Ritos y símbolos de dos papas americanos

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La Plaza San Pedro volvió a ser testigo de un momento histórico. A las seis de la tarde, el cardenal protodiácono anunció con claridad: “Habemus Papam”. El nombre elegido fue Robertus Franciscus, conocido ahora como León XIV.

La Plaza San Pedro volvió a ser testigo de un momento histórico. A las seis de la tarde, el cardenal protodiácono anunció con claridad: “Habemus Papam”. El nombre elegido fue Robertus Franciscus, conocido ahora como León XIV.

El nuevo Papa apareció vestido con la tradicional sotana blanca y la muceta roja, acompañado del Anillo del Pescador, símbolo de su autoridad. No hubo extravagancia, pero sí un apego a los símbolos históricos. Cada prenda tenía un significado, desde el cíngulo dorado que rodeaba su cintura hasta la estola que cruzaba sus hombros.

León XIV habló con serenidad, destacando la importancia de la paz y mencionando a su predecesor con palabras de gratitud: “Gracias al Papa Francisco”. Su voz transmitió cercanía y continuidad. En un gesto significativo, saludó especialmente a la comunidad de Chiclayo, en Perú, de donde había sido obispo.

El mensaje visual de León XIV recordó al de Francisco, pero por sus diferencias. El papa argentino apareció en 2013 sin ornamentos, con una cruz dorada simple. León XIV, en cambio, prefirió una presentación tradicional, con atuendos que evocan la historia del papado.

Ambos papas son americanos, uno de Argentina y el otro con raíces en Perú y Estados Unidos. Los dos llegaron desde realidades diferentes, pero con una visión común: una Iglesia abierta, cercana a los pobres y defensora de la paz. Mientras Francisco se destacó por su sencillez, León XIV pareció ayer combinar tradición y apertura, buscando mantener una Iglesia en diálogo y servicio.

Pero más allá de los detalles visibles, la esencia permanece: el mensaje de paz, de unidad y de servicio. León XIV, al igual que Francisco, comenzó su papado recordando que la Iglesia debe ser un puente, un espacio para todos.

La Iglesia que dejó Francisco y la que inicia León XIV parecen unidas por una misma misión: estar cerca de los que sufren, ofrecer una palabra de esperanza y abrirse al mundo. Si Francisco optó por la sencillez como un signo de cercanía, León XIV parece haber elegido la tradición como un puente hacia el pasado, pero sin perder de vista los desafíos del presente.

Las diferencias entre ambos son más de estilo que de fondo. Francisco, con su lenguaje directo y su espíritu reformador, marcó una era de cambios. León XIV, con su solemnidad y su respeto por los símbolos, promete continuidad y diálogo.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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