En 1990 llegaron a Salta fotógrafos de la revista National Geographic con la misión de fotografiar las huellas de dinosaurios del Valle del Tonco. Era la primera vez que esta revista internacional, en ese entonces con más de 40 millones de lectores, se interesaba por nuestra provincia. La historia que precedió y sucedió a este hecho es interesante de ser recordada a más de tres décadas de aquel acontecimiento.
El Valle del Tonco es una estructura geológica paralela a los valles Calchaquí y de Amblayo. Contiene rocas del periodo Cretácico superior, la afamada Formación Yacoraite, rica en huellas de dinosaurios y plegada en una estructura sinclinal. Asimismo, registra en su estratigrafía el límite K/T de la extinción de los dinosaurios, esto es el paso del mundo reptiliano del Mesozoico al mundo dominado por los mamíferos del Cenozoico. Las capas calcáreas amarillas de la Formación Yacoraite contienen abundantes fósiles y, entre ellos, las huellas de muchos tipos de dinosaurios, esto es carnívoros y herbívoros, cuadrúpedos y bípedos, grandes y chicos. Incluso de aves enantiornites que se extinguieron con los dinosaurios.
Y contiene también depósitos de uranio que dieron lugar a la explotación de la mina Don Otto por parte de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Precisamente fueron los geólogos de la CNEA los que descubrieron las huellas de dinosaurios en la década de 1960. Entre ellos, Mario A. Raskovsky, que realizó su tesis de grado en la geología de la Quebrada de la Escalera donde se encuentra el yacimiento Los Berthos. Allí se mencionan a las huellas sin dejar del todo claro su origen, salvo que pertenecían a reptiles.
Las huellas en la roca
En la década de 1970 escuché hablar de estas enigmáticas huellas por parte de Eduardo Carbajal, un malogrado geólogo metanense, que realizaba su tesis de grado en la Sierra de la Candelaria en Rosario de la Frontera. En esos tiempos mi inclinación hacia la paleontología era muy fuerte. El hallazgo que hicimos de peces fósiles, en los esquistos bituminosos que explotó Lola Mora, nos permitió publicar más tarde algunos trabajos con la máxima autoridad en esos temas del país, el doctor Alberto Cione del Museo de la Plata. Lo cierto es que, en aquellos improvisados fogones nocturnos, donde probábamos como ardían los esquistos bituminosos y mientras se preparaba una rústica cena, escuché el tema de las huellas. Pasados los años tenía que elegir un tema de tesis profesional y sin dudarlo elegí estudiar las huellas de dinosaurios del Valle del Tonco.
En diciembre de 1978 defendí mi tesis en la Universidad Nacional de Salta y en febrero de 1979 las di a conocer en mi primer artículo publicado en el ya desaparecido suplemento dominical del diario El Tribuno a doble página central. En aquellos tiempos era poco o nada lo que se sabía de los reptiles mesozoicos que habían dominado el mundo y se habían extinguido tan misteriosamente como había sido su aparición en el planeta.
Había una sola obra sobre el tema, el “Libro de los Dinosaurios” del doctor Edwin Colbert traducido y publicado por Eudeba. Tuve la suerte de conocer personalmente en 1986 al Dr. Colbert en Arizona y hablarle sobre los dinosaurios salteños y la influencia de su obra. El punto es que la gente de Salta se enteró entonces de que en nuestra región habían vivido dinosaurios. Y que sus pisadas habían quedado grabadas en playas fósiles de arenas calcáreas donde también se conservaban las marcas del oleaje y algas estromatolíticas. Y restos de muchos tipos de peces, conchillas de gasterópodos, plantas, pequeños cocodrilos, entre otros fósiles.
En los ámbitos académicos la divulgación científica no era entonces bien vista y recibí una severa reprimenda de parte de un respetado profesor. Sin embargo, me alentó a que diera a conocer el trabajo de tesis en una revista científica y dirigí el mismo al Acta Geológica Lilloana de Tucumán donde salió publicado en 1980.
Como revisor actuó el Dr. José Bonaparte, a quién visitaba asiduamente en el Instituto Miguel Lillo y quien ya era en el país y más tarde se convertiría en una de las principales autoridades internacionales en el tema de los dinosaurios. En 1986 se organizó en Albuquerque (Estados Unidos) el primer congreso mundial de huellas de dinosaurios y ocurrió que había muy pocos registros publicados de América del Sur, uno de ellos las huellas de Salta. Recibí una invitación para asistir y exponer sobre el tema de parte de David Gillette (1946-2025) y Martin Lockley (1950-2023), los principales organizadores. Los resultados se publicaron en 1989 en un libro de Cambridge University Press titulado “Dinosaur Tracks and Traces”.
La visita de National Geographic
Para entonces National Geographic preparaba un viaje internacional para publicar un número especial sobre dinosaurios de todos los continentes. Fue así como se enteraron a través de aquel libro y los comentarios de M. Lockley de la presencia en Salta de huellas de dinosaurios en un planchón vertical producto de la tectónica
andina. Recibí entonces una carta de una alta autoridad preguntando sobre la posibilidad de visitar el lugar. Luego de gestionar ante CNEA, se les contestó afirmativamente.
En 1990 llegaron a Salta Louie Psihoyos y John Knoebber, dos fotógrafos con un impactante currículum ya que además de la National Geographic venían de haber trabajado con Sylvester Stallone y Steven Spielberg, entre otras figuras de Hollywood. Louie Psihoyos, el multipremiado fotógrafo estadounidense, ganaría más tarde el Oscar por su documental “The Cove” sobre la matanza de delfines en Japón.
Un equipo extraordinario
La CNEA designó al geólogo Ricardo Bustos, especialista en uranio y experto conocedor del Valle del Tonco y por la UNSa participaron los entonces estudiantes de geología y hoy notables profesionales, Pablo Dib Ashur, Benjamín Heit y Esteban Tálamo, junto al suscripto. La misión consistía en fotografiar el estrato rocoso vertical portador de las huellas minutos antes y minutos después de las 12 del mediodía.
Se buscaba que el sol estuviera en el cenit y la luz cayera a plomo para buscar el efecto de sombra de las huellas. La otra lección didáctica de la fotografía era mostrar que los dinosaurios caminaron en una playa horizontal y que la tectónica andina había puesto en posición vertical a las pisadas guardadas en ese paredón.
Eran tiempos de fotos con carreteles de 36 exposiciones. Con dos cámaras ubicadas en puntos estratégicos y con motores disparadores se hicieron cientos de fotos de las cuales luego se seleccionó una sola que fue publicada a doble página en la revista de National Geographic de enero de 1993. En ella aparece el suscripto parado en una saliente estrecha de un paredón vertical con una escala de dos metros de longitud señalando las pisadas de un dinosaurio carnívoro que se cruza con otro, al punto que en el propio cruce hay una huella superpuesta. Son dinosaurios bípedos, que caminan erguidos, donde al parecer hay machos y hembras adultos y también pequeños. Las huellas representan un instante único antes de quedar sepultadas por una tormenta que las preservó para la posteridad.
Pertenecen a dinosaurios que vivieron a fines del periodo Cretácico, prácticamente en el límite de su extinción, 66 millones de años atrás. Esta foto se volvería emblemática y aparecería luego en muchas otras publicaciones. Entre ellas en un lujoso libro de tapas duras, en papel ilustración y a todo color que publicaron Louie Psihoyos y John Knoebber en 1994 titulado “Hunting Dinosaurs” en la editorial Random House de Nueva York.
En los agradecimientos de ese libro los aportes del equipo de Salta tienen un lugar destacado gracias a la simpatía irreverente que demostró el grupo de estudiantes universitarios salteños hacia los visitantes norteamericanos. Antes de continuar viaje los fotógrafos de National Geographic fueron cordialmente invitados por la familia del Dr. Darío Arias de la Finca El Bordo de las Lanzas para participar de una exhibición en las tareas rurales de doma, yerra, destreza con caballos y un asado criollo. Lamentablemente ese valioso material fotográfico nunca fue publicado.
Psihoyos fue uno de los visionarios que intuyó y vislumbró la naciente “dinomanía” en la década de 1990. Estaba convencido de que los dinosaurios estarían de vuelta. Tuvo la exclusividad de trabajar detrás de cámara fotografiando íntegramente la película Jurassic Park con su amigo Steven Spielberg.
En aquel viaje a Salta nos comentó los detalles del argumento del ámbar y los mosquitos de lo que luego sería un éxito mundial. Actualmente es el director ejecutivo de la “Oceanic Preservation Society” una organización destinada a promover la protección de la vida en los océanos. Su compañero de equipo John Knoebber tuvo un triste final al perder todas sus pertenencias, incluidas valiosas obras de arte, en un pavoroso incendio que arrasó en 2020 el estudio que compartía en Mendocino (California) con el famoso artista Larry Fuente (1948-2024). Knoebber logró escapar gravemente quemado y fue evacuado en un helicóptero. Falleció en agosto de 2024. Esta nota es un sincero homenaje a su memoria. Las huellas de dinosaurios de la Quebrada de la Escalera en el Valle del Tonco marcaron un hito. Desde entonces se han descubierto y estudiado cientos de huellas de dinosaurios en los afloramientos cretácicos del norte argentino y su continuación en Bolivia y Perú.