Ese día, Ángel Mahler sacó una foto. El momento quedó congelado, sin saber que sería un preludio de otro adiós, esta vez definitivo. “Hoy… te despedimos las dos. Mina, y yo. Para las dos, significaste demasiado”, escribió Milone, con un duelo compartido, casi teatral en su intensidad.
Volvió a ese primer día: 29 de agosto de 1991. Ella, de pie, sosteniendo una cajita de música, entonando “Soñar hasta enloquecer”, la melodía de Mahler, que incluyó en el posteo. “Yo entré por primera vez a un escenario acompañada por tu melodía”. Y luego, el reconocimiento: “Esa canción me ‘estrenó’, me ‘nació’ a mí, como artista. Nacimos juntas”.
Es un duelo que no cabe en un solo cuerpo. Es el de una mujer y su alter ego. “¿Cómo separarnos de vos? Nuna, Ángel, nunca”. Porque hubo palabras compartidas sobre la muerte y el más allá, sobre los misterios del tiempo. Y hubo abrazos. Y comprensión. “Me has abrazado. Me has entendido. Me conocías”.
No hay artificios ni discursos grandilocuentes. Solo un susurro entre líneas: “Gracias. Te extraño”. Es el réquiem más íntimo. Una voz que, aunque sola, seguirá cantando con la melodía de otro.
La foto que eligió Ángel Mahler cuando Cecilia Milone hizo la última temporada de Drácula en el rol de Mina
A los 65 años, Ángel Mahler murió tras una lucha feroz contra un melanoma metastásico que lo había mantenido internado desde el 29 de abril. El final llegó cuando un derrame pleural y una descompensación terminaron de quebrar el equilibrio frágil que sostenía su cuerpo. Pero su alma, hecha de acordes, de gestos, de partitura viva, siguió sonando en cada uno de los que lo amaron.
“Se fue en paz, acompañado por el amor de su familia”, comunicaron desde sus redes sociales. La primera imagen del adiós la compartió Dolly Stabillini, violinista y compañera de vida, con una foto en blanco y negro que no necesita palabras: dos manos entrelazadas sobre una sábana blanca. Escribió ella: “Me toca decirte hasta pronto… Lo inentendible de la vida que se desvanece en un instante… Va a llevar mucho tiempo sanar, pero siempre vas a estar en lo más alto empujándome a seguir”.
No hubo que esperar para que se abriera el torrente de homenajes. Porque Mahler no era solo un compositor. Era un constructor de sueños. Fue quien, junto a Pepe Cibrián, puso al teatro musical argentino en el mapa grande, con obras como Drácula, Las mil y una noches y El Jorobado de París, que cambiaron el destino de una generación de artistas.
El posteo de Cecilia Milone
“Qué tristeza inmensa. Mi querido. Tanto compartimos. Tanto disfrutamos”, escribió Sandra Mihanovich, una de sus más cercanas colegas. “Abrazo fuerte a Dami y a toda la familia. Te quiero. Siempre”. Desde otro universo sonoro, el de Rata Blanca, Adrián Barilari también se quebró: “No lo puedo creer. Ángel amigo, nos dejas el corazón lleno de música. Que tu viaje esté lleno de luz”.
En esa despedida coral, no faltó Laura Esquivel, que lo recordó por su arte y su alma: “Siempre voy a recordarlo no solo por su arte… sino también por su generosidad”. Y el incansable Ricky Pashkus, que lo definió con una frase precisa: “Mi amor desde siempre. Un hombre que hizo historia”.
Juan Rodó, protagonista inmortal de Drácula, subió una foto abrazado a Mahler de espaldas al público. “Hasta siempre mi amigo hermano. Te voy a extrañar muchísimo. Fuiste fundamental. Buena gira. Mis condolencias a toda esa gran familia”. En paralelo, el periodista y autor Pablo Gorlero escribió lo que tantos sentían: “Nos quedaron aventuras musicales por concretar. Fuiste una figura clave del musical argentino y tu música va a habitar por siempre el alma de millones de personas”.
En esa mezcla de luto íntimo y duelo nacional, Aníbal Silveyra compartió una imagen donde Mahler aplaude desde el escenario. “Hoy te despido sin encontrar palabras aún. Gracias por tu talento y tu amistad. Estarás siempre en mi música cada vez que la escuche”. Y desde Turquía, Christian Valverde no pudo contenerse: “No he parado de llorar desde hace media hora. Fue un gran golpe. Un artista auténtico, talentoso, un genio. No se lo puede asimilar”.
Las redes se poblaron de imágenes, recuerdos, anécdotas. Una de ellas, la más compartida, fue publicada por la actriz Cristina Alberó: Mahler sobre el escenario, en traje, con los ojos elevados y los brazos abiertos al aplauso. Una imagen que se volvió símbolo: la ovación eterna.
El tributo más inesperado, tal vez, llegó desde el mundo médico. Guillermo Capuya, médico y amigo, subió una foto del programa del 20º aniversario de Drácula, dedicado por el propio Mahler: “Gracias por tu ayuda en este momentito de mi vida. Con todo cariño”. Capuya escribió: “Gracias por las charlas que tuvimos este último tiempo y el infinito abrazo de gol académico”.
¿Qué queda ahora? El eco. Las partituras. Las salas iluminadas por su música. Queda el legado de un hombre que supo traducir emociones en melodías y abrazos en coros. Un hombre que no se fue: simplemente bajó del escenario, entre aplausos.
Ángel Mahler vive en cada nota.