El pasado 1 de mayo, Marcos Copa celebró un siglo de vida. Nacido en 1925, este vecino salteño mantiene una lucidez y una rutina que sorprende a quienes lo conocen. Vive solo, camina, lee el diario completo sin necesidad de lentes. Alicia Copa Torres es médica y una de sus tres hijos. La mujer compartió con El Tribuno detalles de la historia y el presente de su padre.
“Mi padre nació el 1 de mayo de 1925 en Amblayo (pueblo de San Carlos), pero en esa época no había Registro Civil, así que hubo que esperar para anotarlo. Su padre lo trajo a caballo hasta la ciudad, lo llevaba adelante y lo sujetaba. Entró al Registro caminando, así que seguramente ya tendría uno o dos años”, cuenta Alicia.
Criado en la localidad de Amblayo, don Marcos pasó su infancia y juventud ayudando a su padre en la finca familiar: cuidando ovejas, vacas y trabajando la tierra. A los 26 años, dejó su tierra natal para instalarse en la ciudad de Salta, impulsado también por el traslado de quien sería su esposa, la maestra Delfina Torres, quien trabajaba en Amblayo y luego fue destinada a la capital. Se casaron, formaron una familia y tuvieron dos hijos: Alicia, médica, y su hermano, profesor. Además, Marcos tiene otro hijo que es sacerdote.
“Él se vino con mi mamá, se casaron y consiguió trabajo en YPF. Trabajó en la ciudad de Salta y llegó a ser jefe de expediciones en la destilería Chachapoyas. Me acuerdo que lo pasaban a buscar a las 4 de la mañana para entrar a trabajar a las 5. Salía a las 3 de la tarde. Trabajó muy duro, pero en esa época, como él dice, uno trabajaba y daba resultado”, relata su hija.
La vida profesional le permitió también darse algunos gustos. “Gracias a Dios pudo llevar una buena vida, se fue a Europa, viajó. Siempre fue muy responsable”, recuerda Alicia. Su esposa, Delfina, falleció hace dos años, a los 102.
Rutina
Hoy, a sus 100 años, Marcos mantiene una rutina ordenada, marcada por la buena alimentación y la lectura. Vive solo, a una cuadra de la casa de su hija, aunque en los últimos meses cuenta con ayuda diaria: “Hace unos meses se cayó porque se tropezó. No se lastimó, pero no se podía levantar solo, así que decidimos buscarle un cuidador. Y ahora tiene uno muy amoroso, que lo acompaña”.
El día de don Marcos empieza temprano. “El cuidador viene a la mañana, le da el desayuno en la cama, lo viste, lo lleva al living y le da el diario. Mi papá lo lee entero, hasta las propagandas, y sin anteojos. Desde que lo operaron de cataratas hace 10 años, no usó más lentes”, afirma Alicia con orgullo.
El almuerzo suele incluir sus platos favoritos: pollo con arroz, milanesa con puré o bife. A media mañana toma sus vitaminas y mantiene una dieta variada con frutas y verduras. “Come de todo”, dice su hija. Después de almorzar, ve los noticieros en la televisión, y luego toma una siesta hasta la tarde.
“Después de la siesta siempre vamos alguno de los hijos o los nietos a tomar mate con él. Le encanta. A la noche generalmente no cena fuerte porque merienda con queso, jamón, algo así. Toma yogur con fruta picada o con miel”, cuenta Alicia. El día termina con televisión en su dormitorio, que suele apagar pasada la medianoche.
Mensaje
Don Marcos tiene cuatro nietos y tres bisnietos. Conserva una salud envidiable: “Está entero, controla los esfínteres, camina, no le duelen los huesos, no renguea. Gracias a Dios, está muy bien con la cabeza, con la inteligencia”.
La celebración de su cumpleaños número 100 fue emotiva y sencilla. “Ayer, cada uno de los hijos le dijo unas palabras. Y él también habló. Nos pidió que nos mantengamos unidos, que no nos hagamos problema por nada. Fue muy emocionante, nos hizo llorar a todos. Lo único que faltó fue el bandoneón, porque no pudimos conseguir a alguien que se lo toque. A él le encanta”.