El periodismo argentino en tiempos de tensión y vértigo digital

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En un contexto de transformaciones profundas, el periodismo argentino conmemoró su día con una mezcla de orgullo, autocrítica y preocupación. La fecha no encuentra al oficio en su mejor momento, entre la velocidad de las redes sociales, el auge de la desinformación y los ataques desde el poder, los periodistas intentan sostener el rol en la vida democrática.

En un contexto de transformaciones profundas, el periodismo argentino conmemoró su día con una mezcla de orgullo, autocrítica y preocupación. La fecha no encuentra al oficio en su mejor momento, entre la velocidad de las redes sociales, el auge de la desinformación y los ataques desde el poder, los periodistas intentan sostener el rol en la vida democrática.

El escenario cambió. El periodista ya no solo informa, también compite por la atención en timelines saturados. La consigna parece ser sintetizar, titular con impacto y, sobre todo, llegar primero. En ese camino, muchas veces se sacrifica la verificación rigurosa.

El “periodismo de redacciones” convive con tuits que se vuelven noticia, capturas de pantallas que se presentan como fuentes, hilos que reemplazan a las crónicas tradicionales. La frontera entre información, opinión y enfrentamiento es cada vez más difusa.

Desinformación

Mientras tanto, crece la desinformación. Las noticias falsas se viralizan con una rapidez que el chequeo tradicional no logra contener. A eso se suma una crisis de confianza en los medios tradicionales: según varias encuestas, buena parte del público desconfía de la información que recibe.

Ante este panorama, entidades como ADEPA, ATA, ARPA lanzaron una campaña en la semana previa al 7 de junio bajo un mensaje claro:” Hacer periodismo profesional tiene consecuencias. No hacerlo tiene muchas más”. El objetivo: revalorizar el oficio, destacar la importancia de trabajar con hechos verificados y visibilizar el rol del periodista en contextos hostiles.

“Más allá de los formatos de consumo, los medios siguen siendo relevantes para la información “, afirmó Martín Etchevers, presidente de ADEPA. Desde la misma entidad, también destacaron que el periodismo argentino es reconocido internacionalmente por su innovación y rigor, a pesar de los cuestionamientos internos.

Tensiones con el poder

A esta crisis se agrega otro frente: la relación entre el periodismo y el gobierno de Javier Milei. “La gente no odia lo suficiente a los periodistas”, posteó el presidente en redes sociales, reavivando un enfrentamiento que no deja de escalar.

Además de los insultos, recientemente se impusieron nuevas restricciones en la Casa Rosada para los periodistas acreditados: desde exigencias de vestimenta formal hasta la obligación de justificar la audiencia del medio al que pertenecen. Y lo más polémico: la eliminación del sorteo de preguntas, reemplazado por una selección discrecional del vocero presidencial.

Una encuesta de Zuban Córdoba reveló que el 64% de los argentinos cree que el gobierno se vuelve cada vez más autoritario, y el 62% considera que los ataques de Milei a la prensa afectan la libertad de expresión. Para el 67% es grave que el presidente utilice insultos contra periodistas y medios.

La misma consultora mostró un ranking de imagen positiva entre comunicadores, liderado por Rolando Graña, seguido por Antonio Laje, Gustavo Silvestre, Ernesto Tenembaum, Carlos Pagni, Alejandro Bercovich y Daniela Ballester.

En las últimas semanas Milei denunció penalmente a Carlos Pagni, Viviana Canosa y Ari Lijalad por calumnias e injurias. Sin embargo, el juez Daniel Rafecas desestimó in limine las denuncias por ausencia de delito, recordando que el trabajo periodístico está protegido por la libertad de prensa consagrada en la Constitución Nacional y en los tratados internacionales.

El magistrado señaló que Pagni no había comparado a Milei con el nazismo, como sostenía la denuncia presidencial, sino que realizó un análisis histórico sobre el acenso del totalitarismo. En el caso de Lijalad, también descartó que hubiera incurrido en calumnias.

Un país partido en dos

Se constata con más fuerza lo que con lucidez ya señaló el periodista Jorge Lanata en 2013, en la entrega de los premios Martin Fierro: “Hay una división irreconciliable en Argentina y es lo peor que nos pasa. Y va trascender a este Gobierno. La grieta igual va a permanecer porque ya no es política, es cultural en sentido extenso”. “La grieta ha separado amigos, hermanos, parejas. Esta historia de quien está en contra es un traidor a la patria. La última vez que pasó fue en los 50 y duró 50 años”. “Creo que todos somos la Patria. Nadie tiene el copyright de la Patria. Nadie tiene el copyright de la verdad. Y ojalá que alguna vez podamos superar la grieta”.

No obstante todo ello, en estos días en que se conmemoró el día del periodista, el oficio sigue peleando por sostener su lugar entre el vértigo de las redes, los ataques del poder y la desconfianza del público. Un ejercicio cotidiano de resistencia, precisión y compromiso con el derecho de todos a estar informados.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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