La tranquila comunidad de Englewood, Colorado jamás imaginó el horror que se desataría el 25 de marzo de 2023. Reginald Maclaren, de 83 años fue detenido tras asesinar a su esposa e hija con un hacha. Después del macabro acto, contactó a las autoridades a través del 911, confesó el crimen y expresó que no sentía arrepentimiento alguno por sus acciones. Los detalles que emergieron en los días siguientes estremecerían incluso a los más curtidos detectives del departamento de policía local.
Maclaren, armado con un hacha, había acabado con la vida de su esposa Bethany, de 70 años, y de su hija Ruth, de 35. Pero el horror no terminó ahí. Con una sierra, desmembró los cuerpos y los depositó en dos grandes botes de basura, uno en la sala y otro en la cocina. La escena que encontraron los oficiales fue descrita por el jefe de policía Tracy Jones como una de las más espantosas que sus detectives, algunos con más de 20 años de experiencia, habían presenciado.
Durante el juicio, Maclaren no mostró arrepentimiento alguno. Según los documentos judiciales citados por la agencia Associated Press, él creía que sus víctimas estaban “en un lugar mejor”. Esta afirmación, lejos de aliviar el horror de sus actos, añadía una capa de incomprensible serenidad a su confesión. “Porque ahora están en un lugar mejor”, repitió ante las autoridades, una declaración que dejó atónitos a todos los presentes en la sala del tribunal.
Las razones detrás de este macabro crimen se revelaron como una mezcla de desesperación y premeditación. Maclaren había perdido su empleo recientemente, y la familia enfrentaba el inminente desalojo de su hogar. La crisis económica los había dejado sin opciones viables de reubicación, una situación que, según el propio Maclaren, lo llevó a planear el asesinato de su familia. “Todos íbamos a quedarnos sin hogar”, confesó, explicando que no veía otra salida que librar a su esposa e hija del sufrimiento que, en su mente, les esperaba.
Las compras en la tienda local Home Depot reflejan la fría planificación del crimen: un hacha, dos contenedores grandes y una sierra de mano fueron adquiridos alrededor de diez días antes de los asesinatos. Estos objetos, ocultos en su apartamento, se convertirían en las herramientas de un asesinato que conmocionó a la nación.
Reginald Maclaren, culpable de dos cargos de asesinato en primer grado, dos cargos de manipulación de un cadáver y un cargo de información falsa.
El día en que debían desalojar su vivienda, la desesperación de Maclaren alcanzó su punto máximo. En lugar de buscar ayuda o alternativas, decidió poner en marcha su plan macabro. La noche anterior, mientras su esposa e hija dormían, tomó el hacha y perpetró los asesinatos con una precisión escalofriante. Los detalles revelados por el fiscal adjunto Jake Adkins durante el juicio pintan una imagen de traición y desesperación: Maclaren había emboscado a su propia familia, quitándoles la vida en un acto que había planeado meticulosamente durante semanas.
Los restos de Bethany y Ruth fueron encontrados en la mañana siguiente por los oficiales que respondieron a la llamada al 911.
El jurado del condado de Arapahoe lo declaró culpable de dos cargos de asesinato en primer grado, dos cargos de manipulación de un cadáver y un cargo de información falsa y Maclaren conocerá el monto de su pena el próximo miércoles 10 de julio, según reportó CBS Colorado.
Mientras tanto, la casa donde ocurrieron los asesinatos permanece vacía. Los residentes de Englewood dejaron flores y mensajes en el frente de la residencia, mostrando su solidaridad con las víctimas y su repudio al acto violento.
Jake Adkins, en declaraciones a 9News, afirmó: “El señor Maclaren traicionó a su familia en una emboscada que planeó durante semanas”.