El compromiso global a la acción cotidiana

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En un mundo atravesado por múltiples crisis, el ambiente se ha convertido en una prioridad impostergable. Ya no se trata solo de proteger la biodiversidad o cuidar paisajes naturales; se trata de preservar las condiciones que hacen posible la vida humana en el planeta.

En un mundo atravesado por múltiples crisis, el ambiente se ha convertido en una prioridad impostergable. Ya no se trata solo de proteger la biodiversidad o cuidar paisajes naturales; se trata de preservar las condiciones que hacen posible la vida humana en el planeta.

Ya está más que demostrada la relación directa entre el cambio climático y los fenómenos naturales que causan eventos extremos.

La naturaleza no causa desastres por sí sola. Un huracán, una inundación o una sequía pueden ser fenómenos naturales, pero el desastre ocurre cuando esos eventos afectan a comunidades vulnerables, mal preparadas o expuestas sin protección adecuada.

A lo largo de las últimas décadas, los organismos internacionales —desde la ONU hasta el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), pasando por los compromisos del Acuerdo de París— han emitido advertencias claras y urgentes: si no modificamos nuestro vínculo con el ambiente, las consecuencias serán irreversibles.

Además vale destacar que está teniendo lugar la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), también llamada “Cumbre de los Océanos”, en Niza, Francia, del 9 al 13 de junio de 2025, organizada por Francia y Costa Rica.

Estos llamados no son simples declaraciones diplomáticas. Detrás de cada informe hay evidencia científica acumulada, mediciones precisas, evaluaciones de riesgo y escenarios futuros. La comunidad internacional ha hecho un esfuerzo sostenido por diseñar acuerdos que, como el de París, comprometan a los Estados a reducir sus emisiones, cuidar sus ecosistemas y transitar hacia modelos productivos sostenibles.

Sin embargo, hay algo que no puede resolverse solo desde los escritorios de los organismos multilaterales ni con las firmas de los jefes de Estado: el cuidado ambiental requiere de un cambio cultural profundo y de un compromiso colectivo.

La dimensión colectiva del cuidado

Es habitual pensar que los grandes problemas ambientales se resuelven con grandes decisiones. Pero tan importante como las políticas públicas y los tratados internacionales es el rol que cada comunidad, cada ciudad, cada grupo humano asume en esta tarea común. No hay política ambiental eficaz sin una ciudadanía ambientalmente consciente.

Y ahí entra la dimensión local a tomar más fuerza representándonos al ambiente en cada decisión que tomamos a diario.

El ambiente no se cuida solo desde los ministerios: se cuida también cuando una escuela promueve hábitos sostenibles, cuando un municipio mejora la gestión de residuos, cuando una organización barrial promueve el arbolado urbano, o cuando una familia decide consumir de forma responsable.

El desafío está en construir una nueva ética del cuidado, donde entendamos que nuestras acciones cotidianas —por pequeñas que parezcan— están conectadas con procesos globales. Que separar residuos, evitar el derroche de agua, reducir el uso de plásticos, consumir productos locales, o movilizarse por una causa ambiental, forma parte de un mismo entramado.

Pensar global, actuar local

La consigna “pensar globalmente, actuar localmente” no ha perdido vigencia. Más bien, hoy cobra nuevo sentido. En un momento donde los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación son palpables, es urgente unir lo macro con lo micro: los esfuerzos internacionales con los compromisos locales; las estrategias de Estado con los gestos comunitarios; el conocimiento científico con la sabiduría del territorio.

Porque no se trata solo de cumplir metas impuestas desde afuera. Se trata de garantizar un futuro vivible para las próximas generaciones. Y eso solo es posible si entendemos que el ambiente no es algo ajeno, sino el espacio común que habitamos, compartimos y construimos entre todos, día a día.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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