Quijano: Un camino olvidado a pocos kilómetros del centro del pueblo

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A tan solo 3 kilómetros del centro de Campo Quijano, un camino que nace en la curva de la ruta provincial 51 conduce hacia la escuela rural San Juan Bosco del Paraje Villa María . Sin embargo, lejos de ser una vía de acceso en condiciones mínimas, se ha convertido en un verdadero obstáculo para quienes viven allí . No se trata solo de baches o tierra suelta: el camino está completamente cubierto por malezas, con enormes pozos, zanjas profundas y una intransitabilidad que parece de otro siglo. Pese a tratarse de una ruta provincial secundaria habitada por decenas de familias, el abandono municipal es total.

A tan solo 3 kilómetros del centro de Campo Quijano, un camino que nace en la curva de la ruta provincial 51 conduce hacia la escuela rural San Juan Bosco del Paraje Villa María. Sin embargo, lejos de ser una vía de acceso en condiciones mínimas, se ha convertido en un verdadero obstáculo para quienes viven allí. No se trata solo de baches o tierra suelta: el camino está completamente cubierto por malezas, con enormes pozos, zanjas profundas y una intransitabilidad que parece de otro siglo. Pese a tratarse de una ruta provincial secundaria habitada por decenas de familias, el abandono municipal es total.

Uno de los vecinos que ha luchado incansablemente para revertir esta situación es Leopoldo Norzagaray. Su reclamo refleja no solo el deterioro físico del camino, sino también la desidia y el abandono estatal.

“Compramos cinco hectáreas en 1998, cuando apenas había dos o tres casas vecinas. Éramos los primeros pobladores de este sector. Gestionamos por nuestra cuenta las conexiones de agua y luz con Aguas del Norte y Edesa. Hicimos limpieza, sacamos piedras, plantamos árboles, construimos nuestras casas. Todo lo que se hizo, fue a pulmón”, relata Leopoldo a El Tribuno.

El camino, según recuerda, ya estaba en mal estado hace 26 años. Desde entonces, los pedidos a la Municipalidad de Campo Quijano han sido constantes: notas formales, reclamos personales, pedidos colectivos, incluso denuncias ante las empresas proveedoras y la policía por conexiones clandestinas en loteos ilegales que siguen multiplicándose sin ningún tipo de control.

“Durante todos estos años, solo en dos o tres oportunidades logramos que pasaran una máquina niveladora. Y siempre fue por gestiones personales, nunca por voluntad del municipio. Una vez, un director de obras públicas (un tal Arjona) nos ayudó como pudo. Desde entonces, el silencio fue total”, afirma indignado.

Pero la situación no se limita solo al camino. “En una ocasión estuvimos 20 días sin que pasara el camión de residuos. Antes venía dos veces por semana; ahora, solo los viernes. La zona está creciendo, hay tres loteos grandes que ni siquiera tienen autorización municipal, y las redes de agua y electricidad colapsan todo el tiempo. Es un caos”, denuncia.

Leopoldo insiste en que los vecinos no están pidiendo pavimento ni grandes obras: “Solo queremos que pasen dos veces al año la motoniveladora. Una antes de la temporada de lluvias y otra después. Esa máquina fue comprada 0 km por el municipio. ¿Dónde está? ¿Por qué no la usan para lo que realmente hace falta?”.

Mientras el municipio de Quijano mira para otro lado, los vecinos sobreviven entre el barro, el polvo, el abandono y el olvido. La historia de Leopoldo no es una excepción: es el reflejo de una comunidad entera que clama por algo tan básico como poder transitar el camino a sus propias casas.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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