El crimen ocurrió el 6 de septiembre de 2005. Un durante casi un un mes, la policía buscó los rastros de Alejandra Elizabeth Carabajal. Tenía 36 años, cuatro hijos y se había separado hacía poco de Antonio Tula. El 29 de septiembre del mismo año, Tula se quebró y contó lo que había hecho con su ex esposa. Los detalles eran increíbles.
Los vecinos del barrio San Isidro de Cerrillos, en Salta, no podían creer que su vecino fuera capaz de tan terrible crimen. Alejandra Elizabeth Carabajal había sido asesinada por su ex pareja y padre de su hijos. El hombre se había tomado el trabajo de seccionar el cuerpo de la mujer en 15 partes, para posteriormente enterrarloo en varias bolsas de plástico.
Aquel 30 de septiembre El Tribuno informaba que el hombre, que actuó con saña, la apuñaló y descuartizó utilizando dos cuchillos. Posteriormente enterró sus restos en inmediaciones a las vías del tren.
Detalles atroces
Durante la autopsia al cuerpo, se determinó que Tula además de degollarla la ahorcó una soga, por lo que no se descarta la hipótesis de que haya muerto por asfixia mecánica o a raíz de la cuchillada en la garganta. Los investigadores informaron además que Tula pasó unas cuatro horas, por lo menos, para descuartizar a su víctima.
Los cortes perfectos que realizó el asesino supone que tendría conocimiento sobre faena. Tula se tomó la tarea además de extraer la mayoría de los órganos y vísceras.
Tula y Carabajal tenían cuatro hijos, en 2005 de 13, 9, 6 y 3 años. Habían vivido juntos como pareja hasta mayo de 2005. Después, él se fue con otra mujer, una adolescente de 18 años. El día del crimen, según la confesión del propio asesino, Tula sorprendió a su exesposa mientras se bañaba en la vivienda de Cerrillos que alguna vez habían compartido.
Allí sucedió todo, pero el hecho quedó oculto durante tres semanas. Entre el 6 y el 26 de septiembre, Alejandra Carabajal fue buscada intensamente. Se la creía desaparecida. Cuando la verdad fue descubierta, el espanto unió a todos.
El hecho impactó en todo el país.
En su confesión, Tula reconoció detalles escabrosos, como que su actual mujer, la joven nueva pareja, cocinaba en las mismas ollas en las que él había hervido los restos de la madre de sus hijos. La Justicia detuvo rápidamente a la adolescente, que estaba embarazada de cuatro meses en ese entonces, acusada de posible encubrimiento. Además, el asesino dijo que los cuchillos que usó para ultimar a Carabajal todavía eran utilizados en la mesa familiar.
“Al ser consultado por qué decidió cocinar algunas partes del cuerpo de Carabajal, Tula indicó que su intención era ‘hacerla desaparecer más fácil’”, relataba el expediente.
Las preguntas y los reclamos
Las semanas siguientes al descubrimiento del hecho, Cerrillos estuvo movilizado. Hubo manifestaciones para exigir justicia por Alejandra. “Familiares de la joven madre asesinada y descuartizada en Cerrillos, Alejandra Carabajal, piden reclusión perpetua para Raúl Antonio Tula, el asesino confeso de la mujer. Hicieron el pedido con una marcha realizada en el pueblo de Cerrillos. Rafaela Carabajal, hermana de la víctima, relató sus sospechas sobre la participación de otras personas durante el descuartizamiento.
Tula fue rápidamente bautizado por la prensa como “El descuartizador de Cerrillos”.
Un informe psicológico describía lo sucedido de la siguiente manera: “(Tula) dijo que pensó cómo deshacerse del cuerpo y que cometió su crimen pensando en la mujer que ‘troceaba’ a sus víctimas y se las comía en compañía de otras amigas. Decide hacer lo mismo. A las 22.30 dice que termina de seccionarla y que cocinó varias partes del cuerpo. Negó sin convicción haber comido parte de la misma. Dice que cocinó para comérsela él y otras personas. No lo hace porque estaba apurado para deshacerse de los pedazos ante la posibilidad de ser descubierto. En el caso que nos ocupa, nos llama la atención la frialdad emocional, la anestesia afectiva, la indiferencia, la ausencia de remordimientos, culpa y/o arrepentimiento que evidencia. En la autopsia figura la ausencia de ciertas partes del cuerpo de la víctima, como ser el cuello y una hemipelvis con toda su estructura sexual externa. El cuello es donde aplicó los cortes. Pero… ¿y el aparato genital femenino externo?”.
Según relató David Esteban Flores del Poder Judicial en el informe, Tula “era conciente de sus actos. Reflexionó correctamente todo el tiempo sobre la trascendencia de ellos. Pudo dirigirlos de acuerdo a su voluntad y albedrío. Distingue el bien del mal. Es disfuncional. Esquizoide. Perverso”.
Flores le preguntó a a Tula: qué opinaba sobre matar. “Dice que si es por subsistir, está bien. Piensa que los militares en el proceso mataron por seguridad y que eso está bien”, contestaba el profesional, que luego agregaba detalles relatados por el asesino sobre el día del crimen. “Tula le habló por teléfono a Alejandra y se juntaron en la casa de ella a las 15.15 Tuvieron un encuentro casi de reconciliación. A las 16.30 la víctima se fue a bañar y que él tomó un cuchillo ‘Ginsu’ y se dirigió al baño. Le puso el cuchillo en el cuello y le dijo que iba a matarla. Que ella no se defendió y sólo le dijo quién iba a cuidar a los hijos. Señala que entonces le cortó un lado del cuello y ella se aferró a él y luego le cortó el otro lado. Posteriormente dijo que ella cayó y que le asestó una única puñalada en la espalda. Esa es su versión”.
El juicio
El hecho recién pudo ser condenado en marzo de 2007. Tula fue juzgado por la Cámara 1° en lo Criminal. Su pareja también estaba acusada.
En 2009, la Corte de Justicia de Salta desestimó el recurso de casación interpuesto por la defensa de Tula y confirmó la condena.