Brasil jugó la carta ganadora

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Brasil recibirá una nueva inyección de dinero desde el gigante asiático, bajo la forma de puertos, ferrovías y otros beneficios para el agro (China Daily)

Hace años que la estrategia de China está perfectamente definida, en especial después de la primera guerra comercial desatada por Donald Trump en 2018. El gigante asiático necesitaba un proveedor confiable de granos para terminar con la necesidad de abastecerse en Estados Unidos, y aunque el tema aún genera acalorados debates, puede decirse que encontró lo que buscaba en Brasil.

La pareja es casi perfecta. Reúne al mayor importador de soja del planeta con el exportador que domina abrumadoramente el negocio global de la oleaginosa. La unión de hecho no implica solo comercializar entre ambos el codiciado poroto. China ha llevado a cabo numerosas inversiones en Brasil, sobre todo relacionadas con la logística de granos, en tanto el socio del Mercosur ha acomodado su esquema a las necesidades del gigante asiático.

Es exactamente así. Su vínculo con China le significó a Brasil buenos negocios con la soja, pero también una colaboración apreciable para el desarrollo de su interior productivo. Por estos días la nación asiática avanza en la reconversión de un puerto brasileño, que lo transformará en uno de los más importantes del planeta, mientras pacta una tregua con Trump, que por ahora es frágil. Y además va a fabricar combustible de aviación renovable en sociedad con el país sudamericano, mientras ayuda a construir nuevas ferrovías para mover el grano de manera más rápida y eficiente.

El puerto de Santos aspira a convertirse en uno de los más importantes del mundo. Los chinos ya están trabajando en ello (Infobae)

Recientemente, Wall Street Journal informó que COFCO, un holding estatal chino de procesamiento de alimentos, planea construir una formidable terminal de exportación en Brasil para evitar la soja y otros productos alimenticios estadounidenses, según entienden los analistas de este medio. “Determinaciones como esta van a ser un hueso duro de roer en el futuro, una piedra en el zapato para nosotros”, reconoce un diplomático estadounidense.

Se refiere a la nueva infraestructura que planea cambiarle la cara al Puerto de Santos, con una inversión estimada de USD 160 millones. Estas instalaciones conectan directamente con más de 600 puertos distribuidos en 125 países. COFCO había obtenido en marzo de 2022 una concesión por 25 años para desarrollar la terminal STS11, y está profundizando la tarea.

De acuerdo con la información disponible, la idea es construir dos nuevos muelles de atraque, silos para almacenar granos y subproductos, y modernizar integralmente las instalaciones. El complejo estará dotado, claro, de una conexión ferroviaria que hará mucho más confiable la llegada de estos productos a tiempo al punto de despacho hacia China. El objetivo de COFCO es multiplicar su capacidad operativa en Brasil de los actuales 4,5 millones de toneladas anuales a 14 millones para 2026, cuando se espera que la terminal esté plenamente operativa.

Brasil acaba de acordar con los chinos emprender la elaboración de combustible renovable de aviación (Infobae)

Y hay que considerar además el Corredor Ferroviario Este-Oeste, una iniciativa fundamental para la logística brasileña. El gobierno del vecino país ha calculado que las rutas bioceánicas acortarán la distancia entre Brasil y China en aproximadamente 10 mil kilómetros. Entre ambos avanzan en la construcción de un ferrocarril para conectar el país con el megapuerto de Chancay, inaugurado por los chinos el año pasado en Perú. Este proyecto vincularía ambos países por la zona del estado brasileño de Acre, y proseguiría hasta la costa atlántica en el estado de Bahía.

Paralelamente, China invertirá USD 1.000 millones en la elaboración de combustible de aviación renovable (SAF) en Brasil, el producto que se considera la joya de la corona en este negocio. Es parte de un paquete más importante anunciado la semana pasada por Beijing, y el biocombustible se elaborará a partir de caña de azúcar. Además, implicará la creación de un Centro de Investigación y Desarrollo (I+D) en el área de energías renovables en Brasil.

Lula da Silva acaba de visitar China, y aunque el país tiene decidido el rumbo comercial el mandatario insiste en que no va a elegir entre Estados Unidos y China, mientras profundiza la sociedad con el gigante asiático, luego de firmar más de 30 acuerdos para la inversión china en minería, infraestructura de transporte y puertos, así como para la compra de aviones fabricados por Embraer.

Todo comenzó con la soja, con gran ayuda de Donald Trump y su primera guerra de tarifas en 2018 (Embrapa)

Ambas naciones decidieron asimismo cooperar en inteligencia artificial y tomar medidas conjuntas contra el cambio climático, mientras que sus bancos centrales acordaron intercambiar divisas por USD 157.000 millones para proporcionar liquidez a sus respectivos mercados durante un período de cinco años.

El flujo comercial entre los dos países ronda actualmente los USD 160 mil millones, según informó la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ApexBrasil). Lula subraya en cuanta oportunidad tiene, que “Brasil y China son socios estratégicos y actores esenciales en el actual contexto geopolítico. Estamos comprometidos a reducir las barreras comerciales y pretendemos una mayor integración”. No parece un tema ideológico, Bolsonaro, en las antípodas de Lula, también cuidó especialmente el vínculo con los chinos.

Por cierto, Brasil ya produce tanta soja como Estados Unidos y la Argentina juntos, y China tiene mucho que ver en esto. El comercio entre ambas naciones ha crecido de forma constante durante la última década, y el flujo antes referido duplica el monto que Brasil registra con Estados Unidos.

Brasil entendió rápidamente el valor que implica la producción de alimentos, y se convirtió en una potencia en la materia (REUTERS/Adriano Machado/Archivo)

El gobierno chino ha garantizado a sus ciudadanos que tendrán suficiente alimento sin las importaciones desde Estados Unidos. Y piensa exclusivamente en Brasil como reaseguro, un país que en ningún momento reniega de la exportación de commodities agrícolas. “Brasil debe agradecer a Dios por exportar la agroindustria. Hay mucha tecnología puesta en la soja, en un kilo de carne, de pollo, de cerdo o en una bolsa de maíz -enfatiza el presidente del socio mayor del Mercosur-. Tenemos que exportar estos productos y usar el dinero que ingresa para invertir en educación”.

Más allá de los juicios de valor que puedan hacerse sobre la línea de pensamiento de Lula da Silva, viene dando evidencias, como ocurre con otros mandatarios sudamericanos, de que el campo y sus factorías anexas conforman el ariete para abrir mercados en el mundo. La idea es potenciarlo, o al menos no poner palos en las ruedas. Y tiene enfrente un Frente Parlamentario Agropecuario que limita cualquier intento en este sentido.

La política argentina, desafortunadamente, fue por otro camino. Nunca entendió este proceso multiplicador, y el país ha perdido muchas oportunidades para crecer de modo sostenido.

Fuente: https://www.infobae.com/tag/policiales

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