El rotundo cambio del modelo PSG se produjo entre 2023 y 2024. Qatar Sports Investments no sólo eligió modificar a su director deportivo -llegó el portugués Luís Campos- sino que a la vez buscó direccionar sus inversiones a talentos jóvenes probados y también futuros.
No sin apostar eventualmente por algunos nombres pesados que no tuvieron éxito (un caso emblemático: Randal Kolo Muani fue fichado en € 95 millones y un año después partió cedido).
Entre ellos Messi -finalizó su contrato y fichó por Inter Miami- y Neymar (vendido en u$s 98M al Al Hilal saudí) en 2023, más Mbappé, quien partió un año más tarde y libre al Real Madrid.
El golpe que significó prescindir de las figuras
El festejo de Luis Enrique (EFE).
La salida de los galácticos tuvo un efecto inmediato negativo. No sólo hubo una depreciación del valor de los tickets -los abonados que buscan vender sus tickets lo hacen por un 50% y hasta por un 70% menos que en tiempos de Messi y Neymar- sino que hasta se redujo drásticamente la cantidad de seguidores del PSG en redes sociales: ya sin Leo ni el crack brasileño, en 2023 la cuenta de Instagram del club perdió 7 millones de followers.
Ahora bien: el principal acierto de Al-Khelaifi fue contratar -primero- y sostener -después- a Luis Enrique. El entrenador español fue ungido en 2023 para encabezar la transición deportiva. Que no pudo ser de shock: el gijonés de 54 años convivió un año con un Mbappé al que nunca pudo transformar para que fuera funcional a su estilo sacrificado.
Es por eso mismo que en su primera temporada, el entrenador debió priorizar rodear bien a Kiki sin poder darle curso a su masterplan. Algo que sí consiguió fructíferamente en la 24/25.
Dembelé, clave en este PSG (REUTER).
Fue, de algún modo, una profecía cumplida. Porque Luis Enrique había hablado de dos años de trabajo para empezar a ver frutos especialmente en la zona más apetecida por los franceses: la Champions.
Esta temporada lo consiguió: hizo match con su plantilla, inculcándole ese pensamiento colectivo solidario, con un bloque que hace todo -defiende y ataca, y siempre presiona- y reversionando a futbolistas para que explotaran.
De ese modo, este PSG resurgió luego de un arranque europeo flojísimo: se puso de pie luego de iniciar la competencia ganando apenas un partido de cinco en la liguilla y debió esperar siete jornadas para clasificarse a los playoffs. En el medio, por supuesto, el deté fue puesto en duda por los medios franceses -y hasta se habló de Sergio Conceicao como reemplazo- y se lo criticó por estar “cerrado a los cambios”.
Luis Enrique, no obstante, se atuvo al plan. A su plan. Entendiendo que contaba con materia prima. Cuando la sinergia se consiguió, todo fluyó. Se potenciaron futbolistas -fueron aciertos las llegadas de Doué, Kvaratskhelia, Pacho y Neves- al mismo tiempo que otros modificaron su rol exitosamente como Ousmane Dembelé.
El festejo de Hakimi (AP).
Suplente en la vuelta de semifinales, el mismo extremo campeón del mundo en 2018 que alguna vez fue excluido de un viaje de Champions “un problema de compromiso” logró comprender las peticiones de Luis Enrique (las que no cumplió Mbappé) y explotó jugando como #9: duplicó su marca goleadora en una temporada y pasó de un tope de 14 a convertir 33 en la suma de competencias en la 24/25.
Con esa matriz, el PSG no sólo logró resultados auspiciosos en la fase de liga (goleada 4-1 al City) sino que cerró los playoffs con un 10-0 al Brest (3-0 la ida, 7-0 la revancha) y posteriormente se consolidó como candidato en las siguientes instancias: tuvo una contundente victoria ante el Liverpool (4-1), sorteó al Aston Villa (5-4) y eliminó al Arsenal.
Ahora se viene Inter, en el Allianz Arena. El 31 de mayo tendrá la chance de revertir aquella imagen que arrastró durante décadas, la de un equipo al que no le alcanzaba ni con estrellas para conquistar la Orejona. Parece tener con qué, a priori, para terminar de archivar su pasado y construir un mejor futuro.
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