El profe Palacios y su entrega de amor que duró 30 años

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A más de 3.300 metros sobre el nivel del mar, entre cerros y caminos de difícil acceso, la comunidad del paraje El Rosal, en la Quebrada del Toro, celebró una emotiva despedida para uno de sus pilares: el profesor Aldo Palacios, director de la Escuela N° 4.526.

A más de 3.300 metros sobre el nivel del mar, entre cerros y caminos de difícil acceso, la comunidad del paraje El Rosal, en la Quebrada del Toro, celebró una emotiva despedida para uno de sus pilares: el profesor Aldo Palacios, director de la Escuela N° 4.526.

Con más de 30 años de servicio docente en la zona, Palacios se jubiló y fue homenajeado por alumnos, exalumnos, vecinos, instituciones y amigos, en un acto que agradecimiento, que llenó de emoción el corazón de todos los pobladores del lugar, que se hicieron presentes para tal evento.

La jornada comenzó con una misa en la capilla Santa Teresita, construida con esfuerzo comunitario y de la cual el propio Palacios fue impulsor junto al recordado padre Sigfrido “Chifri” Moroder, otro pilar social para las comunidades de la zona.

En el patio de la escuela, se multiplicaron los gestos de gratitud: coplas, danzas folclóricas, poesías y cartas colmaron de emoción el adiós al querido maestro.

Alumnos de distintas generaciones recordaron con cariño su rol no solo como docente, sino también como guía, cocinero, albañil, técnico y padre sustituto para muchos niños y niñas que pasaron por el albergue escolar en aquellos alejados parajes.

Una vida de entrega

La trayectoria de Aldo Palacios en El Rosal comenzó en 1995, cuando la escuela apenas contaba con lo básico. Con el paso del tiempo, lideró la construcción del comedor escolar, nuevas aulas, la galería y un albergue para estudiantes. También gestionó la instalación de hornos y calefones solares, impulsó el cultivo en invernaderos y la mejora alimentaria para los chicos. Así fue llenando los espacios de necesidad de mucha gente.

Su vocación de servicio lo llevó más allá del aula: logró conectar a la escuela con una institución educativa de Francia, promoviendo intercambios culturales únicos. Asimismo, fue responsable de la instalación de la FM “de las Nubes”, una radio comunitaria que dio voz a los parajes de altura.

Bandera de la Paz

Por su compromiso, recibió la distinción de la Bandera de la Paz, además de reconocimientos entregados en esta ocasión por el Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCO) y la Fundación Alfarcito, con la que colaboró activamente durante años.

Como símbolo de su paso por El Rosal, la comunidad plantó un olivo en el patio escolar, un árbol que representa vida, esperanza y permanencia. El almuerzo compartido, con comida casera y música tradicional, fue el broche de oro de una despedida que no fue un adiós, sino un “hasta siempre” cargado de gratitud.

Aldo Palacios deja un legado imborrable, construido con vocación, esfuerzo y amor por los niños y niñas del corazón de la montaña salteña. Su historia es ejemplo de cómo un maestro puede transformar realidades.

Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/seccion/policiales

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