El relevamiento revela que solo 1 de cada 5 personas se sintió tranquila y preparada para enfrentar su primera menstruación , y apenas 1 de cada 10 lo vivió con orgullo . Además, el 60% de las mujeres encuestadas afirma que hubiese querido recibir más educación sobre el período y los ciclos menstruales durante su niñez o adolescencia.
Estos datos reafirman la importancia de incluir la educación menstrual como parte de una salud integral, física y emocional. “Hablar de menstruación con naturalidad es fundamental para la salud física y emocional de quienes menstrúan. Aún hoy persisten mitos que generan ansiedad, vergüenza o desconocimiento. La educación menstrual es una herramienta poderosa para derribar esos tabúes y garantizar el bienestar desde el primer ciclo”, explicó Juan Manuel Serini, médico especialista en Ginecología y Obstetricia.
Más allá de los productos: acceso, educación y acompañamiento
Hablar de higiene menstrual implica mucho más que hablar de toallas o tampones. Significa reconocer que, en muchas comunidades, el acceso a productos es desigual y que existen barreras culturales que impiden que las personas menstruantes vivan sus ciclos con tranquilidad. En este sentido, el estudio muestra que un 42% de las encuestadas dice tener “muchas lagunas” en su conocimiento sobre el propio ciclo menstrual .
El desafío: romper el silencio y construir confianza
Aunque hablar de menstruación en medios y redes sociales es cada vez más común, el desafío es profundo y cultural. Persisten tabúes que afectan la autoestima, la salud y la calidad de vida de millones de niñas, adolescentes y personas menstruantes. La falta de información desde edades tempranas impacta no solo en la vivencia personal del ciclo, sino también en la capacidad de reconocer síntomas, detectar señales de alerta o simplemente sentirse acompañadas.