Enrique Finochietto se desempeñó en los hospitales de Clínicas y Rawson en Buenos Aires. En Europa se perfeccionó en diversas técnicas y hasta promovió la creación del Hospital Argentino en París, para asistir a heridos en la Primera Guerra Mundial. Su inquietud por inventar instrumental lo llevó a estudiar dibujo técnico. De su invención son, por ejemplo, la luz en la frente para operar, la mesa quirúrgica móvil, pinzas y separadores y valvas que llevan su nombre, entre otros tantos dispositivos que aún se aplican.
Luis Agote era un médico argentino que descubrió que, si se almacenaba la sangre con citrato de sodio, se evitaba su coagulación. La primera prueba la realizó el 9 de noviembre de 1914 cuando transfundió sangre al portero del instituto donde llevaba adelante sus investigaciones. No quiso patentar su invento, sino que lo comunicó a revistas científicas y lo regaló a los países que en Europa, estaban involucrados en la Primera Guerra Mundial. Su descubrimiento ayudaría a salvar millones de vidas. Moriría olvidado en su casa de Turdera.
Domingo Liotta, junto con su colega norteamericano Denton Cooley, trasplantó un corazón artificial creado por él, en el Hospital de Texas. Fue en 1969 y estaba hecho de fibra de plástico y una especie de poliéster. Por su parte un médico platense, Julio Palmaz inventó el stent coronario y Juan Carlos Parodi ideó el stent para tratar el aneurisma de aorta abdominal.
Juan Vucetich creó la identificación por los dibujos de las huellas dactilares y con ello logró curar o mitigar el accionar del delito en la sociedad. Fue un antropólogo croata que se había radicado en la ciudad de La Plata. Su descubrimiento, fue reconocido a nivel mundial, pero, en un primer momento provocó un rotundo rechazo de las autoridades locales, quienes veían una intromisión en la vida privada de las personas el tener una ficha dactiloscópica. Fue así como se ordenó la destrucción de un valioso archivo identificatorio que Vucetich había iniciado en la provincia de Buenos Aires. Moriría enfermo, deprimido y olvidado en 1925.
Miguel Enrique Bellizzi, cardiocirujano, concretó el 31 de mayo de 1968 en Argentina el primer trasplante cardíaco; lo realizó en la Clínica Modelo de Lanús. Fue el trasplante número 19 en el mundo. Fue maestro de la cirugía cardiovascular reconocido incluso por quienes no mostraban empatía por sus convicciones políticas. Pionero en el desarrollo de la cirugía cardiovascular; su celeridad manual, su ímpetu y sus resultados fueron excepcionales. Bellizzi falleció el 20 de noviembre de 1991 a la edad de 65 años, sólo en un departamento que alquilaba, dueño de un auto y con poco dinero ahorrado.
Eugenia Sacerdote de Lustig, prima de la doctora Rita Levi-Montalcini (Premio Nobel de Medicina) fue una figura central de la ciencia argentina, falleció a los 101 años, debió enfrentar la discriminación y desconfianza por ser mujer y judía igual que su ilustre pariente. Se trasladó de urgencia con su marido e hijos a Buenos Aires cuando empezó la campaña antisemita en Italia. Fue pionera absoluta en la Argentina en lo relativo al cultivo de células humanas, siendo una de las pocas personas en el mundo que podía cultivar células de hígado. Y fue también pionera y líder en varios temas relacionados con el cáncer.
René Favaloro, célebre médico argentino, eminencia internacional de la cardiología, creó el bypass coronario, la técnica médica que le salvó la vida a millones de personas en todo el mundo. Fue hijo de una costurera y un carpintero y había nacido en el barrio El Mondongo de La Plata. Nunca olvidó sus años en el mítico pueblito de La Pampa, Jacinto Araúz, que necesitaba un médico rural para asistir a la población, y que aún hoy lo recuerda como a un padre.