Ver a Draymond Green, desde el estilo de juego hasta sus excesos violentos, es como volver a vivir la época de Dennis Rodman, hace casi tres décadas. Con algunas diferencias, claro, pero también muchas similitudes. Las dos caras de un jugador, lo mejor y lo peor, en un mismo envase. Un volcán en amenaza de constante erupción. Ambos con un problema similar y un diagnóstico bastante parecido: como el Gusano antes, Green necesita contención y ayuda, sin dejar de ponerle límites. De los Warriors, su entrenador, la NBA y su entorno, si es posible. Y él, además, debe comprender la gravedad del momento que vive, luego de ser expulsado tres veces en 45 días y recibir la suspensión indefinida de la NBA. El obrero de lujo de GSW está a tiempo. Pero, también, puede desbarrancar totalmente, en los próximos meses, si sigue este espiral violento que comenzó hace 7 años y ya le costó 194 multas y 2.231.780 de dólares perdidos por sanciones.
Tal vez podamos decir que Rodman fue un poco más allá porque a lo que hizo en la cancha, tal vez con menos actos violentos que Green, se le sumarpm decenas de polémicas y escándalos que protagonizó fuera del campo. Pero, claro, tal vez muchas de las cosas que hizo tuvieron que ver con un período de crecimiento muy sufrido, más aún que el de Draymond. A Dennis lo abandonó su padre, la madre lo echó de la casa, fue homeless, estuvo brevemente en la cárcel por un robo y lo expulsaron de una facultad. Por suerte, en Oklahoma, una familia (blanca) lo adoptó y rescató del precipicio por donde hacía equilibrio. Así llegó a la NBA pero, tras ser dos veces campeón con los Pistons, intentó suicidarse dos veces (ambas en Detroit). Cuando pasó el vendaval psicológico, “sacó todo para afuera”, transformándose en un personaje extrovertido, disruptivo, polémico, que vivió a mil por hora bajo sus propias reglas y sin importarle el qué dirán.
A veces salía vestido de “drag queen”, por eso no sorprendió cuando se vistió de mujer (puntualmente de novia para una boda) para la presentación de su libro en 1997. Sí, publicó el suyo y también actuó en películas. Admitió haber estado con al menos 2000 mujeres. También salió con famosas. La primera fue Madonna, la Reina del Pop, con quien aseguró tener un acuerdo comercial para dejarla embarazada. “Si lo lograba me daría 20 millones de dólares”, reconoció. Luego se casó con Carmen Electra, la famosa actriz de la serie Baywatch, pero su agente aseguró que lo había hecho completamente borracho y pidió la nulidad de la boda. Claro, en su vida, a diferencia de la Green, no faltaron los excesos: apuestas, drogas y alcohol. Los descontroles, como se pueden imaginar, fueron parte de su vida.
Dennis Rodman
Un tipo que, es verdad, las hizo todas pero, a la vez, nunca (o casi) dejó de entregar todo y rendir en la cancha. Un jugador que inventó una forma de ser estrella casi sin tirar al aro, de ser decisivo en cinco equipos campeones anotando poco. Otra similitud con Green, quien de alguna manera ha querido ser el Rodman de esta época. Dennis tuvo de todo: discusiones, empujones, peleas, faltas técnicas, expulsiones, multas, sanciones… A veces estando bajo control, queriendo sacar ventajas, en otras sin límites… Otra coincidencia con Draymond. En enero de 1997 le dio una patada a un camarógrafo en Minnesota y le dieron 11 partidos de suspensión. En ese mismo año, durante las Finales, se escapó a Las Vegas para participar de un show de lucha libre y faltó a un entrenamiento… Lo solucionó volviendo y anulando a Karl Malone, camino al bicampeonato de los Bulls. En enero de 1998 pidió permiso, al menos. Y Phil Jackson y Michael Jordan se lo dieron. Tardó más de lo que avisó y MJ lo fue a buscar hasta el hotel… Fue en aquella última temporada en la que ganaron el Tri.
Rodman hizo muchas y la perdonaron casi todas, al menos en los Pistons y en los Bulls. En los Spurs, en cambio, nunca cuajó y fue Gregg Popovich el que lo terminó casi que regalando a Chicago (un canje por el pivote Will Perdue), en una de sus primeras decisiones como coach. Era mucho más una distracción que una ayuda en la cancha, pese a que nunca dejó de complementar a David Robinson con defensa y rebotes.
El mejor rebotero de la historia de la NBA siempre necesitó atención, contención y, a su manera, un poco de amor. Lo mismo que parece necesitar Green, que también vive al límite, casi que buscando ser reconocido y valorado. Lo es, claro, como un obrero de lujo, de la misma manera que se puede calificar al Gusano, pero sus actos violentos en los últimos tiempos han superado los de su polémico antecesor como ala pivote. Son demasiados, muy seguidos y en una época en el que las redes sociales y la comunicación te dejan mucho más expuestos y meten mucha más presión sobre el protagonista de escándalos de este tipo.
Instantes después del golpe de Draymond Green a Jusuf Nurkic (Mark J. Rebilas-USA TODAY Sports)
El último 12 de diciembre se dio el último papelón de Green, durante el tercer cuarto del partido contra los Suns. Molesto porque Jusuf Nurkic lo estaba contactando desde atrás, Draymond giró y le dio un fuerte manotazo -a mano abierta- que tiró al bosnio al piso. Inmediatamente Dray fue expulsado y se fue corriendo al vestuario. Luego, en conferencia de prensa, ofreció disculpas -a diferencia de otras ocasiones- pero, a la vez, aseguró que no había sido su intención golpear así al rival. Algo que nadie cree que sea así. “Necesita ayuda”, dijo Nurkic y no fue el único que entendió cuál es la mejor opción, luego de presenciar la tercera expulsión del obrero de lujo que tienen los Warriors.
A los pocos días, la NBA anunció una suspensión indefinida, algo que sólo hace en casos graves, aquellos que además busca monitorear sus progresos. Si no fuera un nuevo hecho violento de Green, seguramente habría recibido 5 partidos de suspensión. Como le pasó un mes antes cuando, exactamente el 14 de noviembre, le hizo una llave a Rudy Gobert, desde atrás y con el brazo, cuando apenas iba un minuto y pico del partido (estaba 0-0). El ala pivote se metió en un altercado entre Klay Thompson y Jaden McDaniels, asegurando que quería separar pero se pasó de rosca, una vez más. Finalmente, fueron 12 los cotejos de parate: esta semana podrá reintegrarse a los ensayos. Y necesitará unos días de recuperación de ritmo para volver a saltar a la cancha.
“No vivo mi vida con arrepentimientos”, dijo después de la práctica posterior a la suspensión. “Saldré en defensa de un compañero de equipo cada vez que esté en posición de hacerlo… Lo que me importa es, ante todo, cómo se sienten las personas que me importan. ¿Cómo son las personas? ¿Cómo se ven afectadas las personas que me importan? ¿Con qué tienen que lidiar? Eso es todo para mí”, dijo, aquella vez sin expresar ningún grado de autocrítica sobre su comportamiento.
Las conductas violentas no son nuevas y al menos datan de hace ocho años. En 2016, por caso, protagonizó un hecho que, para muchos, le costó el título a su equipo. En el cuarto partido de la final ante los Cavs, se cruzó en mitad de campo con LeBron y cuando el Rey intentó pasar por encima suyo, Green extendió el brazo y golpeó a James en la zona inguinal. Fue expulsado, recibió un partido de sanción y la seria comenzó a darse vuelta en aquel Juego 5. Cleveland ganó los últimos tres partidos, tras estar 1-3, y fue campeón.
En aquel 2016 también fue noticia cuando le pitaron una falta flagrante 1 por darle una patada en la ingle a Steven Adams. Insólitamente no fue suspendido para el siguiente partido, pero sí multado con 25.000 dólares. Sus problemas de control se extendieron hasta fuera de la cancha, cuando el 16 de julio aseguran que atacó a un jugador de fútbol americano de la Universidad Michigan State, Jermaine Edmondson.
Todo comenzó en un bar cercano al campus, cuando un par de amigos de Dray habrían atacado al muchacho tras una discusión. El incidente continuó al día siguiente, en el mismo pub, cuando Edmondson vio a Green y lo fue a confrontar por lo sucedido. El atleta alegó que Draymond empezó a golpearlo, y cuando le dijo que no tenía por qué ponerle las manos encima, le terminó dando un puñetazo en la mandíbula. La Policía, sin embargo, dice que Edmondson fue abofeteado por Green, a quien se llevaron bajo custodia hasta que se le pasó la borrachera.
Foto de archivo del jugador Draymond Green. EFE/EPA/JOHN G. MABANGLO
Al año siguiente, en octubre del 2017, Green fue expulsado y multado con 25.000 dólares tras un altercado con Bradley Beal.
Ya no contento con sus problemas con sus rivales, en 2018 comenzaron a conocerse problemas con compañeros. Y no con cualquiera sino con una de las estrellas, en este caso la nueva del equipo, Kevin Durant. En los últimos segundos de un partido contra los Clippers, Draymond agarró un rebote y, aunque KD estaba pidiendo la pelota, él eligió atacar solo. No hubo anotación y los Warriors perdieron en tiempo extra, generando un acalorado intercambio de palabras entre ambos. No fue la única vez que tuvieron encontronazos y hoy se sabe que aquella relación disruptiva con Green hizo que Durant dejara la franquicia.
Todavía peor fue lo que pasó en la temporada del 2022, meses después del campeonato logrado ante los Celtics. En octubre se filtraron imágenes de la terrible agresión de Green a Jordan Poole, otro compañero, durante un entrenamiento. Una trompada en la cara luego de una nueva discusión entre ambos. Un gran debate se armó alrededor del flamante papelón de Green, sobre todo si debía ser multado o canjeado, si ya sería imposible -o no- la convivencia entre ambos. Pero ni Steve Kerr ni la gerencia tomaron decisiones drásticas. Esta vez no lo suspendieron, apenas lo multaron. El ambiente de equipo nunca pudo ser recuperado y menos la temporada. El campeón anduvo a los tumbos, tuvo un récord mediocre (44-38) y fue eliminado en segunda ronda, por los Lakers (4-2). Fue cuando la franquicia decidió que no podía seguirse así y, una vez más, eligió a Green. En junio, cuando todavía quedaban las cenizas de la temporada, Poole terminó en los Wizards en un traspaso que incluyó la llegada de Chris Paul a Golden State.
Una temporada tumultuosa que tuvo más problemas. En marzo, al final de esa fase regular, se enzarzó con Herb Jones en el piso. Draymond hizo un movimiento de patada y golpeó la espalda del jugador de Pelicans, pero el asunto no pasó a mayores. Aquella falta técnica le hizo llegar a 16 y así tener que cumplir un partido de suspensión, sin sueldo, como marca el reglamento.
Draymond Green, un obrero de lujo, pero con problemas de cultura
Pero esto no es todo. A principios de abril, Green acabó perdiéndose un partido vital en los playoffs debido a un encontronazo con Domantas Sabonis. El lituano cayó al piso, justo a los pies de Green, quien no tuvo mejor idea que pisarlo en el pecho. Al parecer, Domantas tomó un poco la pierna de Draymond, la excusa ideal que esgrimió Green para luego meterle su pie derecho en el plexo. Fue suspendido por un partido.
Así, apenas necesitando una chispita para encender el volcán, llegó a la situación de hoy. Cada temporada que pasa el ala pivote necesita menos para explotar y agredir físicamente a rivales. Por un lado, no hay dudas de que es un obrero de lujo del equipo, alguien que ha dejado su huella como alguien que hace todo lo necesario para ganar. Un tipo que dedica cada gota de sudor en bajar rebotes, poner cortinas, defender, organizar el juego, asistir compañeros… Cada pequeña cosa que se requiere pagar partidos normales y trascendentes.
Pero esa personalidad avasallante que a veces es clave y determinante se vuelve un boomerang cuando no se puede controlar. A veces suele sacar de quicio a rivales, pero últimamente se saca más él, sobre todo cuando aparecen los desbordes físicos. A él le gusta rozar, jugar sucio, pero no que se lo hagan a él. Tolera poco y cuando se zarpa, comete acciones que indignan a muchos. Steph Curry, Klay Thompson y Kerr, el DT, lo siguen bancando pero los tres expresaron su preocupación, de alguna u otra forma.
“No puede seguir haciendo nada de lo que ha estado haciendo. Él lo sabe, nosotros lo sabemos. Todos lo saben. Eso significa que tiene que cambiar, y creo que esa es la búsqueda. El tono de la conversación cambió con respecto a cualquier otra suspensión. Nos tenemos que asegurar de que haga las cosas bien, construir un camino que le permita ser quien necesita ser como persona, como hombre, padre, marido y jugador de básquet, en ese orden. Mi rol acá es estar como amigo y como sistema de apoyo para él durante las 24 horas del día”, declaró Curry, la gran superestrella del equipo que lo bancó y lo banca, aunque poniendo ahora un límite más claro. “Es difícil porque él es una parte importante de lo que hacemos, y vamos a extrañarlo mucho. Sabemos que volverá mejor, y va a ser una persona cambiada. Lo extraño porque es mi amigo, es mi hermano. Y lo amo hasta la muerte”, agregó Klay. Las estadísticas avanzadas también marcan la importancia que tiene Green, incluso en momentos de malos comportamientos, como en esta joven campaña.
Pero, claro, Draymond necesita hacer una autocrítica. Y tal vez tener una contención. Como tuvo Rodman. En aquel momento fue otro jugador, llamado Jack Haley, un verdadero personaje que fue compañero, amigo y hasta padre, a la vez. De hecho, el pivote se ganó el apodo de “el niñero” de Rodman en la NBA. Estuvo en los Spurs y luego en los Bulls campeones, jugando poco y nada. Se mantuvo nueve temporadas en franquicias top, pese a ser votado como “el peor jugador” de la mejor competencia del mundo.
En el caso de Rodman había un tema de necesidades básicas insatisfechas. “Dennis, en realidad, vivía pidiendo auxilio y no tenía nadie a su lado que lo ayudara”, aclaró Isaiah Thomas, líder de los Chicos Malos de Detroit. Un análisis que el mismo Gusano confirmó en el episodio que tuvo en la serie 30×30 de ESPN. “Espero que todos, al final, se den cuenta que Dennis Rodman no quería el dinero. No quería la fama. No quería títulos. En realidad, sólo quería que alguien lo cuidara y lo amara”. Tal vez Draymond Green esté buscando algo de eso…