Las banderas permanecerán izadas a media asta y los trabajadores del municipio de Tartagal podrán acompañar y darle el último adiós a Fermín Hoyos, el histórico dirigente de la departamental San Martín de ATE que falleció ayer en la madrugada a consecuencia de un infarto masivo que no le permitió despertarse y ponerse en actividad a las 5 y media de la mañana como lo hacía siempre, desde hacía 30 años. A Isabel, su esposa y compañera de toda la vida le sorprendió que siguiera dormido y cuando en su desesperación se dio cuenta que no respiraba, sus hijos lo llevaron a una clínica privada de Tartagal donde llegó sin signos vitales.
Su muerte fue tranquila, pacífica, sin sufrimiento casi una ironía para el dirigente norteño que durante 3 décadas, con negociaciones permanentes, pero con medidas de fuerzas y acción directa cuando ameritaba, defendió los intereses de los empleados estatales y que no se limitaban a los municipales de las comunas del departamento San Martín, sino que extendió su accionar a la zona de Santa Victoria en el departamento Rivadavia y a otras actividades como salud y educación.
Fermín Hoyos fue un hombre decidido que se puso siempre al frente de cualquier protesta sindical o política; en los años más difíciles del norte de la provincia, cuando la zona sufría las consecuencias de la privatización de las empresas del Estado, estuvo varias veces detenido y debió responder ante la Justicia federal por encabezar cortes de ruta y otras protestas en el norte.
Para defender los puestos de trabajo de los municipales, llegó a estar un mes íntegro de paro en el municipio de Salvador Mazza cuando el intendente de ese momento pretendió despedir a 32 trabajadores. Su tenacidad terminó por doblegar las intenciones del jefe comunal hasta que finalmente un 24 de diciembre – un par de horas antes del brindis de navidad- y a sabiendas que Fermín no se iría, decidió reincorporar a todos los despedidos.
Cuando se trataba de exigir mejores sueldos o mejores condiciones de trabajo Hoyos no reparó si el intendente o funcionario contra el que protestaba o reclamaba era de tal o cuál signo político. Radicales, renovadores o peronistas a Fermín le daba lo mismo porque hasta que no conseguía lo que consideraba justo no retrocedía un centímetro. En Tartagal, junto a su compañero del lucha Aníbal Esquivel del gremio del SOEM protagonizaron masivas manifestaciones que terminaron con dos intervenciones municipales.
Años atrás se trenzó en una pelea que casi llegó a las manos con el entonces interventor de Aguaray Adrián Zigarán en la delegación local de trabajo cuando exigía un aumento de sueldo para los obreros de ese municipio que había sido intervenido semanas antes.
Y tampoco tuvo inconvenientes en enfrentarse con otros dirigentes sindicales -docentes, de la salud o de la propia ATE pero de otras regiones de la provincia- a los que les enrostraba negociar con las patronales en perjuicio de los trabajadores.
Por esa impronta y esa frontalidad logró afiliar a unos 5 mil trabajadores estatales del norte de la provincia y hasta los eventuales de los municipios, de las escuelas o los hospitales recurrían a él cuando se sentían destratados. A pesar que estos trabajadores informales que no cuentan con beneficios sociales no abonan cuota de afiliación, Hoyos los defendía como a cualquier trabajador porque sabía anticipadamente que al momento de ingresar como planta de contratados o permanentes, ese compañero o compañera le sería incondicional.
Con los aportes de sus afiliados construyó sedes o oficinas en todas las localidades del departamento San Martín y en Tartagal, al salón de eventos para 600 personas le sumó un hotel con todos los servicios que los trabajadores pueden usar con una tarifa más que módica. Esas obras eran su orgullo y de hecho había concluido la ampliación del hotel de ATE que estaba a semanas de inaugurar.
Antes de la veda electoral de la semana pasada salió con los tapones de punta contra los candidatos a concejales que prometían incorporar a los eventuales que hay en el departamento San Martín a la planta de empleados municipales, algo que Fermín efectivamente lograba cada año negociando con los intendentes, para sacarlos de la precarización laboral en que ese sector se encuentra.
Su fallecimiento marca el fin de una etapa en la lucha sindical porque a pesar de su frontalidad, Fermín Hoyos sabía qué, cómo y cuándo negociar a favor de los trabajadores norteños, en el caso de los municipales los mejores pagos de toda la provincia precisamente por haber tenido tantos años a un dirigente que tenía claro que su único capital era la confianza de esos miles de trabajadores que lo respaldaban incondicionalmente. Esos mismos trabajadores que hoy lo despiden en la sede Tartagal de ATE.