“Nos volvimos más inteligentes, pero sin capacidad de expresar emociones”

0
37
Luciano Lutereau es psicoanalista, escritor y doctor en Filosofía y en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Este jueves 12 hablará sobre inteligencia colectiva en el ciclo “Hablemos de lo que viene”, organizado por el diario El Tribuno.

Luciano Lutereau es psicoanalista, escritor y doctor en Filosofía y en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Este jueves 12 hablará sobre inteligencia colectiva en el ciclo “Hablemos de lo que viene”, organizado por el diario El Tribuno.

En el título del conversatorio hay dos componentes clave. Por un lado, la inteligencia colectiva en tiempos de inteligencia artificial, individualismo y aislamiento frente a los dispositivos móviles. “Volver a pensar lo colectivo implica desarrollar una inteligencia sensible: la inteligencia del vínculo humano, algo que jamás estará en manos de las máquinas”, señala Lutereau.

Por otro lado, responde a la invitación del Papa Francisco a reflexionar sobre la casa común: el medio ambiente. No se trata solo de evitar la explotación o el rendimiento, sino de reconstruir una relación con el mundo natural en tanto hábitat. “Se trata de volver a habitar este mundo”, resume.

El futuro de lo humano

Lutereau advierte que hoy está en juego el futuro de lo humano, porque el sentido mismo de la condición humana se está modificando. “Si miramos apenas cinco años atrás, vemos cuánto cambió todo a partir de la pandemia”, reflexiona.

“La pandemia llevó a una virtualización absoluta de la vida. Multiplicamos exponencialmente nuestras formas de interacción con la tecnología; nos virtualizamos. Y tras ello, llegó la inteligencia artificial. Peor todavía. Han sido cambios muy abruptos en poco tiempo, que afectan, sobre todo, la capacidad de ser humano. Como decía Aristóteles, el ser humano no es solo el animal que piensa, tampoco únicamente un animal sensible. Hoy nos hemos vuelto cada vez más cognitivos, más inteligentes, pensamos más… pero no podemos dejar de pensar. Proliferan las ideas rumiantes, los pensamientos intrusivos, la ansiedad. Y tenemos muy poca capacidad para lidiar con las emociones”, señala el psicoanalista.

El mundo post-pandemia es un mundo donde las emociones no encuentran espacio. “Por eso hoy todo va rápido: porque la emoción requiere tiempo”, explica.

Tomar el tiempo para vivir una experiencia, como atravesar un duelo y entender lo que uno siente, se ha vuelto cada vez más difícil. Uno de los diagnósticos que más ha crecido es la alexitimia: la dificultad de los jóvenes para identificar y expresar sus emociones.

“Hemos visto hace poco series como Adolescencia, que conmovió al mundo mostrando a un joven con enorme dificultad para procesar sus emociones. Películas como Intensamente reflejan muy bien esta problemática actual: la dificultad humana para distinguir y elaborar las emociones”, observa.

“Si retrocedemos 20 o 25 años, las películas eran distintas. El Rey León, por ejemplo, es una obra profundamente emocional, un drama familiar donde el hijo debe convertirse en rey”, compara.

Emociones y máquinas

“Hoy hemos perdido ese sentido de la épica en nuestra relación con el significado. Tanto es así que muchas personas hoy le preguntan a la inteligencia artificial cómo se sienten, porque han perdido la capacidad de preguntárselo a sí mismas”, advierte.

Esto mismo se traslada a la relación con el medio ambiente. “El medio ambiente ha dejado de ser esa casa significativa que nos acoge como un hogar. Y el cuidado del ambiente no es solo evitar tirar basura: es reconstruir una relación significativa con la Tierra, con el mundo y con nosotros mismos, que no sea de expropiación”, afirma.

Hoy nos resulta impensable vivir sin el teléfono inteligente. Y la pandemia, además, representó un cambio social de tal magnitud que posee características traumáticas. “El trauma altera la percepción del tiempo. Por eso, todavía hoy, cinco años después, nos preguntamos si ciertos hechos ocurrieron antes o después de la pandemia. Es importante tomar conciencia de esto, porque marca un nuevo tiempo de vida”, enfatiza.

Un mundo en colapso

El planeta está en emergencia. “No se trata solo de catástrofes climáticas. Hoy hay más migrantes por cambio climático que por guerras. Y pronto veremos crisis de electricidad y de agua en lugares donde ya no habrá acceso a esos recursos”, advierte.

Según Lutereau, es necesaria una nueva toma de conciencia. “Pensemos en algo concreto: hoy existen muchos espacios libres de humo. Hace 50 años se fumaba en aviones, en hospitales, incluso los médicos fumaban durante las consultas. En algún momento entendimos la toxicidad del tabaco y empezamos a restringir su uso. Creo que algo similar ocurrirá con la toxicidad digital. Tenemos una dependencia eléctrica altísima, con un consumo de electricidad muy peligroso. Y esto redefinirá el concepto de ambientalismo”, anticipa.

Contaminación invisible

“No basta con no tirar un papel en la calle. Si estás conectado 24 horas al teléfono, generando contenido, estás produciendo una contaminación que repercute sobre tu propia persona”, sostiene.

“Todavía no somos plenamente conscientes del daño neurológico asociado al uso intensivo de pantallas y teléfonos. Dormir con el celular al lado de la cama es comparable a fumar en la habitación. Antes se consideraba normal, hoy sabemos que es perjudicial. Sin embargo, aún tenemos el teléfono junto a la cabeza, expuestos a su radiación”, explica.

La nueva esclavitud

Según Lutereau, esta problemática trasciende gobiernos y Estados, y se ve agravada por la dificultad de la gente para pensar en términos abstractos. “Si le digo a alguien que no tire basura porque contamina el río, y esa persona no vive cerca de un río, no le resultará relevante. El problema ambiental ya no es la contaminación lejana, sino la pérdida de calidad de vida aquí y ahora”, advierte.

Desde su perspectiva profesional, plantea que el deterioro del vínculo humano es también un problema ambiental. “Estamos perdiendo capacidades esenciales que nos hacen humanos. Vivimos más años, pero no necesariamente mejor. La psicoterapia hoy busca justamente eso: ayudar a las personas a recuperar rasgos esenciales de la vida humana. Es un trabajo para volver a ser un ser humano y no un robot”, señala.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí