Con el gijonés de 54 años, el Paris Saint Germain respaldó con hechos el cambio de plan estratégico. Prescindiendo de las figuras de egos y/o salarios exhorbitantes para apostar por un proyecto de equipo.
Paradójicamente, el éxito pensado a largo plazo demoró menos de un año en llegar: en la dura primera temporada sin Kylian Mbappé (y segunda sin Lionel Messi y Neymar), el español ya ganó la Ligue1, la Copa de Francia y llegó a la final de la Champions.
Los festejos en Paris (AP).
Ahora bien: si esta vez es diferente a 2020 -cuando también levantó esos dos trofeos y llegó a la definición de la UCL- es precisamente por la cuota diferencial que Luis Enrique aportó.
Un estilo más sacrificado y solidario, con presión y estética futbolera, y que inculcó -incluso a regañadientes- en futbolistas de alto rango: Barcola, Vitinha y un Ousmane Dembelé que pasó de no ser citado por “problemas de compromiso” a convencerse en que podía ser el goleador en rol de #9, duplicando sus métricas en la red.
A su vez, como cabeza de grupo, el español tuvo ojo clínico para diagnosticar las necesidades en un mercado con tan solo compras jovenes aunque efectivas: Doué (19), Willian Pacho (22), Kvaratskhelia (23) se insertaron en la estructura. Y la consolidaron: el francés es, a diferencia de otras temporadas, un cuadro confiable, sólido, robusto. Candidato.
Es cierto: este PSG ya no tiene jugadores franquicia que generen ingresos multimillonarios de marketing en Francia, China o EE.UU. Pero sí cuenta con un equipo que quiere conquistar Europa y el poster. Y del que Luis Enrique es la figura.
Así celebró el equipo (AP).
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