En el barrio El Huaico de la zona norte de Salta, una familia atraviesa una situación límite. Gladys Daniela Leal, una mujer de 42 años, quedó en silla de ruedas por una enfermedad congénita que afecta desde su nacimiento sus caderas, columna y pies. El diagnóstico médico es contundente: disociación congénita de cadera, columna y pie bot.
Su esposo Rubén García, albañil y ex bombero voluntario, relata con angustia el abandono que sufrieron: “Esto se hubiese evitado si la hubieran valorado a tiempo. Pero nos dijeron que no podían hacer nada, porque los médicos que la trataban en el Hospital San Bernardo ya no están. Algunos se jubilaron, otros se fueron del país. Nadie quiso hacerse cargo”.
El abandono del hospital y la urgencia quirúrgica
Durante años, Gladys fue atendida en el Hospital San Bernardo, donde conocían su historia clínica. Pero con el paso del tiempo, el equipo médico original se disolvió. Al volver por nuevos controles les dieron una respuesta escalofriante:
“Nos dijeron que tenía que verla el mismo equipo médico que ya no existe. Como no podían valorar su situación, no hicieron nada. Y así llegamos a esto: mi señora, que antes caminaba, hoy está en silla de ruedas”, contó Rubén.
Fue recién cuando la familia se vio obligada a actualizar los papeles debido a las exigencias de la auditoria que lleva adelante la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), de discapacidad, que descubrieron el estado real de su salud.
“Las placas mostraron que sus caderas están completamente destrozadas. El fémur ya no encaja donde debería, y los huesos están sostenidos apenas por músculos y tendones. Nunca fue atendida como correspondía”, explicó Rubén.
Gracias a contactos personales, lograron llegar a un médico por vía privada, que accedió a tomar el caso. Pero la solución definitiva una cirugía compleja de reemplazo total de cadera tiene un costo estimado de entre 7 y 10 millones de pesos, cifra que está fuera del alcance de la familia.
La obra social Incluir Salud (ex Profe) tampoco da respuestas. “Nos dijeron que los materiales iban a tardar más de un año, y que son de mala calidad. El médico fue claro: si operamos con eso, será en vano”, denunció Rubén.
Una rifa para cubrir lo inmediato
Ante este panorama, la familia puso en marcha una rifa solidaria con premios donados por vecinos y comerciantes del barrio. “No estoy pidiendo plata. No quiero que me regalen nada. Solo pido una mano con la rifa. Porque aunque no lleguemos a la operación, necesito moverla, que esté bien alimentada. Cada día cuenta”, suplica Rubén.
Los fondos que logren juntar los destinarán a:
Sesiones de fisioterapia
Medicamentos y analgésicos
Traslados en vehículo adaptado
Alimentación especial
“Estoy trabajando día y noche. No tengo sueldo fijo. Todo lo que gano se va en médicos, movilidad y comida. Solo pido un poco de aire, un respiro para poder seguir peleándola”, agregó.
La palabra de Gladys: “Quiero volver a caminar”
Con la voz entrecortada y visiblemente afectada, Gladys también se animó a hablar. “Yo nací con esto. Pero nunca me trataron bien. Cuando por la auditoría tuve que hacerme estudios, me dijeron que mis caderas estaban destrozadas. Y yo no sabía. Solo sentía dolor. De un día para el otro terminé en silla de ruedas”, contó.
Desde ese momento, su vida cambió por completo. “Cada vez que vamos al médico son 100 mil pesos por día: estudios, remis, medicamentos. No tenemos esa plata. Lo único que pido es que me ayuden con las prótesis. No quiero lujos. Solo quiero volver a caminar y tener una vida normal”.
Rubén, el bombero olvidado: “Salvé vidas, hoy me siento abandonado”
Durante años, Rubén García fue bombero voluntario. Participó en rescates, apagó incendios, asistió emergencias. Todo sin cobrar un peso. Hoy, la vida lo enfrenta a su propio incendio: el deterioro de su compañera. “Yo estuve ahí para todos. Salí a rescatar gente, apagué casas, salvé vidas. Y ahora que necesito una mano, me cierran las puertas. Me siento abandonado”, dice con tristeza.
Cómo ayudar
La familia está vendiendo números de rifa con importantes premios donados por comercios locales. Los sorteos se harán en el marco del Día del Padre. Quienes deseen colaborar pueden comunicarse directamente con Rubén al WhatsApp 387-2278167. También comparten la información y las actualizaciones diarias a través de sus redes sociales. “No quiero caridad. Solo necesito tiempo, y un poco de fuerza para seguir”, finalizó Rubén, con los ojos llenos de lágrimas, pero con el corazón lleno de amor por su esposa.