El camino hacia la comprensión de una tragedia comenzó el 12 de mayo cuando Lucrecia Macias Barajas, una veterana del Ejército de Estados Unidos, fue encontrada muerta en un campamento para personas sin hogar en Los Ángeles.
Su cuerpo fue hallado por una de sus hijas, quien, al rastrear el celular de su madre hasta un refugio cubierto por una lona en una conocida calle sin salida de Westlake, hizo el macabro descubrimiento. Junto a Barajas, yacía un hombre sin identificar, mientras que dos perros vivos se encontraban también en el lugar.
La escena se volvió aún más sombría con la divulgación de un video captado por un residente, que muestra a una de las hijas llorando desconsolada en el suelo tras el hallazgo, y clamando a los oficiales para que retiraran el cuerpo de su madre.
La búsqueda que acabó con un terrible hallazgo
Durante varios días, las hijas de Lucrecia Barajas la buscaron por todas partes, hasta que la encontraron muerta en un campamento de gente sin hogar. (GoFundMe/Carlos Campos)
El Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) catalogó la muerte como una presunta sobredosis de drogas, aclarando al periódico angelino que en el momento del suceso no investigaban el caso como homicidio.
Hans Salinas, testigo de aquel fatídico amanecer, relató al Times haber escuchado a una mujer pidiendo ayuda aproximadamente a las 3:30 horas del 11 de mayo.
Salinas, que se encontraba durmiendo en su coche en un estacionamiento cercano al refugio, aseguró que la mujer gritaba pidiendo auxilio antes de que todo quedara en silencio. Este testimonio refuerza las dudas de las hijas sobre la versión de la policía, que temen que se haya pasado por alto la posibilidad de un acto criminal.
La familia ha expresado otras preocupaciones, como el hecho de que el refugio estaba asegurado desde el exterior con un candado, lo que podría indicar elementos de retención forzada. Además, compartieron que una aplicación de rastreo mostró que el teléfono de su madre se encontraba en un parque a tres cuadras del lugar horas después de que los cuerpos fueran retirados, cuestionando así la seguridad del manejo y custodia de la escena del crimen por parte de las autoridades.
Mientras tanto, la oficina del concejal Eunisses Hernández se ha comprometido a trabajar en coordinación con el LAPD para garantizar que la familia reciba las respuestas que merece, describiendo la muerte como un “horror” y “una tragedia inaceptable” en declaraciones al medio estadounidense.
La búsqueda de respuestas continúa
Sus familiares iniciaron una campaña de recaudación de fondos a través de la plataforma GoFundMe. (GoFundMe/Carlos Campos)
En una declaración escrita, Hernández destacó la necesidad de inversiones reales en políticas de reducción de daños y servicios integrales que promuevan la dignidad y la estabilidad a largo plazo.
Todo esto ocurre en el contexto de una ciudad golpeada por la violencia de pandillas, el consumo de drogas, y elevada población sin techo. La misma ciudad que llegó a dar esperanza y un hogar a Barajas, quien nació en Nicaragua y huyó de la guerra civil con su familia en 1986. Su batalla personal contra la adicción comenzó alrededor de 2017, coincidiendo con su diagnóstico de linfoma, un hecho que mantuvo oculto de sus hijas para no preocuparlas.
“Nunca nos dijo nada. Se lo guardó todo en secreto. Cuando la veía durmiendo mucho, decía: ‘Estoy enferma’ o ‘Es que trabajé mucho’. Siempre se preocupaba por no hacernos daño”, dijo la mayor de las hijas, que habló en condición de anonimato con el LA Times.
Mientras el caso de Lucrecia Macias Barajas sigue sin una resolución clara, y las hijas continúan recaudando fondos para los gastos funerarios, la tragedia resuena profundamente en Los Ángeles, llamando a la acción para evitar que más familias enfrenten pérdidas en circunstancias parecidas.