Una escuela toba del Chaco salteño pide la refacción o reubicación de su edificio

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El paraje de Monte Carmelo tiene una escuela pública de la Provincia que no tiene las condiciones edilicias mínimas para el desarrollo normal de las clases. Con paredes afectadas por la humedad de las últimas inundaciones del río Pilcomayo, baños colapsados, techos al borde del quiebre y un sistema de agua que no es potable se hace imposible la tarea de enseñar y de aprender.

El paraje de Monte Carmelo tiene una escuela pública de la Provincia que no tiene las condiciones edilicias mínimas para el desarrollo normal de las clases. Con paredes afectadas por la humedad de las últimas inundaciones del río Pilcomayo, baños colapsados, techos al borde del quiebre y un sistema de agua que no es potable se hace imposible la tarea de enseñar y de aprender.

Hablamos de un paraje ubicado a 45 kilómetros de Santa Victoria Este, en el departamento Rivadavia, en el extremo norte de la provincia, sobre la margen derecha del río Pilcomayo.

La escuela primaria 4141 tiene una matrícula indígena total con 65 niños y niñas del pueblo toba, que funciona en el turno mañana. Pero ellos no son los únicos afectados, ya que en el contraturno funciona el Colegio Secundario 5183 con una matrícula de 40 estudiantes de Nivel Medio.

Este año, el anillo de contención de Monte Carmelo soportó la mayor crecida del río Pilcomayo desde el 2018, el año que se llevó a todo el pueblo vecino de La Curvita. Hubo filtraciones, el agua llegó al tope, pero no ingreso en el paraje. Sin embargo, la tragedia no se va cuando baja el agua, sino que sigue por varios meses más. Así está la escuela del lugar con las paredes que ya no resisten la humedad y amenazan venirse abajo. Los techos están en las mismas condiciones y el peligro es inminente.

Los baños están colapsados porque se sabe que las inundaciones explotan los pozos ciegos. Tampoco tienen agua apta para el consumo porque todo el sistema está obsoleto. El tanque no tiene tapa, las cañerías están viejas y no hay forma de quitar el arsénico de las aguas. Con eso tienen que cocinar y lavar para los niños.

El personal cuenta con dos maestras auxiliares bilingües, 5 maestras de grado y una docente de Nivel Inicial., además del director, los dos cocineros y un personal de limpieza. Ellos trabajan lo mejor que se puede con las condiciones mínimas y con un camino que es un infierno en estos meses que no ha parado de llover.

Ellos aseguran el servicio educativo y de comedor. La institución asegura el desayuno y almuerzo de lunes a viernes y en muchas casos son las únicas comidas que reciben los niños. Por cada alumno reciben el valor de 850 pesos diarios. Luego, el personal educativo y las familias hacen malabarismos para que alcance para todos. La Comisión de Padres funciona recaudando más plata y juntando como pueden la leña para cocina. En un monte sometido a una inundación histórica y con lluvias constantes desde hace al menos dos meses es imposible conseguir leña seca. La tienen que comprar y cuesta una fortuna, que ellos no tienen.

El camino cierra un panorama de pesadilla porque es imposible salir o ingresar al territorio.

La Comisión de Padres y el personal de la escuela pide una reubicación de la escuela, pide un nuevo edificio porque así ya no pueden trabajar. Ya enviaron todos los informes al Ministerio de Educación, pero no hubo hasta ahora respuesta alguna.

“Es una escuela que siempre tiene el agua al cuello. Nosotros pedimos una reubicación del edificio, así como lo hicieron con La Curvita. O pedimos que lo hagan de nuevo al edificio porque este ya no sirve para más”, dijo una docente de la institución.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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