Eran las 14.30 del 19 de mayo de 2003 cuando Mario quiso entrar al baño de la pizzería La Doménica, ubicada en Arieta y Paraguay, en San Justo.
Pero el encargado, Walter Villaverde, se lo impidió. Le dijo que si no consumía algo no podía ingresar. Después lo amenazó y, ya en la calle, le dio una trompada en la cara. Mario cayó al suelo desmayado.
Con graves daños neurológicos estuvo meses internado. Perdió la memoria, la motricidad y ni siquiera reconocía a sus propios hijos.
“Tuvimos que enseñarle todo de nuevo. Volvió a nacer”, cuenta Cecilia, su hija.
Villaverde no pasó un solo día en la cárcel. El año pasado le dieron una módica pena de 1 año y medio de prisión condicional.
Mario, en cambio, sigue preso. El trauma y las secuelas en su memoria lo persiguen cada día.
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