Foto Juano Tesone
Hacía mucho —demasiado— tiempo que River no atravesaba una racha positiva como la que selló ayer con el contundente 6-2 en el Monumental. Hasta antes de ese triunfo frente a los ecuatorianos, el equipo de Gallardo compartía el récord con el arranque de la temporada 1957, cuando el River dirigido por José María Minella y conformado por leyendas como Amadeo Carrizo, Omar Sívori y Ángel Labruna, solo había perdido uno de sus primeros 23 partidos oficiales. Superar una marca que perduró más de seis décadas no es poca cosa, y habla de un presente sólido, construido con esfuerzo y convicción.
Amadeo Carrizo, el histórico arquero de River.
Pero nada de esto fue fácil. Tras la victoria frente a Barracas en los octavos de final del Torneo Apertura, Gallardo bromeó en conferencia diciendo que “todo esto fue magia”. Sin embargo, detrás de esa ironía se esconde una gran verdad: el trabajo silencioso, diario y meticuloso que tuvo que hacer con su cuerpo técnico para reencauzar a un equipo que había comenzado el año con más dudas que certezas. La derrota en la Supercopa Internacional frente a Talleres en Asunción fue un golpe duro, tanto en lo deportivo como en lo anímico. No solo por el resultado, sino por el funcionamiento, que distaba mucho del nivel que River supo mostrar en otras etapas del ciclo.
Para convertirse en el River que hoy golea en la Libertadores, el equipo debió atravesar momentos difíciles y superarlos con lo que Gallardo definió como “fortaleza mental y futbolística”. A la caída en Asunción se sumó un dato que encendió alarmas en Núñez: hasta mediados de marzo, el equipo arrastraba la peor racha histórica del club sin convertir goles en los primeros tiempos. Aun así, el plantel no perdió el foco y encontró, con paciencia y autocrítica, la manera de salir adelante.
River y una goleada Monumental. Prensa River.
Fuente: https://www.ole.com.ar/