La importancia del sistema auditivo y del equilibrio son fundamentales para la neurociencia aplicada, no solo como formas de interactuar con el mundo, sino como potenciadores naturales del aprendizaje y el bienestar.
“Si puedes oírme, eso es asombroso”, destacó Andrew Huberman, profesor de Neurobiología y Oftalmología en la Stanford School of Medicine, al inicio de un episodio para su podcast Huberman Lab Essentials.
El especialista introdujo una premisa que desafía la percepción cotidiana: el sistema auditivo y el equilibrio no solo conectan a las personas con el mundo; usados de manera consciente y respaldados por la ciencia, pueden convertirse en herramientas poderosas para mejorar el aprendizaje, la concentración y el bienestar general.
Según el neurocientífico estadounidense, comprender y aprovechar estos sistemas permite una comprensión más rápida, recordar mejor y optimizar la salud mental. Con su afirmación captó la atención de su audiencia interesada en estos fenómenos.
Andrew Huberman explicó cómo el sistema auditivo y el equilibrio pueden ser herramientas clave en la mejora del bienestar (Huberman Labs Essentials)
De acuerdo con su podcast, publicado por el canal Huberman Lab y basado en investigaciones revisadas por pares, existen estrategias prácticas y científicamente fundamentadas —como el uso de ruido blanco, beats binaurales y ejercicios de balance— que pueden transformar la manera en que se estudia, se trabaja y se cuida la mente.
Sistema auditivo: anatomía y decodificación del sonido
El proceso de oír comienza mucho antes de que seamos conscientes de un sonido. Tal como explicó Huberman en su espacio, el oído humano, compuesto por estructuras como la cóclea y el tímpano, actúa como un sofisticado decodificador de las ondas sonoras que viajan por el aire.
Dentro de la cóclea, miles de células ciliadas —que, aunque se asemejan a cabellos, no lo son— convierten las vibraciones mecánicas en señales eléctricas que el cerebro puede interpretar.
“La cóclea actúa como un prisma. Toma todos los sonidos del entorno y los separa en diferentes frecuencias, que luego el cerebro vuelve a ensamblar para darles sentido”, explicó Huberman en el episodio.
Cada oído envía información a través de axones hacia distintas estaciones cerebrales, permitiendo no solo identificar qué se escucha, sino también desde dónde proviene el sonido.
El procesamiento cerebral de sonidos a través de la cóclea permite identificar desde dónde proviene un ruido (Archivo)
Localización espacial y colaboración con la visión
La capacidad de localizar sonidos en el espacio es fundamental para la supervivencia y la interacción social. Como se detalló en Huberman Lab Essentials, el cerebro calcula la diferencia en el tiempo de llegada de las ondas sonoras a cada oído para determinar la dirección de la fuente.
Si un sonido llega primero al oído derecho, el cerebro interpreta que proviene de ese lado. Para identificar la altura (proveniente de arriba o abajo), el cerebro utiliza las modificaciones que la forma del pabellón auricular imprime en las frecuencias.
Asimismo, la colaboración entre el sistema auditivo y el visual resulta esencial. Por ejemplo, al escuchar una voz desde un costado, se tiende a girar la cabeza hacia ese lado.
Este trabajo conjunto permite una percepción espacial precisa y explica fenómenos como el efecto del ventrílocuo, donde el cerebro puede ser engañado sobre la ubicación real de un sonido.
La colaboración entre sistemas auditivos y visuales mejora la percepción espacial y la estabilidad postural (Adobe Stock)
Beats binaurales: qué son y cómo influyen en la concentración
Entre las herramientas auditivas que ganaron popularidad para mejorar el aprendizaje y la concentración se encuentran los beats binaurales. Según explicó Andrew Huberman, estos consisten en reproducir una frecuencia de sonido en un oído y una frecuencia diferente en el otro.
Al procesar ambas señales, el cerebro genera una frecuencia intermedia que puede inducir distintos estados mentales.
La evidencia científica, citada por Huberman Lab, indica que los beats binaurales pueden modular la actividad cerebral en función de la frecuencia utilizada. Además, los tipos de ondas se pueden clasificar según su funcionalidad.
Ondas delta (1-4 Hz): favorecen la transición al sueño y el mantenimiento del mismo. Theta (4-8 Hz): inducen estados de relajación profunda o meditación. Alfa (8-13 Hz): incrementan la alerta moderada, útil para la recuperación de información. Beta (15-20 Hz): promueven la concentración sostenida y el aprendizaje de nuevos contenidos. Gamma (hasta 100 Hz): se asocian con la resolución de problemas complejos.
“El verdadero impulso de los beats binaurales parece ser para la reducción de ansiedad y dolor”, afirmó Huberman, citando estudios que muestran su eficacia en la disminución de la ansiedad y el tratamiento del dolor crónico.
Aunque no son una solución mágica, pueden ayudar a algunas personas a alcanzar el estado mental óptimo para aprender o relajarse.
En un capítulo dedicado al funcionamiento auditivo en procesos de aprendizaje, Huberman advirtió sobre el uso continuo de ruido blanco en niños (Huberman Labs Essentials)
Ruido blanco: beneficios y advertencias
El uso de ruido blanco como fondo durante el estudio o el trabajo fue objeto de numerosos abordajes. Para el especialista, la literatura científica respalda que el ruido blanco de baja intensidad puede mejorar el aprendizaje en adultos.
“El ruido blanco puede mejorar el aprendizaje al modular la actividad en regiones dopaminérgicas del cerebro”, explicó el profesor de Stanford, subrayando que la dopamina está relacionada con la motivación y la capacidad de concentración.
Un análisis destacado por Huberman Lab, publicado en el Journal of Cognitive Neuroscience, demostró que el ruido blanco de baja intensidad mejora el rendimiento en tareas de memoria de trabajo auditiva y aumenta la liberación de dopamina, lo cual facilita la motivación y el aprendizaje.
Sin embargo, el especialista también advirtió que estos beneficios se observan principalmente en adultos. Sobre esto, resaltó: “Exponer a niños pequeños a ruido blanco durante el desarrollo puede ser perjudicial para el sistema auditivo”.
Aunque no se trate de daños irreversible, la recomendación es evitar el uso continuo de máquinas de ruido blanco durante el sueño infantil, ya que podría dificultar el desarrollo normal de la audición.
El ruido blanco de baja intensidad puede mejorar la memoria y la motivación en adultos, según estudios científicos (Archivo)
Efecto “cocktail party”: una clave en atención auditiva
La capacidad de enfocar la atención en una fuente sonora específica en entornos ruidosos, conocida como el efecto “cocktail party”, es una habilidad clave para el aprendizaje y la memoria.
Según explicó Huberman en el capítulo, el cerebro puede crear un “cono de atención auditiva” que permite extraer la información relevante y filtrar el resto. Este proceso requiere esfuerzo y consume energía, lo que explica la fatiga tras eventos sociales o ambientes ruidosos.
En este sentido, el experto recomendó prestar atención tanto al inicio como al final de las palabras o frases importantes, lo que incrementa la probabilidad de recordar nombres o datos claves. Esto también puede estimular la neuroplasticidad, incluso en adultos.
Sistema vestibular: equilibrio y ejercicios para el bienestar
El sistema vestibular trabaja en estrecha colaboración con la visión. Ante esto, el experto sugirió ejercicios sencillos, como pararse en un pie con los ojos cerrados, para entrenar el equilibrio y percibir la importancia de la información visual en la estabilidad postural.
También recomendó incorporar actividades que combinen aceleración y cambios de inclinación, como andar en bicicleta, patinar o practicar deportes de tabla. “Una de las mejores formas de cultivar un mejor sentido del equilibrio es realizar movimientos de aceleración mientras se está inclinado respecto a la gravedad”, explicó.
Los ejercicios con balance estimulan neurotransmisores relacionados con el bienestar y el aprendizaje (Imagen Ilustrativa Infobae)
Por último, el neurocientífico concluyó en que estas prácticas no solo mejoran el equilibrio, sino que también estimulan la liberación de neuromoduladores como la serotonina y la dopamina, asociados con el bienestar y la capacidad de aprendizaje.