Atrás quedaron las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires. Un triunfo para La Libertad Avanza y una derrota para Santoro, quien daba la elección por ganada. Derrota épica para los Macri; para Rodríguez Larreta; para Marra; para Losteau; para Carrió; y para varios otros personajes por completo desconocidos, algunos, ridículos, que desfilaron por estos andariveles electivos de manera efímera y anodina.
LLA obtuvo 495.069 votos; un 30,13%. Una vez más, una parte de la sociedad mostró que el éxito económico avala cualquier tipo de desvíos y de conductas. Pero, si se mira la cantidad de votos, la espuma baja un poco; no es tanta gente sobre un padrón de más de 3 millones de personas. En la otra punta del ranking, un completo desconocido, Marcelo Peretta; representando a un espacio inexistente -Movimiento Plural-; obtuvo 2.082 votos, un 0,13%. Entre ellos, 15 candidatos. ¿Cómo puede haber 17 listas para renovar 30 bancas a concejal? Demasiada oferta para tan poca demanda. ¿Quiénes son y qué representan personas como Kim; Lombardi; Yamil Santoro; Abal Medina; Winokur; Koutsovitis; Zurbriggen; Biondini o el mencionado Peretta? Todos ellos -juntos- obtuvieron sólo el 6,03% de los votos; menos que el fantasma del eterno retorno que encarna Rodríguez Larreta.
Confieso que no logro entender por qué tanta gente pelea por la posibilidad de discutir horas enteras sobre el color de los contenedores de basura de la Ciudad. Porque, convengamos, no hacen mucho más que eso. Sobre los temas importantes – educación, seguridad, presupuesto, espacio público, código urbano de edificación u obra pública-, las discusiones brillan por su ausencia. Pero sobre la forma, color y posibilidad de apertura de los contenedores, esta gente ha invertido una cantidad de horas-hombre de discusión rayano en lo ridículo. Toda la campaña local -no la que equiparó estas elecciones a un plebiscito porteño sobre la gestión del gobierno nacional-; se basó en este tema y hubo periodistas y candidatos recorriendo -y opinando- sobre estos contenedores. “Hay olor a pis” fue tema de campaña.
El plato fuerte fue la contundente derrota de Mauricio Macri en un espacio en el que dominó durante casi 20 años. Una derrota apabullante en el distrito que lo vio nacer como político y que le permitió “saltar” a la presidencia de la Nación. Sumando los votos obtenidos por Lospennato; Larreta; Oliveto y Levy -los fragmentos de lo que alguna vez supo ser Juntos por el Cambio-, podrían haber relegado al kirchnerismo al tercer lugar. Pero no, la pelea por el color de los contendores justificaba ir cada uno por su lado y quedar tercera, cuarto, séptima y octava; respectivamente. Papelón.
Los votos de Oliveto y Levy desnudan, además, la irrelevancia política de Carrió y de Losteau. Tanto más grave la irrelevancia de este último por cuanto representa a un partido político centenario como la Unión Cívica Radical. Losteau es a la UCR como Mauricio Macri es al PRO. Quizás sea hora de que ambos se retiren de la escena pública de una vez.
Pero, de lo que se habla bien poco -porque a nadie le conviene-, es del estruendoso grito emitido por la gente ausente; la que decidió no ir. La que dijo algo así como “si vos vas a hablar sobre el olor a pis y el color de los contenedores; yo ni siquiera me voy a molestar en ir a votar”. Malestar silencioso pero potente. Muy potente. Sólo concurrió a votar un 53.35% del padrón; 1.410.000 personas no fueron a votar. Casi un porteño de cada dos no se tomó la molestia -obligatoria- de ir a votar. Ausentismo que se viene registrando a nivel nacional pero que, en este caso de la Ciudad, batió un récord para mal.
¿Lo están escuchando los políticos de todos los espacios? ¿O es un mensaje que prefieren ignorar? Me parece que es un grito harto estruendoso y que toda la dirigencia política debería poner atención al dato del ausentismo; más que regodearse en los triunfos y derrotas, o en ganadores y perdedores.
Ahora que vienen las elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires -también desdobladas por capricho y oportunismo político de los políticos a costa de los ciudadanos-; ¿por qué no se iría a repetir el mismo patrón? Media provincia de Buenos Aires está bajo agua, pero el Senado de esa provincia discute la reelección indefinida de intendentes y concejales. La política argentina está en Narnia; demasiado lejos de los problemas de la gente. Así que, ¿por qué no se va a repetir el ausentismo? ¿Y en las elecciones nacionales de octubre para la renovación legislativa nacional; por qué habría de haber alguna diferencia conceptual?
Hay un malestar -como ruido de fondo- que no se diluye y que podría ser el detonante de esta baja participación. Es el mismo hastío con los políticos y con la política que llevó a Milei a la presidencia, en primer lugar, y que también podría, eventualmente y en algún momento, volverse en contra de él. Después de todo, la anti-casta es cada día más casta y, tarde o temprano; la “anti-casta” lo maltratará a él también.
Quizás valga la pena meditar sobre la frase pronunciada por Bertolt Brecht: “No lo olvides: los que callan también eligen”. En CABA 1.410.000 personas eligieron no molestarse en ir a votar. Algo dice esa mayoría silenciosa en la que nadie parece querer reparar. Ojalá alguien repare en ella. Ojalá.