Concierto de guitarra y quena

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Sucedió otra vez; pasa a diario. No procesamos una noticia que otra la reemplaza; no salimos de una sorpresa que otra la eclipsa. En el fárrago de barbaridades diarias, se hace imposible comentar todo, como, por ejemplo, que la diputada libertaria Lilia Lemoine dijo que “la inflación no es el aumento de precios, sino un fenómeno monetario”. Por un instante pensé que todo lo que había aprendido en la universidad estaba equivocado. Pronto la realidad se impuso; se puede intentar desafiar la ley de gravedad hasta el cansancio, pero, la moneda siempre va a caer. Cara o seca; pero siempre habrá de caer. En la décimo novena edición de “Economía con aplicaciones a Latinoamérica”, por ejemplo, escrito por el premio Nóbel de Economía Paul A. Samuelson y el Doctor en Economía por el MIT, Willian D. Nordhaus; en la página 632 dice, y cito: “la inflación ocurre cuando sube el nivel general de precios”.

Sucedió otra vez; pasa a diario. No procesamos una noticia que otra la reemplaza; no salimos de una sorpresa que otra la eclipsa. En el fárrago de barbaridades diarias, se hace imposible comentar todo, como, por ejemplo, que la diputada libertaria Lilia Lemoine dijo que “la inflación no es el aumento de precios, sino un fenómeno monetario”. Por un instante pensé que todo lo que había aprendido en la universidad estaba equivocado. Pronto la realidad se impuso; se puede intentar desafiar la ley de gravedad hasta el cansancio, pero, la moneda siempre va a caer. Cara o seca; pero siempre habrá de caer. En la décimo novena edición de “Economía con aplicaciones a Latinoamérica”, por ejemplo, escrito por el premio Nóbel de Economía Paul A. Samuelson y el Doctor en Economía por el MIT, Willian D. Nordhaus; en la página 632 dice, y cito: “la inflación ocurre cuando sube el nivel general de precios”.

En una nueva demostración de lo peligrosa que puede ser la ignorancia en los círculos de poder, esta diputada desafió a los doctores Samuelson y Nordhaus (a todo economista, en realidad); al querer redefinir el concepto de inflación. “La inflación no es el aumento de los precios; primero y principal” dijo, terminante y muy segura de sí misma. “No, no, no, no y no; la definición de inflación no es esa”; retrucó cuando el periodista que la entrevistaba le repitió, textual, la definición clásica de inflación que mencioné antes y que figura en cualquier texto de formación básica inicial. Muy suelta de cuerpo, Lemoine aseguró que “la inflación es la pérdida de valor (de la moneda) por la emisión” -fenómeno que, en economía, se conoce como depreciación de la moneda- y agregó “que se confunden las cosas (…) y que el dólar puede aumentar, como puede aumentar la leche”. Hay que decirlo fuerte y claro: la única embrollada, es ella.

Confundiendo efecto con causa y todo con todo; negando que la inflación es la suba generalizada de precios sino la depreciación de la moneda por la emisión; desconociendo nociones básicas y elementales de economía y de sentido común -el menos común de los sentidos-; esta aspirante frustrada a ser humano racional refutó en vivo a profesionales de la economía, diciendo -terminante, otra vez-, “hay que diferenciarlo porque si no se es irresponsable”. Lemoine me hizo pensar en ‘Incitatus’, el caballo preferido del emperador Calígula; nombrado cónsul en una Roma imperial decadente y terminal. Al menos ‘Incitatus’ no hablaba. Y tampoco era entrevistado en televisión.

En el primer tomo de la colosal novela de ciencia ficción “El problema de los tres cuerpos” de Cixin Liu, el autor expresa una idea que deberíamos contemplar con temor reverencial: “Cuando las ideas no científicas prevalezcan sobre el pensamiento científico, se abrirá la puerta que conducirá al colapso de todo el sistema de pensamiento científico”. Y racional, agrego yo.

Para nuestra desgracia, la retahíla de barbaridades de Lemoine no terminó allí. Pocos días después, en una nueva e interminable secuencia de eventos desafortunados, se hizo público el video de Enzo Fernández ante el triunfo de la Selección en la Copa América. Todo podría haber terminado en el pedido de disculpas -excelente e inobjetable- de Enzo. Pero no. Este es un gobierno con una vocación infinita por hacerse daño y que ama dispararse tiros en los pies.

Así, llegaron primero las declaraciones inexplicables, equivocadas, y por completo fuera de lugar de Victoria Villarruel; seguida por la eyección de Julio Garro a manos de la “Policía del Pensamiento Único” – ese órgano capaz de leer e interpretar “el pensamiento del Javo” mejor que el propio “Javo”-; y para rematar, nuevas declaraciones de Lemoine; quien dijo, y cito: “(Garro) es un tipo que estaba arrodillándose, se lo veía cómo estaba a punto de sobarle la quena a alguien. Yo no quiero un funcionario en el gobierno que vaya a chuparle nada a ninguna potencia extranjera”. “¿Quién es Garro para pedirle a un héroe nacional que se arrodille a pedir disculpas?”; bramó a coro la “Policía del Pensamiento Único” desde los foros reales y virtuales; lugares desde donde ejercen un poder policial ni votado ni elegido. Las formas sí importan; a pesar de todo lo que se esfuercen estos funcionarios por hacernos creer que no.

Sin pensamiento científico -sin pensamiento racional-, sólo queda realismo mágico. Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad” y Macondo sin su belleza, ni su amor, ni su poesía magistral. Ojalá quedara, al menos, la entrañable familia Buendía. Pero no; tampoco eso. A nosotros sólo nos quedan “cosplayers” terraplanistas, médiums tarotistas, influencers interpretadores del pensamiento y del sentir del presidente; y una cantidad enorme de personajes variopintos de todos los signos, ideas y colores. Argentina es un país que me resulta cada día más difícil de adjetivar. Supongo que a los que tienen que decidir si venir a invertir acá les pasa igual.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales