Vive entre Tanti, en Córdoba, y Piriápolis, en Uruguay, y comparte su vida con Valeria Lynch, ícono de la música melódica nacional, con quien forma una dupla que parece salida de dos mundos distintos pero que, curiosamente, se entienden a la perfección.
En una entrevista con La Nación, Mariano se abrió como pocas veces. Habló de su carrera, su nueva vida y de una batalla silenciosa: los ataques de pánico que lo afectaron durante años y que marcaron a fuego su camino artístico y humano.
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“Empezaron en los ’90, cuando tener ataques de pánico era casi sinónimo de estar loco. Nadie entendía lo que me pasaba”, confesó. Y agregó: “Sentía miedo en todo momento, el escenario era el sitio donde estaba en paz”.
EL ROCKERO QUE LO VIVIÓ TODO… Y DECIDIÓ CAMBIAR
Martínez no necesita presentación entre los fanáticos del rock nacional. Fue una de las voces y plumas clave de Attaque 77, banda que fundó en 1987 con apenas 17 años. Junto a Federico Pertusi y Claudio Leiva, crearon un sonido potente, rebelde y honesto que marcó a generaciones.
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Con discos como El cielo puede esperar y Ángeles caídos, recorrieron el país en giras interminables, tocando tanto en festivales gigantes como en pequeños pueblos olvidados del mapa.
Pero el precio fue alto. Las giras, la presión, la exposición y la falta de diagnóstico hicieron mella. “Me costaba subir a un escenario, tomar un avión, hasta subirme a un micro. Mi vida se fue convirtiendo en una cárcel”, relató.
Recién diez años después de su primer episodio, fue diagnosticado correctamente y comenzó un tratamiento psiquiátrico: “Tuve que hacer todo un recorrido para entender que no estaba loco, simplemente estaba sufriendo”.
SU RELACIÓN CON LYNCH, UN NUEVO COMIENZO
En medio de ese proceso vital apareció Valeria Lynch, con quien mantiene una relación desde 2020. El vínculo sorprendió a muchos por las diferencias de estilo, pero para ellos significó un renacer. Juntos, no solo comparten la vida, sino también el escenario. Mariano produce muchos de los nuevos temas de Lynch, como “Qué poco saben de mí”, que compusieron a dúo.
Instalados en la naturaleza, llevan una vida alejada de los flashes y más cerca del alma. “Necesité resignificar todo. Volver a encontrarle sentido a la música, al amor, al día a día. Hoy vivo más tranquilo. La montaña te ordena”, dijo.
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Martínez tiene tres hijos de una relación anterior, un presente reconciliado con su historia y un futuro que lo encuentra girando por elección, no por inercia. Este año prepara un show en Vorterix para celebrar los 35 años de El cielo puede esperar, uno de los discos más icónicos de Attaque 77. Lo hará desde otro lugar, sin urgencias, pero con la misma pasión.
“Cuando sos joven, todo es vértigo. Hoy prefiero el silencio. El rock no es solo ruido, también puede ser introspección, honestidad y reconstrucción. Y eso es lo que intento cada día”, reflexiona el artista que, sin quererlo, se convirtió en un testimonio vivo de que se puede salir del infierno y volver a cantar.
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Fuente: https://www.paparazzi.com.ar/