidente que es lamentable que aún no hayan aparecido las actas electorales. No lo digo ahora, se lo dije al presidente Maduro. Estuve con él al día siguiente de las elecciones”. Luego agregó: “Ni siquiera confío en las actas presentadas por la oposición”. Una frase que María Corina Machado manejó con la diplomacia y habilidad de quien está desafiando a una dictadura feroz y no puede permitirse polémicas. “Podemos entregar las actas electorales al gobierno de Brasil”, respondió la líder opositora venezolana, reconociendo también “el esfuerzo de Brasil porque es necesario que haya un espacio de mediación entre las partes para que la solución al conflicto sea pacífica y lo más rápida posible”.

Sin embargo, concluyó señalando que “los venezolanos eligen a sus líderes, no la comunidad internacional”. Muchos en Brasil interpretaron estas últimas palabras de Machado como una réplica a otra declaración de Amorim en la misma entrevista emitida unas horas antes. “Temo mucho que pueda haber un conflicto grave. No quiero utilizar el término ‘guerra civil’, pero lo temo, por lo que creo que tenemos que trabajar por un entendimiento. Esto requiere conciliación y la conciliación requiere flexibilidad por ambas partes”. Equiparando los que defraudaron en las elecciones a los que son víctimas del fraude, Amorim volvió a proponer la misma equivalencia utilizada por Lula en el conflicto de Ucrania desencadenado, recordemos, por la invasión antidemocrática de Rusia. En mayo de 2023, de hecho, el presidente brasileño sobre su homólogo ucraniano Volodimir Zelensky y el presidente ruso Vladimir Putin había declarado que “hoy ambos quieren el 100%. Y creo que eso no es posible. Cada uno de ellos tendrá que ceder. Si no es ahora, será mañana, pasado mañana, dentro de un año, pero ocurrirá”.

Celso Amorim, asesor especial de Lula para política internacional (EFE/J.P.Gandul) EFE

En la entrevista, Amorim también habló de la amnistía. “La amnistía debe ser recíproca. Los que perdieron las elecciones seguirán viviendo normalmente, pudiendo presentarse a las elecciones”. Estas palabras revelan dos escenarios previstos por el Brasil de Lula. En el caso del reconocimiento de González Urrutia, se da a entender que Maduro y todo su establishment pueden, en palabras del ministro, “seguir viviendo tranquilos en Venezuela, pudiendo presentarse a las elecciones”. En el caso de una permanencia de Maduro en el poder, el otro escenario que se infiere de las palabras del principal asesor de Lula es que la oposición volverá a vivir tranquilamente y luego esperará para volver a postularse. Recordemos que el régimen venezolano impidió efectivamente esta posibilidad a María Corina Machado al hacerla declarar inelegible por su justicia cómplice.

Sobre la propuesta de mediación compartida con los gobiernos de Colombia y México, Amorim dijo: “Creo que es más importante que los tres presidentes hablen entre ellos, y sepan llevar una conversación que puede ser con Maduro, pero también puede ser con el candidato de la oposición en algún momento”. A continuación, condenó las sanciones estadounidenses y europeas. “¿Por qué Estados Unidos mantuvo sanciones tan violentas cuando ya se había iniciado un proceso de negociación? ¿Por qué la Unión Europea mantuvo las sanciones precisamente cuando había sido invitada -¡invitada!- a ser observadora?”. El régimen de Maduro, recordemos, impidió finalmente que observadores europeos pudieran seguir el proceso electoral, permitiendo en su lugar a observadores enviados por China y Corea del Norte. Amorim también negó la posibilidad inminente de una llamada telefónica entre Lula y Maduro, y sobre las posibles escisiones en el seno del Partido de los Trabajadores (PT), que reconoció inmediatamente a Maduro como presidente, se limitó a decir que “no vivimos bajo un partido único; afortunadamente vivimos en un régimen pluralista. No creo que haya habido una ruptura en su seno. Es normal que la gente piense así; es una corriente política importante en Brasil. Yo no pienso así”.

En cuanto a Lula, su metedura de pata durante su visita oficial a Chile no pasó desapercibida. Cuando un periodista brasileño le pidió un comentario sobre la autoproclamación de Urrutia como presidente de Venezuela, Lula se mostró evasivo. “¡El tipo ni siquiera ha asumido el cargo y usted espera que yo ya hable de él!”, respondió. Fabiano Lana escribe en el diario O Estado de São Paulo: “Siempre locuaz cuando hay micrófonos cerca, el presidente Lula guardó silencio frente a los periodistas durante su viaje a Chile. Tuvo que escuchar con calma una lección de coherencia de su homólogo chileno, el presidente Gabriel Boric, de que dictadura es dictadura, no importa el color de la bandera o de la camisa. El mismo mensaje debió dejar callado al asesor internacional Celso Amorim, aparentemente siempre dispuesto a darle otra oportunidad al régimen de Maduro y mal dispuesto frente a la oposición venezolana. Nótese también que Amorim habla más de pacificar el país que de democracia. Es sabido que una dictadura, por la fuerza, ‘pacifica’ a una población”. Un editorial del diario Folha de São Paulo también presiona al presidente brasileño para que cambie de postura. “Lula halagó al dictador y ahora cosecha frustraciones. Inerme por el fraude electoral, debe tratar al régimen de Maduro como una dictadura y trabajar por una transición a la democracia”, reza el texto.

Lula da Silva junto a Celso Amorim (EFE/Andre Borges) (EPA) EFE

El jueves, durante la primera reunión ministerial tras las vacaciones de julio, Lula dijo que quiere discutir con los ministros una “solución pacífica” a la crisis venezolana. Refiriéndose a su ministro de Asuntos Exteriores, Vieira, el presidente brasileño dijo que “el compañero Mauro hablará sobre las turbulencias que estamos encontrando para buscar una solución pacífica a las elecciones venezolanas. Es muy importante”, dijo. Unas horas después llegó el comunicado conjunto redactado junto al colombiano Gustavo Petro y el mexicano Andrés Manuel López Obrador en el que siguen pidiendo al Consejo Nacional Electoral de Venezuela que muestre las actas electorales como un “acto fundamental”, escriben. A continuación, piden al Gobierno de Maduro que garantice el pleno ejercicio del “derecho democrático a la manifestación”. Finalmente, los tres países también reiteraron “su disposición de apoyar los esfuerzos de diálogo y búsqueda de entendimientos que contribuyan a la estabilidad política y a la democracia en Venezuela”.

También en el diario O Estado de São Paulo, William Waack escribe que “el gobierno de Lula ve a Venezuela como parte del frente que ganará el conflicto geopolítico”, es decir, el Sur Global. “El presidente interpreta la gran ruptura geopolítica en curso como el triunfo inevitable del Sur Global”. Un Sur al que pertenecen otros regímenes autoritarios, de China a Irán, pasando por Rusia, y al que el presidente Lula aspira a ser un líder mundial. En su discurso en la cumbre de la Unión Africana en febrero de este año, Lula definió al Sur Global como “parte ineludible de la solución a las grandes crisis que afligen al planeta. Crisis que surgen de un modelo que concentra la riqueza y afecta sobre todo a los más pobres y, entre ellos, a los inmigrantes”.

Mientras tanto, Maduro, que hasta ahora ha sido el protagonista de ese Sur Global y que, según las diversas causas judiciales abiertas en su contra en Estados Unidos, se ha enriquecido considerablemente a costa de los venezolanos cada vez más pobres por su gestión política, sigue ganando tiempo, según unos para falsear los registros para mostrárselos al mundo y según otros esperando que, con todas las tensiones que se producen en el planeta, también Venezuela caiga tarde o temprano en el olvido. Sin embargo, esta vez no ha contado con un factor importante. En efecto, hay millones de venezolanos, dentro y fuera del país, cansados de la miseria y la injusticia que se han convertido en los sabuesos de la democracia. El Brasil de Lula también tendrá que tenerlo en cuenta. Si con Ucrania pudo jugar y beneficiarse del efecto distanciamiento, con Venezuela no puede permitírselo por tratarse de su vecino. En las últimas horas, varios sitios de rastreo aéreo han registrado numerosos vuelos YV2770, normalmente utilizados por el régimen de Maduro, en la ruta Puerto Ordaz y Ciudad Guayana, en el estado venezolano de Bolívar, y Manaos, en el estado brasileño de Amazonas. Uno de estos vuelos llegó a Manaos, donde permaneció sólo una hora, procedente del aeropuerto internacional Oscar Machado Zuloaga de Caracas, que desde ayer está bajo el control de la Dirección General de Contrainteligencia Militar.

Fuente: https://www.infobae.com/tag/policiales