En un mundo donde el cambio climático y las prácticas agrícolas intensivas desafían la sostenibilidad de los recursos naturales, las terrazas agrícolas emergen como una solución ingeniosa y ancestral. Estas estructuras, diseñadas para mitigar la erosión hídrica y mejorar la productividad del suelo, están demostrando ser una herramienta poderosa tanto para los agricultores como para el ambiente.
Un estudio reciente en la provincia de Entre Ríos reveló que la implementación de terrazas no solo previene la degradación del suelo, sino que también aumenta la rentabilidad de los cultivos hasta en un 24%.
Suelo esencial y descuidado
Su función imprescindible no es novedad, pero aún así su degradación es constante: el suelo es un ecosistema complejo y crucial que proporciona nutrientes esenciales para las plantas, regula el ciclo del agua y alberga una diversidad de organismos que contribuyen a su salud y fertilidad. Prácticas agrícolas intensivas, como el monocultivo, el uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, y la labranza profunda, han acelerado la degradación del suelo. Esto resulta en la pérdida de materia orgánica, compactación y erosión, amenazando la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y, en última instancia, la seguridad alimentaria global.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un tercio del suelo del planeta está degradado debido a factores como la erosión, la salinización y la contaminación química.
La construcción de terrazas no solo ofrece beneficios económicos al mejorar los rendimientos agrícolas, sino que también proporciona ventajas ambientales significativas
Erosión hídrica: agua que lastima
En Argentina, la situación es alarmante: la erosión hídrica afecta al 35 % de los suelos productivos, aproximadamente 64 millones de hectáreas, una superficie mayor que dos veces la provincia de Buenos Aires o dos veces el tamaño de Italia.
Pero, ¿a qué llamamos erosión hídrica? A la pérdida del suelo superficial arrastrado por el agua; ha empeorado con los años debido a prácticas agrícolas no sostenibles y el incremento de lluvias intensas causadas por el cambio climático. Este fenómeno no solo reduce la fertilidad del suelo, sino que también impacta negativamente en la capacidad del suelo para retener agua y nutrientes, afectando así la biodiversidad y la productividad agrícola.
Además, la erosión hídrica causa daños significativos en la infraestructura, como caminos rurales, y aumenta el riesgo de inundaciones.
Terrazas Agrícolas: Una Solución Eficaz y Sostenible
En este contexto de incertidumbre climática y una necesidad imperante de proteger y conservar el suelo, las terrazas agrícolas se presentan como una solución eficaz y sostenible. Estas estructuras, que consisten en nivelar el terreno en escalones, ayudan a controlar la erosión al ralentizar el flujo del agua y permitir su infiltración en el suelo. Esta práctica no solo protege el suelo, sino que también mejora la retención de agua y nutrientes, creando un entorno más fértil y productivo.
Las terrazas agrícolas no son una novedad. En países como China y Perú, han sido utilizadas durante siglos para controlar la erosión y mejorar la productividad agrícola. Las terrazas de arroz en las colinas de Yunnan, China, y las terrazas de cultivos en el Valle Sagrado de los Incas, Perú, son ejemplos emblemáticos de cómo esta técnica puede transformar paisajes y sostener comunidades agrícolas durante generaciones.
Un estudio realizado en Entre Ríos por Daniel Tomasini, profesor de la Facultad de Agronomía de la UBA, ha demostrado los numerosos beneficios de estas estructuras. Durante ocho campañas agrícolas, el equipo comparó los rendimientos de soja y maíz en lotes con y sin terrazas.
Más rentabilidad y más protección
Los resultados fueron contundentes: los lotes con terrazas no solo evitaron la caída de los rendimientos, sino que lograron una rentabilidad hasta un 24% mayor en comparación con los lotes sin terrazas.
La investigación en Entre Ríos reveló que la implementación de terrazas permitió aumentos significativos en los rendimientos de soja y maíz. En el caso de la soja de primera, las terrazas permitieron aumentos de 86 kg por hectárea y por año, mientras que en el maíz, las pérdidas anuales disminuyeron un 61.1%, pasando de 244 a 95 kg/ha. Estos resultados, publicados en la revista Agronomía & Ambiente, subrayan el impacto positivo de esta práctica en la productividad agrícola.
La conservación del suelo tiene un valor incalculable para la sociedad en general. Las inundaciones, como las que afectaron a Gualeguay, podrían haberse evitado con prácticas de conservación del suelo (Gobierno de Entre Ríos)
Impacto económico y ambiental
“La inversión en terrazas tuvo un rendimiento financiero positivo. La tasa interna de retorno de la inversión, un indicador comparable con la de un plazo fijo en el banco, estuvo entre el 18 y el 24% anual en dólares. Es realmente muy alta e interesante como alternativa”, confirmó el especialista.
La construcción de terrazas no solo ofrece beneficios económicos al mejorar los rendimientos agrícolas, sino que también proporciona ventajas ambientales significativas. Conservar el suelo mejora los servicios ecosistémicos que este proporciona, como la regulación del ciclo del agua, la mejora de la calidad del aire y la mitigación del cambio climático.
Además, la conservación del suelo tiene un valor incalculable para la sociedad en general. Las inundaciones, como las que afectaron a Gualeguay hace unos años, podrían haberse evitado con prácticas de conservación del suelo. La construcción de terrazas ayuda a gestionar los excedentes hídricos, evitando que el agua arrastre tierra y dañe la infraestructura.
Implementar estrategias sostenibles como las terrazas agrícolas es una inversión no solo en la productividad presente, sino también en el bienestar futuro. La conservación del suelo es una responsabilidad compartida que requiere el compromiso de productores, gobiernos y la sociedad en su conjunto.
FUENTE: SLT FAUBA