Este acto de rebeldía de Torres, acompañado por otros mandatarios provinciales de diversas ideologías políticas, encuentra sus raíces en una larga historia de conflictos entre las provincias y el gobierno central. Desde las primeras décadas del siglo XIX, tras la independencia de Argentina de España en 1816, hasta la actualidad, las tensiones entre las regiones y el poder central influyeron en la configuración del país.
El “No al caño” de Felipe Sapag
Las provincias patagónicas, hoy de nuevo en el centro de la agenda política, han sido protagonistas en reiteradas oportunidades de estos desafíos al poder central. En Neuquén, por ejemplo, todavía vive en la memoria popular el “No al caño” de Felipe Sapag en 1986, cuando ante la imposición del gobierno nacional de construir un gasoducto que llevaría el gas de Neuquén a Bahía Blanca, lanzó una campaña de resistencia que reflejó la lucha por la autonomía provincial y el control de los recursos naturales.
El “No al caño” – según recuerda el periodista Rubén Boggi, editor del sitio “Mejor informado” – quería decir que Neuquén impediría el paso del gasoducto por el río, en su límite geográfico, si no se accedía al menos a alguna de sus demandas. Estas demandas se traducían en dos grandes objetivos industriales: una planta de fertilizantes (Fertineu), y el desarrollo de un polo petroquímico que permitiera la separación “en origen” de los componentes ricos del gas. En ese contexto, el gobierno nacional dispuso la construcción del gasoducto Neuba, para llevar el gas desde Neuquén a Bahía Blanca, y hacer allí lo que el gobernador quería hacer en Neuquén.
Horacio Massaccesi, el “Robin Hood patagónico”
En 1991, durante el gobierno de Río Negro a cargo de Horacio Massaccesi, se produjo otro incidente significativo. En un contexto de crisis financiera provincial, Massaccesi ordenó la incautación de 15 millones de dólares pertenecientes al Banco Central, desafiando así la autoridad del gobierno central, al mando por entonces de Carlos Menem, ganándose el apodo de “Robin Hood patagónico”.
Nestor Kirchner y los u$s 500 millones
El caso de Nestor Kirchner, quien en 2002 admitió haber depositado en el exterior 500 millones de dólares en regalías petroleras de la provincia de Santa Cruz para evitar las restricciones del “corralito”, también resalta como un acto de desafío al poder central.
El dinero fue primero depositado en un banco de Nueva York, en los Estados Unidos, y luego terminó en un banco de Crédit Suisse, en Suiza. Según explicó el ex mandatario en una entrevista, tomó la decisión por la falta de confianza “en los dirigentes del país”. La admisión se conoció 6 meses después del “corralito”, el nombre popular con el que se llamó a las restricciones impuestas por el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, en diciembre de 2001, que impedían retirar libremente el dinero depositado en el sistema bancario argentino.
Angeloz y la radicación de Honda en Cruz del Eje
Eduardo Angeloz, durante su mandato en Córdoba en los años 80, también protagonizó una rebelión provincial al reclamar avales nacionales para la radicación de la fábrica de motos Honda en Cruz del Eje. Pese a que gobernaba el país Raúl Alfonsín, un hombre de su propio partido, el “Pocho” nunca consiguió los avales nacionales para la radicación. Los analistas de la época coincidieron en atribuir el bloqueo a la iniciativa a la famosa “Coordinadora”, una entente de dirigentes radicales otrora jóvenes, que veían en el gobernador cordobés una piedra por derecha en el zapato del radicalismo gobernante. A la postre, tras la debacle de Alfonsín, Angeloz quiso sucederlo en la Presidencia, en una campaña con críticas sin miramientos con la gestión central radical en el poder.
En el contexto de la historia de rebeldías y desafíos al poder central en Argentina, la provincia de Córdoba fue varias veces escenario de episodios de este calibre. Además de la que hace poco protagonizaron el gobernador Martín Llaryora y el presidente de Milei, tras la caída de la Ley Omibus, quedó en el recuerdo la que tuvo como personajes central al exgobernador mediterráneo José Manuel de la Sota y la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, corporizada aún más en un evento público con la presencia de la por entonces ministra de Industria, Débora Giorgi.
El desencuentro se manifestó de manera palpable durante el acto de lanzamiento del nuevo Clio Mio en la planta de Renault en Santa Isabel, Córdoba, donde lo que inicialmente se esperaba fuera un evento centrado en el ámbito industrial se convirtió en un escenario político donde las diferencias entre el gobierno provincial y el nacional salieron a relucir.
La ministra Giorgi se vio visiblemente molesta por el tono político que adquirió el discurso de De la Sota, quien no desaprovechó la oportunidad para enviar mensajes directos a la presidenta. Su tono desafiante y sus críticas veladas hacia las políticas del gobierno central exacerbaron la tensión en el ambiente. Además, el gesto irónico de Giorgi al abandonar el escenario dejó en evidencia la brecha cada vez más amplia entre ambas partes.
El gobernador aprovechó el evento para reiterar la necesidad de un diálogo constructivo y una mejora en la infraestructura, mientras que también cuestionó las políticas impositivas del gobierno nacional, en particular, las relacionadas con el Impuesto a las Ganancias.
En el principio, fue la rebeldía
Sin embargo, estas rebeliones provinciales no son fenómenos exclusivos de tiempos recientes. La historia argentina está marcada por numerosos episodios de confrontación entre las provincias y el poder central. Desde el motín de Arequito en 1820, que llevó a la caída del Directorio y la reasunción de la soberanía por parte de las provincias argentinas, hasta la batalla de Cepeda en 1820, que resultó en la firma del Tratado del Pilar y la autonomía provincial, las rebeliones provinciales han sido determinantes en la configuración del Estado argentino.
En 1863, la muerte del “Chacho” Peñaloza, quien se levantó contra el centralismo porteño liderado por Bartolomé Mitre, desencadenó una serie de levantamientos federales en el interior del país. Estos eventos, que culminaron en la sublevación de provincias cuyanas lideradas por Felipe Varela en 1866, evidencian la persistente lucha por la autonomía provincial y el federalismo en Argentina.
Las rebeliones provinciales han sido una constante en la historia argentina, reflejando las tensiones entre las provincias y el poder central. Desde los primeros años de la independencia hasta la actualidad, estos actos de desafío han influido en la configuración política y económica del país, destacando la importancia de la autonomía provincial y el federalismo en la construcción de la nación argentina.
Fuente: https://www.cronista.com/