El Studio Ghibli de Japón cumple 40 años este mes con dos premios Óscar y legiones de fanáticos, tanto jóvenes como mayores, conquistados por sus complejas tramas y su animación fantástica dibujada a mano. Sin embargo, el futuro es incierto, ya que su último éxito, El niño y la garza, probablemente —pero no con certeza— sea la última película del reconocido cofundador Hayao Miyazaki, quien ahora tiene 84 años.
El estudio detrás del ganador del Oscar El viaje de Chihiro se ha convertido en un fenómeno cultural desde que Miyazaki y el fallecido Isao Takahata lo fundaron en 1985. Su popularidad ha sido impulsada recientemente por un segundo premio de la Academia en 2024 para El niño y la garza, protagonizado por Robert Pattinson, y por la transmisión de las películas de Ghibli en Netflix en todo el mundo.
En marzo, Internet se inundó de imágenes en su característico estilo nostálgico tras el lanzamiento del más reciente generador de imágenes de OpenAI, lo que generó preguntas sobre derechos de autor. El recién inaugurado parque temático Ghibli también se ha convertido en un importante atractivo turístico para la región de Aichi, en el centro de Japón.
E director de cine japonés Hayao Miyakazi (EFE/Franck Robichon)
Julia Santilli, una británica de 26 años que vive en el norte de Japón, “se enamoró de Ghibli” después de ver el clásico de 2001 El viaje de Chihiro cuando era niña. “Empecé a coleccionar todos los DVD”, contó a AFP. Las historias de Ghibli son “muy cautivadoras y el arte es impresionante”, dijo otra fanática, Margot Divall, de 26 años. “Probablemente veo El viaje de Chihiro unas 10 veces al año todavía”.
“Olor a muerte”
Antes de Ghibli, la mayoría de los dibujos animados en Japón —conocidos como anime— estaban dirigidos a un público infantil. Pero Miyazaki y Takahata, ambos de “la generación que conoció la guerra”, incluyeron elementos más oscuros que atraen a los adultos, según explicó Goro Miyazaki, hijo de Hayao, a AFP.
“No todo es dulce, también hay amargura y cosas así que están bellamente entrelazadas en el trabajo”, afirmó, describiendo un “olor a muerte” en las películas. Para los jóvenes que crecieron en tiempos de paz, “es imposible crear algo con el mismo sentido, enfoque y actitud”, comentó Goro.
“El increíble castillo vagabundo”
Incluso Mi vecino Totoro, con sus cariñosos personajes del bosque, es de alguna manera una película “aterradora” que explora el miedo a perder a una madre enferma, explicó. Susan Napier, profesora en la Universidad de Tufts en Estados Unidos y autora de Miyazakiworld: A Life in Art, está de acuerdo.
“En Ghibli, encuentras ambigüedad, complejidad y una disposición a ver que la oscuridad y la luz a menudo van juntas”, a diferencia de los dibujos animados estadounidenses de buenos contra malos, señaló. La postapocalíptica Nausicaä del valle del viento, considerada la primera película de Ghibli a pesar de haberse estrenado en 1984, no tiene un villano obvio, por ejemplo.
La película, que presenta a una princesa independiente curiosa acerca de unos insectos gigantes y un bosque venenoso, resultó “muy fresca” y marcó un cambio respecto a “una mujer pasiva… que necesita ser rescatada”, explicó Napier.
“The Boy and the Heron”
Mundo natural
Las películas de Studio Ghibli también representan un universo donde los humanos se conectan profundamente con la naturaleza y el mundo espiritual. Un claro ejemplo fue La princesa Mononoke de 1997, distribuida internacionalmente por Disney. La historia de una chica criada por una diosa lobo en un bosque amenazado por humanos es “una obra maestra, pero una película difícil”, dijo Napier.
Es una película “seria, oscura y violenta” más apreciada por adultos, lo que “no era lo que el público estadounidense esperaba de una película sobre una princesa”. Las películas de Ghibli “tienen un lado ecologista y animista, lo cual creo que es muy apropiado para el mundo contemporáneo con el cambio climático”, agregó.
“La tumba de las luciérnagas”
Miyuki Yonemura, profesora de la Universidad Senshu en Japón que estudia teorías culturales sobre animación, afirmó que ver películas de Ghibli es como leer literatura. “Por eso algunos niños ven Totoro 40 veces”, dijo, añadiendo que las audiencias “descubren algo nuevo cada vez”.
Conexión francesa
Miyazaki y Takahata —quien falleció en 2018— pudieron crear mundos imaginativos gracias a su apertura a otras culturas, comentó Yonemura. Las influencias extranjeras incluyeron al escritor Antoine de Saint-Exupéry y al animador Paul Grimault, ambos franceses, además del artista canadiense Frédéric Back, quien ganó un Óscar por su animación El hombre que plantaba árboles.
Estudiar literatura francesa en la universidad fue “un factor importante” para Takahata, señaló Yonemura. “Tanto Miyazaki como Takahata leían mucho”, agregó. “Esa es una gran razón por la que destacan al escribir guiones y crear historias”. Miyazaki ha dicho que se inspiró en varios libros para Nausicaä, incluyendo el relato japonés del siglo XII La dama que amaba insectos y la mitología griega.
“El Viaje de Chihiro”
Studio Ghibli no será el mismo después de que Miyazaki deje de crear animación, “a menos que surja un talento similar”, dijo Yonemura. Miyazaki es “un artista fantástico con una imaginación visual asombrosa”, mientras que tanto él como Takahata fueron “políticamente progresistas”, comentó Napier.
“Cuanto más estudio, más me doy cuenta de que este fue un momento cultural único”, señaló. “Es tan amado por todos que creo que continuará”, afirmó la fanática Divall. “Siempre que no pierda su belleza, siempre que conserve el esfuerzo, el cuidado y el amor”, comentó.
Fuente: AFP