El jugadón fue de Casco y los rebotes, del arquero uruguayo Randall Rodríguez, pero se necesitaba alguien que finalmente pudiera empujar esa jugada a los 14′ del primer tiempo. Y ahí estaba el delantero de 29 años, en modo goleador, para olfatear que alguna pelota le iba a quedar, estar atento para definir bien a un palo y abrir el marcador, algo que no es nuevo para él: ya lo había hecho hace dos semanas, cuando rompió la mala racha contra Gimnasia y se sacó la mufa.
Al igual que éstos, sus otros dos tantos también habían sido en momentos importantes: el miércoles 23, en la altura de Quito, empató un partido bravísimo ante Independiente del Valle, que River estaba para perder por goleada en el primer tiempo y repuntó en el segundo; y la semana pasada, con un cabezazo y la misma atención para capturar el rebote de Marchesín, le dio el triunfo al equipo de Gallardo contra Boca en el Monumental.
Sin embargo, llegar a este presente en el que ya tiene la mitad de los goles que metió el año pasado en 30 partidos en el Austin (participó en 2.522’ y convidó cuatro asistencias entre MLS y Leagues Cup) no solo le provocó críticas de algunos hinchas en las redes, sino que también le demandó varios encuentros de adaptación a un nuevo fútbol y ritmo de juego: al momento del reestreno (Instituto, el 29 de enero por la segunda fecha), llevaba 229 días sin jugar de manera oficial, dado que había terminado la MLS con el Austin en octubre (su equipo no pasó a playoffs).
El gol de Driussi a Vélez
River Plate – El gol de Driussi ante Vélez ESPN.
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