La novedad no fue el dominio rojo que tendrá la Asamblea Nacional tras la farsa electoral de este domingo organizada por el chavismo. Tampoco hubo sorpresas: el régimen de Nicolás Maduro se adjudicó 40 de los 50 escaños en disputa a nivel nacional. Con eso garantiza dos cosas: primero, una mayoría absoluta para imponer su agenda sin contrapesos institucionales; segundo, la posibilidad de decirle al mundo que existe una oposición dentro del Parlamento.
Pero esa oposición, tal como la define la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), está ausente de la escena. Los dirigentes que participarán en la nueva legislatura provienen de partidos señalados por el grueso del antichavismo como aliados funcionales al régimen, colaboracionistas que legitiman el modelo autoritario desde dentro del hemiciclo.
¿Quiénes son los “opositores” que entran al Parlamento?
Encabeza la lista Henrique Capriles Radonski, abogado, ex alcalde de Baruta, ex gobernador de Miranda y dos veces candidato presidencial frente a Hugo Chávez (2012) y Nicolás Maduro (2013). Inhabilitado en 2017 para ejercer cargos públicos, su trayectoria fue durante años símbolo de la oposición institucional. Su regreso al Parlamento, esta vez como electo por la Alianza Un Nuevo Tiempo (UNT)-Única, sorprende a algunos por considerar que valida un proceso sin garantías. Para otros, representa una profunda decepción, tratándose de una figura que encarnó momentos clave de resistencia ciudadana. Sin embargo, su decisión también puede interpretarse como una reafirmación de sus convicciones: Capriles ha sido un defensor constante del voto como herramienta política, incluso desde 2005, cuando buena parte de la oposición optó por primera vez por la abstención frente al chavismo.
Henrique Capriles regresa al Parlamento como parte de la Alianza Un Nuevo Tiempo, generando debate sobre su legitimidad (REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria)
Lo acompaña en esa bancada Luis Emilio Rondón, ex rector del Consejo Nacional Electoral (CNE) entre 2014 y 2020. Como rector, fue una voz solitaria en denunciar irregularidades dentro del ente electoral, pero su viraje hacia la participación electoral en procesos considerados fraudulentos por la mayoría opositora lo reubicó en el campo de los conciliadores. Con su regreso, Rondón aspira a “defender espacios institucionales”, aunque su margen de acción es, en la práctica, ínfimo.
Otro nombre clave es Stalin González, abogado, ex diputado y ex dirigente estudiantil de la generación de 2007, la misma a la que se atribuye el primer triunfo de la oposición en un referéndum contra Hugo Chávez, cuando fue derrotado el proyecto de reforma constitucional. Con pasado en el partido Un Nuevo Tiempo, González fue segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional entre 2019 y 2020, durante la presidencia interina de Juan Guaidó, de quien se distanció progresivamente. En los últimos años ha abogado por una “solución negociada” al conflicto político y se ha posicionado como un interlocutor aceptable ante el chavismo, una postura que le ha valido críticas en sectores del antichavismo más confrontacional.
Stalin González fue uno de los líderes más destacados que hizo oposición a Hugo Chávez
En la llamada Alianza Democrática —una coalición de partidos intervenidos judicialmente por el régimen— fueron elegidos José Bernabé Gutiérrez y Timoteo Zambrano. El primero tomó el control de Acción Democrática (AD) tras un fallo del Tribunal Supremo de Justicia en 2020 que desplazó a la dirección histórica encabezada por Henry Ramos Allup. El segundo, exdiputado y exministro, ha transitado múltiples agrupaciones: desde el Movimiento al Socialismo (MAS) hasta su actual liderazgo en Cambiemos, una fuerza minoritaria alineada con el oficialismo en temas clave.
Tomás Guanipa, ex diputado y dirigente de Primero Justicia, también figura entre los nuevos parlamentarios. Su elección ocurre apenas dos días después de que su hermano, Juan Pablo Guanipa —uno de los aliados más cercanos de María Corina Machado— fuera detenido el viernes por la policía política del régimen. La imagen de un hermano secuestrado y otro juramentado por la misma estructura de poder reavivó el debate sobre las fracturas internas de la oposición y dejó una postal cruda de la realidad: la muestra viva de cómo la dictadura chavista ha fracturado los lazos de sangre.
La detención de Juan Pablo Guanipa y la elección de su hermano Tomás evidencian las fracturas internas de la oposición venezolana
Completan la nómina figuras como Alfonso Campos, un antiguo dirigente del partido COPEI, también intervenido judicialmente; Henri Falcón, ex gobernador de Lara y ex militante chavista que ha defendido la vía electoral; Felipe Mujica, secretario general del MAS, promotor del diálogo con el oficialismo; y Luis Florido, exdirigente de Voluntad Popular, también alineado con posiciones moderadas en los últimos años.
Todos ellos fueron electos en medio de una participación oficial del 42,63%, aunque la PUD asegura que la abstención real superó el 85%, un dato sostenido por las imágenes de centros vacíos, urnas sin filas y mesas sin testigos en gran parte del país.
El régimen se aplaude, el país calla
Jorge Rodríguez, actual presidente del Parlamento, fue reelegido sin sobresaltos. Lo acompañarán pesos pesados del chavismo como la primera dama Cilia Flores, el constitucionalista Hermann Escarrá, la ex ministra Iris Varela, el ex vicepresidente Jorge Arreaza, el economista Jesús Faría y el algunas veces opositor Francisco Arias Cárdenas, siempre funcional al régimen en cualquier posición. La bancada oficialista no sólo controlará los votos, sino también los discursos, los tiempos y las reglas del debate.
El oficialismo, liderado por Jorge Rodríguez y figuras clave del chavismo, controlará los debates y las decisiones parlamentarias (AP/ARCHIVO)
La elección fue celebrada por el presidente del CNE, Elvis Amoroso, como un acto de “civismo ejemplar”, pese a las denuncias de persecución política, detenciones arbitrarias y ausencia de observación internacional independiente. La maquinaria electoral se activó como un ritual repetido, sin espontaneidad ni legitimidad.
Mientras tanto, la oposición representada por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia optó por no participar, denunciando la falta de condiciones mínimas. “No hay garantías. No hay árbitro. Por eso no hay elección”, repitieron hasta el final. El resultado parece haberles dado la razón.
Un Parlamento al servicio del poder
En los hechos, la Asamblea Nacional venezolana no ha sido un poder autónomo desde al menos 2016, cuando la anterior mayoría opositora fue anulada por el Tribunal Supremo. La nueva composición ratifica ese modelo. La llamada “oposición institucional” servirá para encubrir decisiones tomadas de antemano y para brindar la ilusión de debate.
El chavismo, tras adjudicarse los 50 escaños nacionales en disputa y asegurar el control de 23 de las 24 gobernaciones, se encamina hacia un nuevo ciclo político sin disidencia interna. No enfrentará contrapesos reales dentro del aparato estatal, pero mantendrá la fachada “electa” de una oposición representada por figuras afines o funcionales, lo que le permite proyectar la imagen de pluralismo ante la comunidad internacional.